El coloso alemán Delivery Hero (DH) se ha hecho con el control de Glovo. DH es uno de los líderes mundiales de la distribución de comida a domicilio. Por su parte, Glovo es una jovencísima firma barcelonesa de la misma especialidad, pero de tamaño mucho menor. La transacción se perfeccionó el último día del año, cuando todo bicho viviente andaba preparando las uvas de medianoche.
Delivery ya poseía el 44% de Glovo. Ahora adquiere otro tanto, con lo que consigue una mayoría aplastante y el mando absoluto.
La operación reviste unas características similares a las de los pelotazos clásicos. No se hace al contado, sino mediante un intercambio de papelillos. O sea, con la entrega de un paquete de acciones de DH de nueva emisión. Este lote equivale al 2,8% de su capital. Al cambio en bolsa pactado, alcanza un monto de 780 millones.
La propiedad de Glovo se divide entre sus fundadores y gestores, Oscar Pierre Miquel y Sacha Michaud, con un 14%; DH con su 44%; y un racimo de fondos de inversión nacionales y extranjeros, con el 42% restante.
Como DH cotiza en la bolsa de Francfort, el canje que nos ocupa pende ahora del visto bueno del organismo regulador de la república federal. Se calcula que su aprobación tardará unos meses. A partir de ella, los poseedores de títulos de Glovo podrán proceder a la venta de sus participaciones en el parquet y convertirlas, así, en efectivo contante y sonante.
Pierre y Michaud, creadores de Glovo, verán su fuerte posición presente reducida a la de socios muy minoritarios de Delivery. Prefieren ser cola de león que cabeza de ratón. De momento, los germanos han ratificado a ambos en sus puestos de máximos ejecutivos.
Glovo refleja una historia empresarial de éxito con mayúsculas. Como es sabido, se trata de una aplicación regida por una legión de técnicos altamente cualificados, que actúa de intermediaria entre restaurantes y clientes, previo cobro de una comisión.
El reparto de la mercancía corre a cargo de los llamados "riders", los mensajeros que a bordo de motos o bicicletas trasladan los pedidos desde los locales de hostelería hasta el consumidor.
El meollo del montaje radicó hasta hace poco en que los recaderos no son empleados de Glovo, sino autónomos cuyo sueldo apenas llega al nivel de los mileuristas. Un reciente trabajo periodístico de Metrópoli Abierta revela el durísimo quehacer de esta casta obrera del siglo XXI, que roza los límites de una explotación laboral inicua.
Por fortuna, varias sentencias han puesto en su sitio a Glovo y a otros especímenes de parecida calaña y les obligan a inscribir en nómina a sus colaboradores.
La compañía arrancó de cero en 2015. Seis años después merece una valoración total de 2.300 millones, según los precios que se pagan ahora por ella.
En 2020, su giro experimentó una vertiginosa escalada y prácticamente se dobló hasta rondar los 360 millones, gracias al auge de la vianda a domicilio que florece desde el confinamiento. Aun así, saldó el ejercicio con una devastadora pérdida de 180 millones.
Tal quebranto no es una excepción en la andadura de la entidad, sino la pauta habitual de los seis ejercicios transcurridos desde su nacimiento. El importe conjunto de los números rojos cosechados rebasa la espectacular cantidad de 460 millones, tal como se observa en la tabla adjunta.
Año | Ventas | Resultado |
2020 | 359 | -180 |
2019 | 181 | -201 |
2018 | 75 | -78 |
2017 | 14 | -5 |
2016 | 1 | -4 |
2015 | 0,1 | -0,6 |
En cuanto al grupo teutón DH, su desempeño bursátil dista de ser satisfactorio, pues en 2021 ha encajado un desplome del 37%.
Es de destacar que en la adquisición de Glovo está comprando a peso de oro meras expectativas de beneficios futuros, pues su pasado e incluso su presente, muestran facetas bastante negras.
En resumen, el dúo Pierre-Michaud ha perdido el control de su niña mimada, pero a cambio deviene socio de un gigante multinacional.
Está por ver cuánto tiempo la pareja aguantará en el accionariado de Delivery Hero. Porque la tentación de enajenar sus conspicuos paquetes y transformarlos en pasta gansa acaso sea irresistible.