El nuevo año 2021, que nos deberá permitir alejarnos de la pesadilla del 2020, se iniciará en un contexto donde las distintas fuerzas políticas han llevado sus legítimas diferencias a un escenario que se asemeja a un campo de batalla. El Reino de España necesitará estabilidad institucional y un cierto sentido de la responsabilidad por parte de las distintas fuerzas políticas parlamentarias para acabar con una agresividad suicida, que daña al país y ralentiza su recuperación.
En el amplio abanico de las diversas ideologías que conforman el arco parlamentario, hay fuerzas políticas en el campo de la derecha española que siguen negándose a aceptar el resultado de las urnas y utilizan con frivolidad el argumentario de gobierno ilegitimo. Es especialmente preocupante la instrumentalización de la grave crisis sanitaria para poner en dificultades al Gobierno de la Nación. En la otra orilla del arco parlamentario, la izquierda democrática debe ser consciente del peligro y de las consecuencias de su matrimonio de conveniencia con el populismo, autodenominado de izquierdas, y de sus coyunturales concesiones a un adversario como el secesionismo, que nunca retrocederá en su objetivo final de fragmentar el Estado.
Es indudable que el actual Gobierno de coalición ha conseguido diversos logros, entre otros, la construcción de un escudo social que ha posibilitado el desarrollo del Ingreso Mínimo Vital y la subida del salario mínimo interprofesional a 950 euros, lo que sin duda ha permitido aliviar tensiones sociales que a corto y medio plazo podrían ser insoportables. Otros como la Ley de la Eutanasia implican un sesgo claramente progresista y liberal en la defensa y ampliación de las libertades y derechos cívicos.
Pero sin duda son varias las amenazas que pondrán a prueba la continuidad y estabilidad del Gobierno. En el horizonte más cercano las elecciones del 14F en Cataluña con el riesgo de un tripartito secesionista que podría estar liderado por JxCat, con una ERC subordinada y una posible incorporación de la CUP a la gestión del Govern. Existe el riesgo adicional de los aspavientos del vicepresidente Iglesias, obsesionado en acaparar la atención mediática y empeñado en una batalla contra la monarquía constitucional. Esta estrategia refuerza sin duda al bloque de la derecha, debilita al PSOE al activar sus diferencias internas y conduce a UP hacia la radicalidad estéril y a una constante sangría de votos.
Una vez aprobados los PGE, la llegada de los Fondos Europeos va a ser determinante en la dura travesía que espera a este Gobierno. A corto plazo como instrumentos para combatir la pandemia y sus efectos socioeconómicos más acuciantes, pero sin duda estos fondos deben ser una oportunidad para la modernización y la transformación verde y digital de nuestro modelo productivo y de nuestra economía.
De los 140.000 millones de euros que se recibirán en transferencias directas y préstamos, 27.000 millones ya se han incluido en los presupuestos de 2021, distribuidos en los distintos ministerios y deberían especialmente orientarse no solo para hacer política a corto sino para pensar y construir futuro, evitando “populismo de gasto”. El total de los fondos europeos representan más del 13% del PIB español y deberán tener el adecuado efecto multiplicador para que supongan un salto en el modelo productivo de nuestro país, evitando que se destinen a gasto corriente. El manejo de un volumen tan espectacular de recursos exigirá no solo una gran capacidad de gestión sino al mismo tiempo su flexibilidad y agilidad en la ejecución haciéndolo compatible con el control sobre el buen uso de los recursos. A estos 140.000 millones, se podrían añadir los 60.000 millones procedentes de la prórroga de los fondos sociales y fondos FEDER que no se habían utilizado debido a nuestro bajo porcentaje de ejecución de los fondos europeos.
La aprobación de los PGE da un respiro al Gobierno y le permite una cierta estabilidad en los próximos dos años. La estrategia de acoso y derribo por parte del PP, intentando no ser desbordado por Vox, podría volverse en su contra en un contexto donde los ciudadanos desean la estabilidad frente a la confrontación y al ruido. La llegada del ingente volumen de recursos comunitarios y el acomodo del núcleo dirigente de UP disfrutando de las mieles del poder, podría facilitar que el Gobierno navegara sin grandes sobresaltos hasta finales del 2022. Será a partir de ahí, cuando el Gobierno deberá reportar el manejo de esos fondos y cuando muy probablemente UP iniciará su retirada del mismo para intentar salvarse de la debacle electoral y el PP afilará aún más sus cuchillos para ir a degüello.