Lo habrán podido observar infinidad de veces. Los peces rojos boquean en la superficie de los estanques, o de las peceras, para respirar. Merced a la apertura y cierre de los opérculos ventilan sus branquias para captar oxígeno. Dicen los entendidos que es en la superficie de contacto, entre el agua y el aire, donde hay mayor cantidad de oxígeno disuelto. Allí acuden abriendo ostentosamente su boca los peces de colores. Obviamente Ada Colau, Jéssica Albiach y los amigos de Catalunya en Comú, no son peces rojos ni de colores, pero sí boquean en la atmósfera política catalana intentando respirar. Es lógico que así sea.
Las encuestas, hechas públicas este pasado fin de semana, indican que siguen estancados electoralmente, mientras ERC y PSC despuntan dejando atrás a los de Puigdemont. Y uno empieza a pensar que este contexto, adverso para los Comunes, es el que ha impulsado a Ada Colau a meterse en camisa de once varas. La alcaldesa de Barcelona, descuidando su papel institucional, se ha permitido el lujo de calificar como ‘niños pequeños’ tanto a Salvador Illa, como a Pere Aragonès. Falta de respeto y tacto el suyo que no puede agradar ni a Jaume Collboni, ni a Esquerra, ni a los socialistas catalanes. Cometerá un grave error Ada Colau si se esfuerza en ignorar quién ganó las elecciones el 14F, y quiénes son sus socios en el gobierno de España o en el ayuntamiento de Barcelona.
También es probable que este intento de boqueo, de coger aire, de la coordinadora de los Comunes, venga motivado por la necesidad de minimizar el impacto de las resoluciones judiciales sobre el tema de los hoteles, los fracasos en temas de vivienda y urbanismo ‘táctico’ de la controvertida Janet Sanz. O quizás todo ello forme parte de una cortina de humo para ocultar la ridícula negociación, de ida y vuelta con ERC, desplegada por una voluntariosa, pero poco convincente Jéssica Albiach. Por cierto, curiosa la actitud de la diputada de los Comuns que pide ‘generosidad’ a los socialistas, para apoyar desde fuera un gobierno de izquierdas, y no hace lo propio con los de Oriol Junqueras. Es un secreto a voces que los de En Comú Podem, tras el 14F, han intentado hacerse los simpáticos con ERC. Tanto es así, que no les ha importado quedar en evidencia, solicitando al PSC cuatro votos para investir como presidente de la Generalitat a Pere Aragonès. Y no solo eso, han practicado aquella suerte de amnesia política consistente en obviar, u ocultar, la complicidad de los republicanos en la gestión de los gobiernos de coalición de los últimos años. Por cierto, gobiernos de derechas con discursito patriótico sentimental, pero exentos de políticas sociales.
Si Ada Colau y Jéssica Albiach querían boquear, y oxigenar la salud política de su partido, podrían haberlo hecho sumándose con entusiasmo a la exigencia formulada por Salvador Illa --el ganador de las elecciones-- consistente en tener la oportunidad de presentar ante el pleno de la cámara catalana, su proyecto y oferta política. Creo que los ciudadanos de Cataluña hubieran agradecido que alguien, desde la tribuna del Parlament, les hubiera contado cómo salir de la crisis sanitaria, económica y social, en lugar de discutir sobre la distribución de poltronas y el rol de un fugado.