La frase más importante del comunicado de Arnaldo Otegi en el que siente el dolor de las víctimas de ETA es la de que “nunca debería haberse producido”. Una frase igual a una de las pronunciadas por el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el día del anuncio de ETA del “cese definitivo” del terrorismo, hace ahora 10 años.
Es cierto que Otegi no pide perdón explícitamente, pero esa frase es una impugnación de la historia de ETA, como las siguientes: “A nadie puede satisfacer que aquello sucediera. No se debería haber prolongado tanto en el tiempo”. El comunicado de Otegi en nombre de la llamada izquierda abertzale significa, pues, una novedad y un paso adelante porque es la primera vez que se lamenta lo sucedido, aunque sin utilizar la palabra “perdón”.
Es verdad que Sortu y EH Bildu no condenan el terrorismo de ETA y que siguen produciéndose los ignominiosos recibimientos a los etarras que salen de las cárceles, así como que quedan más de 300 atentados sin resolver, pero el paso dado por Otegi merece una valoración alejada del exabrupto. Como han destacado tanto el Gobierno de Pedro Sánchez como el lendakari Íñigo Urkullu, el paso de Otegi es “insuficiente” y debe ir acompañado de otros, pero no puede ser despachado con calificativos como “pura hipocresía” o “broma macabra”, como ha hecho el PP, o asegurar que no aporta novedad alguna, como ha dicho Inés Arrimadas.
Diez años después del fin de las armas, la derecha es incapaz de asumir plenamente la derrota de ETA por la democracia española y en este sentido la situación ha empeorado porque el 20 de octubre de 2011 el propio Mariano Rajoy, líder de la oposición, reconoció que la organización terrorista había tomado aquella decisión sin pagar ningún precio político.
Ahora, sin embargo, la derecha habla muchas veces de ETA como si todavía existiera e interpreta cualquier movimiento de EH Bildu en clave de si beneficia al PSOE y al Gobierno. Incapaces de no utilizar el terrorismo en la batalla política cotidiana, Pablo Casado y otros portavoces del PP acusan al Gobierno y a los socialistas de “blanquear” el legado de ETA al pactar con EH Bildu y de “dejar atrás” a las víctimas, como hizo el líder del PP el miércoles en el Congreso.
El PP presenta a EH Bildu como un aliado de Sánchez necesario para la aprobación de los Presupuestos, cuando lo cierto es que el Gobierno no necesita los votos de los cinco diputados abertzales para sacar adelante las cuentas. En este caso, los votos decisivos son los de ERC (13), pero no los de EH Bildu.
La cuestión del pacto con EH Bildu envenena las relaciones en el Parlamento y es utilizada como arma política con doble rasero. Hay que recordar, por ejemplo, que el portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto, pactaba sin problemas con EH Bildu cuando era alcalde de Vitoria y ahora reprocha a Sánchez, como todo el PP, cualquier acercamiento a los sucesores de Batasuna.
Cuando ETA asesinaba, las fuerzas políticas democráticas exigían a la banda que dejase de matar y a su entorno que se dedicara a hacer política. Es lo que promovía, entre otros, el pacto de Ajuria Enea. Pues bien, cuando hace 10 años que los terroristas no matan y más de tres de su disolución como organización, la normalización debe alcanzar a que EH Bildu pueda hacer política en las instituciones sin equipararlo a ETA.
Como dijo Sánchez en el Congreso, la derecha sigue teniendo una “visión amarga” del final de ETA, y algunos, como Jaime Mayor Oreja, hasta defienden que no fue derrotada porque “está en las instituciones”. Sin embargo, el abandono unilateral de las armas, sin contrapartida alguna y sin haber conseguido nada de lo que se proponían fue una de las grandes victorias de la democracia.
Tampoco hay acuerdo en el relato porque Casado niega que las negociaciones del Gobierno de Zapatero tuvieran nada que ver en el final, que atribuye solo a la actuación policial y judicial y a la cooperación internacional. La historia se cuenta según las conveniencias políticas. Un ejemplo: ante la polémica por la asistencia de Nicolas Sarkozy a la convención del PP, Casado la justificó, en su última entrevista en TVE, en que había sido el primer presidente francés en colaborar de verdad contra ETA, afirmación falsa porque la cooperación se inició durante la presidencia de François Mitterrand y continuó en la de Jacques Chirac, antecesores de Sarkozy.