Teresa Burga: la artista ninguneada
Pionera del arte conceptual y minimalismo Pop en Perú, Teresa Burga no logró ser reconocida hasta que cumplió 70 años
28 febrero, 2021 00:00El pasado mes de diciembre, la artista peruana Teresa Burga presentaba en el museo de arte contemporáneo de Lima una obra realizada durante los meses de confinamiento: Covid19, un dibujo sobre papel en el que aparecen tres indígenas ataviados con trajes de colores, sombrero y mascarilla. “Hace un tiempo vengo dibujando escenas de la vida cotidiana, pero no en situaciones domésticas o familiares; más bien trato de escoger sucesos que atañen a grupos sociales o a gran parte de la sociedad peruana. En este caso, escogí el tema del Covid-19, si bien es un asunto global, ha afectado de distinta manera a cada región o país. En Perú, donde existe mucha desigualdad entre los ciudadanos, ha sido notorio cómo las personas se han visto afectadas de distintas maneras, de acuerdo con el lugar de residencia (por ejemplo, mayor o menor acceso a prestaciones de salud), situación económica, grupo etario, etc. En este panorama, hemos visto cómo los pobladores de comunidades nativas han sido seriamente afectados”, explicó la artista en una entrevista para el diario peruano El Comercio, sin poder imaginar que el virus pondría fin a su vida pocas semanas después. Burga falleció el pasado 11 de febrero, con 86 años, y a pesar de haber sido ignorada la mayor parte de su vida, ha dejado un valioso legado para el panorama artístico peruano e internacional:
“Burga ha sido, sin duda, la artista conceptual y la feminista más influyente de Perú. En Alemania llegó a ser muy popular”, comenta por email la galerista berlinesa Barbara Thumm, que ha representado a Burga desde el año 2011. Thumm recuerda que Burga fue ninguneada durante muchos años en su país, pero su terquedad y confianza en ella misma dieron finalmente su fruto y hoy “merece ser recordada como una figura destacada en el panorama artístico internacional”.
"Estructuras de aire" de Teresa Burga / MALBA
Analizar la mujer peruana de clase media
Nacida en Iquitos, Perú, en 1935, Burga estudió artes plásticas y fue una de las fundadoras del grupo Arte Nuevo, un colectivo de artistas que introdujeron las nuevas tendencias de vanguardia en Perú, como el Pop Art, el Minimalismo y los happenings. En 1968, coincidiendo con el inicio de la dictadura militar, Burga se marchó a Estados Unidos con una beca Fullbright para continuar sus estudios de Bellas Artes en la School of the Art Institue Chicago, donde quedó fascinada por los algoritmos y la tecnologia informática, fascinación que se vio reflejada en la presencia de bombillas y tubos de neón en sus primeras instalaciones.
Al regresar a Perú, en 1971, Burga se encontró con un ambiente político que daba preferencia al arte tradicional, de corte nacionalista, y era hostil con las corrientes vanguardistas y conceptuales que a ella le interesaban. Sin embargo, no abandonó su línea creativa y mientras trabajaba en la oficina de Aduanas, fue obsesionándose con temas como la burocracia, los sistemas de información, la estadística y la digitalización de archivos y documentos personales, temas que aplicaba a sus obras al llegar a casa. Una de sus obras más destacadas en esta línea es la instalación multidisciplinar Perfil de la mujer peruana (1981), un conjunto de trabajos diseñados a modo de esquemas, planos, instalaciones con el fin de analizar la mujer peruana de clase media, que realizó en estrecha colaboración con la psicóloga Marie-France Cathelat.
“Burga fue una artista apasionada, avezada, indomesticada, sin concesiones, que buscaba ofrecer un arte desafiante que fuera más allá del tiempo en el que ella vivía”, recordó el comisario de arte peruano Miguel Ángel López en el El Comercio poco después de su muerte. Fue precisamente López, junto al también comisario de arte Emilio Tarazona, quienes en 2006 la rescataron del olvido. Según The Art Newspaper, López y Tarazona formaban parte de una joven generación de historiadores y comisarios de arte que no solo buscaban vanguardias femeninas, sino también un arte decididamente no occidental, así que contactaron con Teresa Burga y le pidieron una cita en su estudio. “No me lo podía creer”, dijo la artista, que entonces tenía ya 70 años. “Finalmente acepté, pensando 'venga, déjales entrar y a ver qué ocurre', aunque estaba convencida de que no encontrarían nada que pudiera recuperarse”, añadió.
El pasado colonial
“La decisión de abrirles la puerta resultó ser trascendental para la historia del arte”, comenta por email Hans D. Christ, codirector del Württembergischer Kunstverein Stuttgart, el primer museo de Europa en organizar una exposición individual de Teresa Burga, en 2011. Cuatro años después, Burga fue seleccionada para participar en la 56ª Bienal de Venecia, comisariada por el crítico de arte de origen nigeriano Okwui Enwezor.
“Burga fue la primera artista peruana en ser presentada en una Bienal de Venecia”, recuerda Thumm, que en 2019 participó en Arco Madrid con varias obras de la artista inspiradas en el legado indígena de su país de origen.
“Para Burga, ser artista conceptual significaba jugar con el pasado colonial de Perú y la realidad política que la rodeaba, desconstruyendo con su arte las convenciones étnicas y las estructuras de violencia y poder”, comenta Christ. Según el director Württembergischer Kunstverein Stuttgart, la obra multidisciplinar de Burga debe interpretarse como un análisis de los poderes administrativos, burocráticos y políticos inherentes en el colonialismo, que en los últimos años se mezclaron con temas más personales, relacionados con la actual situación política y social de su país, sin olvidar la perspectiva de la mujer.
“Su obra apasionada y visionaria buscó transformar no sólo los lenguajes del arte, sino intervenir en su propio contexto. Todo lo que pueda enumerar se queda corto frente a sus hazañas creativas en un escenario profundamente violento y desigual para las mujeres”, concluye López, el historiador que la rescató del olvido, en su muro de Facebook.