Totalmente convencido. Sí. Ya sé que para usted, y para mí, lo más importante del próximo año será la salud. Claro que sí. Superar la pandemia de este bicho llamado Covid19 que nos está amargando la vida. Estamos de acuerdo. La salud será lo más importante. Pero no nos equivoquemos. En el fondo y en la superficie se necesita dinero. El país, para recuperarse, necesita dinero. Y el Gobierno, para permanecer en el poder, necesita dinero. Necesita los presupuestos. Unos nuevos presupuestos. Pasa a ser lo más importante para el país.
Ya casi están aprobados. Si el Senado no toca ni una coma salen ya aprobados. Si toca algo salen en una próxima votación del Congreso. A ser posible antes de que finalice el año. No quiere Pedro Sánchez otra prórroga de los Presupuestos de Rajoy ni por un solo día. No. Ni un día del próximo año. Empezar el año con dinero fresco. Para relanzar al país se necesitan, en esto coincidimos todos, unos nuevos Presupuestos. Ya están hechos. Pero, ¿son buenos, están bien estructurados, son lo que el país llamado España necesita?
Bien por las prisas (han tenido todo el año para fabricarlos), bien por la incompetencia y por las discrepancias dentro del gobierno los presupuestos no ha sido bien recibidos por la mayoría de economistas. Los han votado 180 diputados. ¿Saben los diputados Economía? Pues si los votan la mayoría hay presupuestos aprobados. Pero en la calle, o en los despachos, se comenta que son los peores de la historia. Lo que nos faltaba. Al pozo que vamos directos. Una chapuza de presupuestos. A cambio del voto muchos diputados-partidos se han llevado su recompensa para su provincia o comunidad autónoma. Lo de siempre. Vergonzoso. El interés particular supera al interés general del país.
¿De dónde va a salir el dinero que se planifica como ingresos? Serán imposibles de conseguir. Y los gastos ¿son asumibles? Imposible. Eso se comenta entre los economistas, al menos algunos. Y añaden que no salen de su asombro porque ven cierta irresponsabilidad en parte del gobierno que piensa que no hay que pagar lo que se debe. Antes o después siempre hay que pagar. ¿Cómo? Con dinero. ¿De dónde va a salir? De los de siempre. Subiendo impuestos, como siempre, a los mismos. Subir impuestos en la mayor crisis económica de España de los últimos ochenta años es, como poco, una temeridad. Un expolio a familias y a empresas, sobre todo a las pequeñas. Se hunde la producción y se ahuyenta la inversión extranjera. Lo que nos faltaba. Veamos algunos apartados.
Pensiones. La deuda con el Estado ya alcanza los 100.000 millones y el próximo año aumentará en otros 40.000 millones. Ay, dónde estará aquella reserva del Fondo de Pensiones. Si no hay elecciones abajo las pensiones. Puede que haya mucho voluntarismo de ideología, pero transformación económica no se ve en los Presupuestos. Nos sitúan en la cola del mundo desarrollado. Según Bruselas, también somos el último de la UE.
Ningún optimismo. ¿Cómo va a ser sostenible una economía con un deuda de las pensiones del 8,9% del PIB en 2020 y un déficit del 4% en 2021, un agujero fiscal del 8% también en 2021, y necesitando obtener 350.000 millones de euros en los mercados para cubrir los vencimiento de deuda y la deuda nueva? Son cifras que escapan a la imaginación.
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha defendido estas cuentas “expansivas y anticíclicas, como recomiendan todos los organismos internacionales”, unos presupuestos “eminentemente sociales porque protegen y blindan los servicios públicos y la igualdad de oportunidades”. María Jesús Montero ha agradecido la generosidad de los once ¡once! grupos políticos que han apoyado las cuentas en el Congreso y ha vuelto a solicitar “a las formaciones políticas de esta Cámara que apoyen estos presupuestos por el bien de los ciudadanos y ciudadanas”.
Opiniones las hay muy diversas. Sólo queda la fe. Igual que con la pandemia. Fe en la vacuna. Fe que se vaya pronto. En los presupuestos es igual. Fe en que sean mejores que lo que piensan los detractores aunque no sean la panacea que nos vende la ministra de Hacienda, médico de profesión. Hay papeles cambiados. Tal vez este papel le corresponda a la ministra Calviño, que parece que sabe más del tema. Ha dicho que en el cuarto trimestre la economía se ha hundido de nuevo. El Banco de España prevé para el próximo año un crecimiento del PIB de sólo el 4,1% mientras Montero lo sitúa en el 9,8%. Mucha diferencia. El paro se va al 20% o más y el agujero fiscal será de 80.000 millones. Pintan bastos, como se diría en mi pueblo.
Lo que sí parece claro es que calificar de “expansivos” estos presupuestos es un grave error. El humo que provocará la llegada de dinero de Europa nos impedirá ver la menor inversión, sobre todo de capital extranjero. Habrá aumento de impuestos y sometimiento de la sociedad. El derecho a la propiedad se pondrá en duda si Iglesias, el vicepresidente, sigue mandando. Crecerán los sectores dependientes, lo que quiere Podemos, para tener voto cautivo. El empleo público ha crecido. El sector privado ha perdido más de 800.000 empleos. Son datos del año que muere. El futuro del próximo está por ver. Se prevé muy discrepante. Sólo nos queda la fe. Que se vaya la pandemia. Que funcionen los presupuestos a favor del ciudadano. Fe.