A lo largo de los últimos tiempos nada de lo ocurrido en el mundo nos ha sido ni nos es ajeno. Las pandemias, la guerra de Ucrania, las crisis climáticas y energéticas y la inflación nos afectan, situando contra las cuerdas a todos los gobiernos europeos. Para rematar la jugada, algunos países contamos con nuestros dramas particulares en forma de incendios, sequía o erupción de volcanes. Cuando las cosas se ponen feas los ciudadanos se inquietan. Unos exigen a sus gobernantes soluciones rápidas y contundentes aunque, en su fuero interno, piensen que no son fáciles de articular. Otros prefieren el rompe y rasga, dando pábulo a los vendedores de paraísos en la tierra. A Pedro Sánchez no le es menester leer el futuro en los posos del café. El presidente español sabe que lo acontecido recientemente en las elecciones de Andalucía es un aviso que no tiene nada de esotérico. Si algo no le falta a Sánchez es un punto de Sturn und Drang, de optimismo y de redescubrimiento de la historia como fuente de energía. Tampoco le falta audacia y ese espíritu de superación trabajado que poseen los que alguna vez practicaron deportes de competición. El presidente le ha inyectado taurina al PSOE. Un antioxidante que refuerza el sistema inmunológico y muscular.
Le ha faltado tiempo a Cuca Gamarra para descalificar las iniciativas del secretario general del PSOE. Para ella y sus correligionarios los cambios son estéticos. Aduce la portavoz popular que el problema, tanto de España como del socialismo español, es el sanchismo. Sanchismo es el nombre burlón y satírico que suele emplear el PP para señalar el mal que, según su retórica, castiga a España y a los españoles. Sanchismo también es el nombre con el que aspiran a soliviantar a socialistas nostálgicos para que reivindiquen volver a las formas rituales del pasado. En honor a la verdad, cada vez que utilizan ese término deberían pagar derechos de autor al diputado de Ciudadanos poseedor del copyright que acuñó la palabreja. Y lo cierto es que, con la incorporación de pesos pesados a la dirección del partido como Patxi López, Pilar Alegría y María Jesús Montero, se restañan buena parte de las heridas que ocasionaron los procesos congresuales y de primarias de los últimos años. Las incorporaciones de Miquel Iceta y Eva Granados al núcleo pensante y ejecutivo del socialismo español aportan un enfoque made in PSC nada despreciable de cara a los tiempos venideros. Cuando Cuca Gamarra vaticina el ocaso y la descomposición del sanchismo, olvida que es precisamente su partido el que adolece de una estructura partidaria en Cataluña y el País Vasco capaz de sumar escaños para conseguir mayorías; olvida que la socialdemocracia es un ave de larga vida, el ave fénix de la política capaz de renacer de las cenizas.
Pedro Sánchez ha dado un golpe de timón para reorientar el rumbo del Ejecutivo y fortalecer la cohesión interna de su partido. Los socios de gobierno, con sus purgas y trifulcas no ayudan a ello. Cierto, pero su futuro, y el del PSOE, dependerá de cómo sortee el vendaval económico y social que se aproxima. En momentos difíciles y delicados el ciudadano, contradiciendo encuestas y sondeos, opta por valores seguros y probados frente a aquellos que no se sabe si bajan o suben. El presidente le ha dado taurina al socialismo español. Ahora hay que ver cómo le sienta a su metabolismo.