Después de años de silencio y de actitudes cobardes o indiferentes, los empresarios catalanes han estallado con un grito de “¡basta ya!” que recuerda el nombre de la organización vasca que surgió para denunciar el terrorismo de ETA. Dos manifiestos se han publicado esta semana en la misma dirección para testimoniar el agotamiento, la inacción y la parálisis de la sociedad y de las instituciones catalanas y reclamar un cambio de rumbo en favor del diálogo y el consenso.

El primero fue suscrito el jueves por más de 300 organizaciones patronales y sociales en un acto celebrado en la antigua Estació del Nord, organizado por Foment del Treball y la Pimec, en el que estaban representadas más de 400.000 empresas, que emplean a más de 2,3 millones de trabajadores y que representan el 90% del PIB catalán. El segundo manifiesto, una nota de opinión del Círculo de Economía, también representado en el acto empresarial, es abiertamente más político y pone el dedo en la llaga del inmovilismo político en Cataluña al tiempo que aboga por la ruptura de los bloques.

El acto empresarial no pudo ser más unitario porque acogió incluso a los empresarios nacionalistas agrupados en FemCat y a la Cámara de Comercio de Barcelona, en manos independentistas, con la participación a última hora de su presidenta en funciones, Mònica Roca, aunque la entidad no suscribió el manifiesto. Un manifiesto que condena los actos vandálicos y los disturbios de los últimos días en Cataluña, reclama a los poderes públicos que “ejerzan su autoridad democrática y sus responsabilidades sin complejos” porque “ninguna causa justifica actitudes violentas”; ensalza a los Mossos d’Esquadra “como policía democrática de nuestro país que defiende nuestros derechos y nuestras libertades”, y pide al Govern que les dé su máximo apoyo; y urge a la formación de un “Gobierno estable, cohesionado y activo que tenga como objetivo principal la recuperación económica de la crisis provocada por la pandemia”.

Los empresarios piden cooperación, responsabilidad y lealtad institucional, apoyan la mesa de diálogo entre los gobiernos y reclaman gobiernos “que defiendan la economía productiva, el empleo y el Estado del bienestar” con el objetivo de la recuperación económica y la cohesión social en un marco del mantenimiento del orden público y la seguridad jurídica. Aunque no se cita la palabra “decadencia”, en el acto sobrevoló la situación cada vez más decadente de Cataluña en los terrenos político, económico y social. Hace años que Cataluña, la antigua locomotora económica española, ha sido sobrepasada por Madrid en el porcentaje del PIB español y que crece menos no solo que la comunidad madrileña, sino que la media de la economía del conjunto de España.

El manifiesto de los empresarios tiene un valor considerable como llamada de atención, sobre todo comparado con el silencio y la inacción precedentes, aunque es mucho más contundente la nota publicada por el influyente lobi empresarial del Círculo de Economía. El Círculo condena “de manera taxativa toda forma de violencia”, que extiende “a los partidos políticos que, por acción o por omisión, han legitimado el vandalismo” y a “algunos miembros del Govern de la Generalitat” que, “sea con el silencio o en algunos casos incluso con complicidad, no han antepuesto como principio fundamental mantener el orden público”.

Como consecuencia de las elecciones del 14F, el Círculo ve “una oportunidad para superar la política de bloques y constituir un Govern que trabaje para todos los catalanes. Porque la unidad no es una opción: es un deber”. Esta necesidad se ve reforzada por “el gran avance de las fuerzas que durante la última legislatura y la campaña electoral defendieron posiciones menos confrontadas”, en alusión al PSC y a ERC, que “pueden impulsar la reconstrucción de un espacio central”. La institución pide, pues, un “Govern pragmático, profesional y con consellers de prestigio” y “un proyecto de país ambicioso que sea compartido”.

Pero, mientras el mundo de la empresa aboga por el consenso, la centralidad, el diálogo y la ruptura de bloques, ¿qué hacen los partidos políticos responsables de formar gobierno? Nada que se le parezca. Primero, el Govern boicotea el acto de Seat en Martorell, en lo que no solo es un plante al Rey, sino también a Pedro Sánchez y a los presidentes de Volkswagen y de su filial española. Segundo, ERC sigue insistiendo en un Govern con Junts per Catalunya (JxCat) y la CUP, abierto a En Comú Podem –única concesión a la ruptura de bloques--, que en el fondo es una maniobra de despiste porque al final la prioridad es el pacto con la CUP y con JxCat. Y la preocupación principal no es ni la recuperación económica ni la cohesión social, sino la autodeterminación, la amnistía y el cambio del modelo policial, con unas modificaciones que la CUP asegura haber conseguido y que debilitarían el papel de los Mossos en el mantenimiento del orden público.

Nada de alejarse de los radicalismos ni de superar los vetos o abandonar la unilateralidad, como reclama el Círculo, que alerta también de que perder la oportunidad que se presenta de apostar por la centralidad “reforzaría una lectura de las elecciones que tampoco puede dejar de hacerse: el aumento de posiciones que aún son minoritarias, pero que son extremas y que han incrementado la representación en el Parlament”. Conclusión: la falta de acuerdo entre los bloques aumentará la polarización y llevará a Cataluña a un callejón sin salida.