El nuevo PP habla de la España plural y Jordi Sànchez, el Lenin catalán, se despide de Junts. Se retira, reza y piensa; su chofer, Pere Aragonès, solo conduce y escucha. España proclama el fin de la leche agria y Feijóo impone un clima dialogante que mañana empezará a concretarse en su reunión con el presidente, en la Moncloa; solo nos queda por saber si el nuevo líder conservador, aupado a la búlgara, hará las cosas a la galaica. A saber: comulgar empanadas de lamprea al estilo de Cunqueiro y cumplir con el deber de reformar los organismos constitucionales, como el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). ¿Veremos al Feijóo de las renuncias o al de las arengas? ¿O veremos a un magnánimo de la Santa Compaña perdido entre cocinas, dragones, caballeros y princesas?
“La gente no podrá trabajar en la Feria de Sevilla porque las casetas se ven obligadas a respetar la reforma laboral del Gobierno”, fue la comidilla que se pregonaba por los pasillos en el Congreso del PP, el pasado fin de semana. El bulo se propagó tan rápido que entró por la puerta de servicio del Auditorio de Fibes, mientras se oficiaba una réplica del ascenso de Aznar, hace tres décadas, en la despedida política de Fraga, con aquel genial me voy del todo, sin “tutelas ni tutías”.
El enigma de España es cuestión de gallegos mágicos sobre el mirador de Costa da Morte. Se dice que Cunqueiro inclinó la cerviz a cambio de los percebes y se hizo presente en el tiro de pichón, cuando el general gritaba ¡pájaro! a mayor honra de Pelayo y Covadonga. Hasta aquí vale, pero nada de jinetes de montura maquillada, pañuelo al viento y pistola al cinto.
La nueva oposición dijo así: seremos dialogantes, pero sin entreguismos. O sea, la voz vidricida de Cuca Gamarra seguirá rompiendo cristales, mientras Feijóo templa gaitas. Dicen que, en medio del galimatías, Pere Aragonès se quitó la gorra plateada y pegó el oído a la puerta del congreso pepero, en el momento en que el nuevo líder hablaba de la España plural. ¿Qué habrá querido decir? pensó de regreso a casa antes de anunciar que, sea lo que sea, ho tornarem a fer. En su fuero interno, el president mantiene una lucha desigual entre la ingenuidad y la ilusión más estereotipada.
De lo malo saca lo que puedas. Sin embargo, al circo de Aragonès le crecen los enanos: el PSC de Salvador Illa recorta a los indepes y el PP de Alejandro Fernández revive al borde del catafalco electoral de los últimos comicios. De él se ocupan ya Feijóo, Juanma Moreno y Miguel Tellado, el soldado que le cortó las piernas a Teodoro García Egea.
¿Será verdad que el PP necesita Cataluña para gobernar España? Pues sí, siempre que aquí no esté reservado el derecho de admisión para el constitucionalismo, sea cual sea su pelaje, a excepción hecha del macizo de la raza. En la República imaginaria, bajo el paraguas borbónico, muchos se entregarían con gusto a un impegno storico autonómico para sacarse el dolor de muelas de estos años.