El próximo 8 de noviembre, Badalona tendrá a Rubén Guijarro como nuevo alcalde. El quinto edil de la ciudad en los últimos cinco años. Nadie cuestionaba a Xavier García Albiol en la ciudad. El líder del PP, con su personalidad arrolladora y con una oposición desunida y desmovilizada, parecía tener atada y bien atada la gobernabilidad de la ciudad. El escándalo de los papeles de Pandora cambió el escenario político y Guijarro supo aprovechar la oportunidad. No se puso al frente de un “todos contra Albiol”, sino que pacientemente esperó a que el resto de fuerzas políticas --Guanyem, ERC, Comunes y JxCat-- lo pusieran al frente. No se trataba de votar a Guijarro, sino de imprimir “dignidad y ejemplaridad”, como reza la exposición de motivos de la moción de censura, para desalojar de la alcaldía a Albiol. Todo un remake de la jugada que Iván Redondo realizó en la moción de censura contra Rajoy en 2018. No se votaba a Sánchez sino que se rechazaba a Rajoy.
En un momento en el que la política es cainita y sangrante, donde el adversario es enemigo, se agradece el tono y el talante de Guijarro. Critica obviamente a Albiol al que acusa de hacer una mala gestión en la limpieza de la ciudad --el contrato ha sido prorrogado porque no se realizó un nuevo concurso, para evitar que el saneamiento se bloqueara--, por no presentar los presupuestos de 2020 y 2021, por no poner en marcha el Plan Post covid --que el PSC apoyó para dar estabilidad al gobierno-- o por la inseguridad. Es su papel como opositor, pero no se suma a la bronca, a la confrontación. Prefiere mano de hierro con guante de seda.
De hecho, el próximo alcalde insiste mucho en una idea: “No hemos presentado la moción a la primera, sino que le hemos dado 10 días para dimitir. No lo ha hecho, y solo entonces hemos actuado porque no podíamos ser cómplices. Hemos actuado con paciencia porque no es una cuestión personal, sino de dignidad”. Otro remake de la moción de censura a Rajoy. “Dimita aquí y ahora y todo esto habrá acabado”, le dijo Sánchez. Rajoy no dimitió y cayó su gobierno.
Ahora, Guijarro tiene el mismo reto que Sánchez: ganar las próximas elecciones. La incógnita se sitúa en saber si el PSC será capaz de dar la vuelta a las encuestas y ganar los comicios de 2023. Tiene año y medio para conseguirlo y enfrente seguirá García Albiol, que no es un opositor cómodo porque se maneja bien en trato directo con los ciudadanos y sabe lanzar sus mensajes. Ahí Guijarro tiene su reto, en ser cercano y dar respuestas a los problemas cotidianos. Supo que hace un año no era su momento. No se dejó encandilar por los cantos de sirena de los cuperos y no aceptó la alcaldía a cualquier precio. Ahora tiene las manos libres --Guanyem le ha puesto la pelota delante de la portería y sin portero garantizando la gobernabilidad sin entrar en el equipo municipal, quizá porque no tiene un liderazgo claro y por sus disensiones internas-- para negociar con el resto de fuerzas políticas y configurar un gobierno de amplio espectro. En otras palabras, un gobierno estable.
Un primer paso ha sido que el alcalde in pectore ha logrado que Comunes, ERC, JxCat y Guayem firmen una moción que plasma la neutralidad institucional del consistorio en temas supramunicipales y que apuesta por la seguridad y por el respeto a los agentes, toda una declaración de intenciones del nuevo alcalde. La seguridad será uno de sus objetivos porque la inseguridad ha sido un talón de Aquiles de Albiol. Pero no lo olviden, se presentará de nuevo y querrá también aprovechar el nuevo escenario.
El todavía alcalde de Badalona presentó una encuesta que le da mayoría absoluta. Que sea de mayo le quita parte del valor, pero no todo. Albiol tiene en Badalona su gran escenario y no piensa desaprovecharlo. Otro sondeo sobre la situación política que se conoció el viernes apunta a que la opinión mayoritaria es que el edil del PP debía dimitir y que la oposición debía unirse para desalojarlo si no lo hacía.
Sin duda, el escenario ha cambiado y se augura una dura batalla. Si el PSC crece, dejará a Albiol sin posibilidades y afianzará su liderazgo en la izquierda. Ahora el PP está tocado, pero no hundido y García Albiol no es un tipo que se deje llevar por la adversidad. Al contrario, suele crecerse. Enfrente un Guijarro que ha aprovechado su momento, no lo hizo hace un año porque en política hay que hacer las cosas sin prisa pero sin pausa --las prisas suelen ser malas consejeras-- y los líderes deben librar las batallas que quieren, no la que les imponen. La batalla de Badalona será un escenario interesante.