El pasado día 24 se celebró en Palma de Mallorca el Congreso del partido político Sumam que lidera Aina Aguiló y su equipo directivo resultante del mismo y, de entrada, no cabe más que felicitar a sus integrantes, a la más que nutrida representación de afiliados y simpatizantes, así como felicitarnos todos los que como observadores estuvimos presentes desde la Comunidad Valenciana, Cataluña y Madrid.
Somos aquellos grupos y asociaciones que representamos a la sociedad civil, a los ciudadanos y a todo aquel colectivo de personas en toda España, sus comunidades autónomas y ciudades a los que parece que tan solo se nos tiene en cuenta a la hora de votar a los partidos políticos después de tediosas campañas de intoxicación, embustes y agresiones. Es entonces muy gratificante asistir a un acontecimiento que, aunque en su escala, rezuma novedad, transparencia y limpieza. Y voy a tratar de explicar las razones que me inducen a afirmar tal cosa.
Andamos en España saturados de la greña de los partidos políticos clásicos, del bipartidismo, de los extremismos populistas que llevan aparejados sus satélites regionales en todas las comunidades, y en ese escenario apareció hace algunos años un partido nuevo, sin complejos y aparentemente abierto que generó unas expectativas de confianza con líderes jóvenes y dinámicos que parecía que podían comerse el mundo, pero hete aquí que ese partido Ciudadanos, se halla en plena agonía. Y es que ha defraudado a todo el mundo, por un conjunto de errores y tropiezos que no cabe mencionar aquí. Pero a mi entender, el error inicial y básico fue que el partido nació por obra y gracia de unas élites culturales, sociales y políticas con el aval y suscripción de personalidades y personajes de ya entonces alto vuelo, por lo que se produjo un alumbramiento antinatural, como si el tejado hubiera conformado los cimientos y la pura decoración hubiera sido el material de estructura y sostén.
Por ello, considero que un nuevo partido que nació o nazca de la élite, tarde o temprano se desmorona por una auténtica falta de solidez constructiva con efímeras y débiles hipótesis de carga.
En Sumam, sin embargo, sin que me engañe su pequeña dimensión, he visto un partido que nació de la base, se alimenta y sustenta en la gente, en ciudadanos de a pie que luchan cada día por sus negocios, sus familias y sus trabajos, del pueblo llano, en definitiva, entendiendo por pueblo llano no solo al mallorquín sino el de toda España.
Y créanme los lectores que es una gran alegría para nuestra sociedad civil saber que podemos recurrir a un partido de la gente, nuevo, limpio y transparente que no representa patrocinios ni tutelas, ni es sucursal ni franquicia de nadie. Si se me permite, sin abusar de frivolidad alguna, a Diana de Gales se la bautizó en el mundo como la Princesa del Pueblo porque no era ni quiso ser la sumisa franquicia de nadie, ni se sometió a las élites de la política, la sociedad y el maquillaje del protocolo.
Me atrevo a aplicar sin temor idéntico símil a Sumam como el partido del pueblo, que nace y se estructura desde la base, que patea las calles, que habla y escucha a la gente sin ver la vida a través de cristales opacos ni actúa de forma clandestina.
Una organización y un pequeño partido así es en aquello que yo creería, que sí me podría representar precisamente por establecer el contrapunto en el ritmo de un país con políticas viejas, partidos viciados y envenenados que viven lejos de la gente y a los que la población tan solo les sirve para depositar periódicamente unas papeletas cargadas de poder.
En España Cívica, como sociedad civil apartidista y transversal en toda España, hemos recibido una inyección de realidad de la gente que rodea Sumam y, tan solo se puede mencionar un pequeño reproche por ser únicamente mallorquín y sin cancha de juego en todo el país. Pero….Todo se andará.