La gestión de la pandemia tiene a todo el mundo conteniendo la respiración. La fecha del 14 de febrero seguirá en el aire hasta al menos mediados de enero. Si para esas fechas el bicho sigue campando por sus anchas se puede plantear un aplazamiento. No es una buena noticia, pero la realidad es la que es. Mientras, los partidos están en el concepto gramsciano de guerra de posiciones.
Por un lado, los tres partidos de la derecha, y extrema derecha, que mantienen su propia guerra cainita, tomando posiciones. Ciudadanos para evitar que la sangría de votos sea irreversible y PP y Vox mantienen una viva pugna, con discurso incluido, para llevarse la mejor parte. No sé si la mejor manera de evitar el sorpaso de Vox al PP, es que los populares utilicen el mismo argumentario. Primero, porque blanquean a Vox y segundo que un votante que opte por estas opciones preferirá al original y no la copia. Solo una cosa les une, el ataque por tierra, mar y aire al PSC señalado como el partido complaciente con el nacionalismo, el independentismo, y que ha abandonado la defensa de la Constitución.
Por otro lado, los independentistas. JxCat arremete sin piedad contra ERC. No en vano se juegan el liderazgo. Los de la CUP siguen con entusiasmo los dardos contra los republicanos, porque nada da más fuerza que localizar al traidor, al enemigo común. Y más si a este enemigo común lo puedes apuntalar como colaboracionista. Todo el independentismo contra ERC, también contra el PSC pero sobre todo contra ERC, y los comunes, buscando su lugar en el mundo, intentando marcar diferencias. No en vano, Gerardo Pisarelo y Jaume Asens han abanderado esta semana a Podemos. Hablando de presos, de república, del rey, de todo lo que haga falta para señalar a los socialistas como los débiles, los no fiables, y erigiéndose en la voz de la izquierda. Sin ello, no lo duden, la izquierda no existiría.
El gran común denominador es el PSC. El objetivo de unos y otros. Para los independentistas no es baladí que la ciudadanía ha comprobado que PSOE y PP no son lo mismo, y menos si al PP le acompañamos de Vox, por lo que hay que arremeter contra los socialistas. ERC lo hace, con prudencia, porque no en vano han pactado con el PSOE. Su hoja de ruta pasa por la gobernabilidad de España. Ser decisivos en Madrid y, como no, en Barcelona. Por eso, supura la herida republicana cuando pierden mucho tiempo defendiéndose de las cornadas del toro desbocado de JxCat que con la confrontación permanente se erige en el genuino representante de los patriotas. En este contexto, se entienden las palabras de Gabriel Rufián en el pleno del congreso “mientras el independentismo de derechas platónico y narcisista ataca por el pasado al independentismo de izquierdas, Iceta acaricia un gato".
Seguramente acaricia un gato, porque sino no se entendería la prudencia del líder socialista. El escenario no le es adverso. Todos los señalan, ergo el voto útil puede buscar refugio. Un voto útil que en 2017 votó Ciudadanos, un voto útil que ve a los socialistas no como el referente, pero si el gestor de referencia de una nueva situación. Con dos elementos a tener en cuenta, al margen del reparto de escaños que, de momento favorece a ERC.
En la última encuesta publicada sobre las catalanas por El Periódico cabría destacar que el voto se decidirá ya no en función del procés, sino de la economía y la gestión de la pandemia, que Iceta es por primera vez el preferido como presidente y que un 32% está todavía indeciso. Más vale no moverse en una foto que el adversario te hace el trabajo, piensan en la calle Pallars, y menos cuando la presidencia de Sánchez pone el viento a favor. Y la guinda, según el estudio, los catalanes prefieren un futuro Govern de izquierdas antes que independentista.
Iceta no se mueve, calienta motores y prepara un golpe de efecto para enero. Nadie suelta prenda pero Salvador Illa está ejerciendo de secretario de organización en el diseño de la campaña e Iván Redondo, el jefe de Gabinete de Sánchez, es un experto en campañas electorales ahora llamadas “disruptivas”, pero que son las sorprendentes de toda la vida. Sus adversarios lanzan periódicamente globos sonda para desprestigarlo, aprovechándose de la buena imagen de Salvador Illa. No es nuevo. Antes lo hicieron con Maragall, que para desprestigiarlo lo comparaban con el serio y sensato Montilla. Esta semana ha sido la bomba. El rumor empezó el lunes. Iceta hará una declaración muy importante en las próximas horas afirmaban los interlocutores. De paso, por lo bajini, eso de entre nosotros, dejaban entrever que Iceta sería reemplazado por Illa. No es un buen candidato añadían.
Llegó el martes y nada. El miércoles tampoco. Iceta ni se inmutó. En el fondo, estos ataques lo están colocando en la parrilla de salida, gana tiempo, y prepara su golpe de efecto. La discreción es absoluta, pero estando Iván Redondo en la cocina del PSC prepárense para una sorpresa, aderezada con otras polémicas como indultos, presos, gestión covid, economía, tercera ola... Sorpresa, que pondrá en valor al líder del PSC que siempre ha dicho que aspira a la presidencia. Está lejos pero la encuesta de El Periódico sitúa a los socialistas en 27-28 diputados, un resultado que no veían desde que Montilla llegó en 2006 a la Generalitat. A veces la historia se repite. Mientras, Iceta acaricia el gato y sus adversarios no se han dado por enterados.