El PP no arrima el hombro. ¿Su no al decreto contra las consecuencias económicas de la guerra lo refuerza o lo erosiona? Lo segundo, porque ahora ya sabemos todos que a Feijóo le interesa más el tacticismo parlamentario que el auxilio al recibo de la luz, al precio de los hidrocarburos y al bono social.
¿Y al Gobierno cómo le va? Ha sacado adelante el decreto y muestra ante la opinión que el PP de Feijóo sigue pensando “que se hunda España y nosotros ya la salvaremos”, como decía Cristóbal Montoro. Vox, paradójico y bizarro, vota no al decreto que ayudará a sus transportistas de chaleco amarillo; tiro en el pie. Y por su parte, Bildu tiende la mano al Gobierno, mientras ERC se aleja, remarcando que exige explicaciones sobre el espionaje.
Pero se da la circunstancia de que 24 horas antes de la votación del jueves pasado en el Congreso, Bildu y Esquerra se repartieron los papeles: ERC diría no para no dejarle a Junts todo el espacio de la queja soberanista, mientras que Bildu apoyaría el decreto para no resquebrajar más el consenso de legislatura y de paso, avanzar al PNV en la conquista de la moderación, en el País Vasco.
El juego partidista puede más que la exclusión. La hegemonía supera a la economía. Se han confirmado los peores pronósticos en la cámara baja: el debate sensato ya no volverá y la vida parlamentaria seguirá siendo un tobogán.
Y al parecer, todo es culpa del espionaje del CNI. Prietas las filas, los indepes dicen que espiar atenta contra los derechos humanos, aunque sea espiar a los camaradas de Tsunami Democràtic, que confunden la queja con el vandalismo. Los de ERC le hacen la cobra a Pedro Sánchez y abuchean a Margarita Robles, la ministra de Defensa y responsable política del CNI.
Algunos recuerdan a la Robles, en su etapa de joven juez en la Barcelona de la Transición --su primer destino--, con capacidad para dictar sentencias justísimas de viva voz. Ahora, esta jurista de tomo y lomo sobrevive al naufragio, producto de la marea, gracias al mágico exordio poético: "Margarita, está linda la mar y el viento lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el alma...".
Los que piden el cese de la ministra no saben que el futuro de Robles se mueve más cerca de Moncloa de lo que ellos creen. La respalda Marichu Montero, inasequible al desaliento, titular de Hacienda y factótum del movimiento puñal, complemento de la Calviño, jefa del socialismo con rostro humano.
A Robles la protegen además “un rebaño de elefantes, un kiosko de malaquita, un gran manto de tisú”, como dice el mismo poema del gran Rubén Darío. Robles siente en el alma “una alondra cantar su acento”. Expresa el fruto del esfuerzo que alcanza un día la belleza de lo útil. Está cargada de razón, aunque sea la maldita razón de Estado, que al fin y al cabo, despeja las negras nubes de los levantiscos esgrimiendo el vacío sentimental para llenarlo de populismo esencialista.
Nos protege de una amenaza latente: la desdemocratización de la democracia directa, una praxis que cabalga a pelo, en monturas apaches, y al margen del precepto constitucional. Podrá haberse equivocado en algo, pero Margarita nos defiende. Ella es nuestro benigno Leviatán.