La tragedia de la central nuclear de Chernóbil en 1986 se produjo por fallos humanos y de diseño del reactor, pero sin duda la lenta y torpe reacción del politburó de la cercana ciudad de Pripiat agravó las consecuencias del accidente que no fueron aún más catastróficas por la valiente intervención de un científico, que acabó siendo proscrito por el régimen, y un puñado de héroes que en su gran mayoría perdieron la vida. Lo que está ocurriendo con la gestión de la pandemia recuerda mucho este evento: ineficacia, anteposición de los intereses personales a los colectivos, descoordinación, ineptitud, falta de guías científicas…
Quienes nos iban llevar a una Arcadia feliz se han empantanado cuando han tenido que gestionar de verdad. Ni salud ni economía, desastre absoluto, porque lo que les mueve a quienes nos malgobiernan son sus intereses particulares. El actual ciclo autodestructivo de Cataluña lo iniciamos en 2010 con el anuncio de un supuesto gobierno de los mejores que acabó siendo superado por la bestia que ayudaron a crear. Sin duda ahora estamos delante de una kakistocracia, el gobierno de los peores. No se puede hacer tan mal ni queriendo.
Si no fuesen tan graves las consecuencias sería hasta cómico lo que está ocurriendo. Se cerraron bares y restaurantes y solo sirvió para arruinar al sector, porque luego se cerró casi todo. Se hizo un plan para reabrir locales de ocio la víspera de un cerrojazo mayor. Se cierran perimetralmente municipios para evitar que los boletaires salgan al monte y los paseantes atraviesen los lindes municipales. La Arcadia digital se ha atascado con una humilde página web para solicitar ayudas que ni en la forma ni el fondo ha funcionado. Pero aunque la lista de despropósitos es larguísima lo peor es la división de un gobierno que nunca ha querido gobernar y ahora desgobierna. El sainete de las filtraciones y los plantes de unos y otros es impresionante. Parece que los cómicos en el paro forzoso se han refugiado en el Palau de Sant Jaume y marcan el guion de una decadencia insuperable, subrayado por la patética imagen de los despachos y sillas vacías, como si alguien echase de menos a sus antiguos ocupantes.
Los malpensados dicen que JxCat quiere retrasar las elecciones para construir su nuevo partido y Esquerra quiere llegar al 14 de febrero con muy pocos contagios, aunque eso signifique cargarse las Navidades y la economía, por eso las tensiones en las medidas. Lo importante es lo suyo, su táctica cortoplacista, no la salud ni la economía ni mucho menos la felicidad de los ciudadanos.
La comparación con la Comunidad Autónoma de Madrid es tan evidente que hasta el despechado epidemiólogo de cabecera del ex President vicario dice que ellos sí lo hacen bien. Viajar a Madrid ahora es como ir a otro planeta. Es curioso que los subvencionados medios afines al régimen que antes ridiculizaban a la Presidenta de la Comunidad de Madrid, ahora tienen que como poco darle una tregua. La imagen de la Presidenta Ayuso recuerda bastante a la de la primera Esperanza Aguirre, ridiculizada semana tras semana por Caiga Quien Caiga hasta que tuvieron que reconocer que era un animal político de primera categoría: Ministra, Presidenta del Congreso, Presidenta de la Comunidad de Madrid y no ha sido presidenta del Gobierno de milagro. Díaz Ayuso lleva camino repetir la misma progresión, impulsada su popularidad por quienes le criticaban.
Del España nos roba vamos a pasar a admirar a Madrid donde el alcalde mantiene una envidiable, y necesaria, armonía entre los partidos y la Comunidad una estrategia de microconfinamientos que permite simultáneamente acotar la infección y mantener la economía activa.
Con o sin vacuna tenemos que aprender a convivir con el virus porque la normalidad total no llegará, con suerte, hasta 2022, cuando ya habrá una gran parte de la población vacunada o inmunizada por haber pasado la enfermedad. Arriesgar y controlar, no queda otra. Y para eso hace falta un gobierno sensato que gobierne, que decida y que no esté jugando al despiste. Ahora el enemigo no está en Madrid sino que se reúne todos los martes en la sala del President Tarradellas, mal llamada sala Tàpies por quienes quisieron borrar su memoria.
Ésta es la legislatura autonómica más estéril de la historia y debería acabar cuanto antes, aunque es evidente que parte del Govern quiere alargar la agonía por sus propios intereses. Lo malo es que el 14F o cuando nos dejen votar se seguirá votando más o menos igual y la parálisis continuará. Como cambiar de bando ideológico es anatema y es altamente improbable que por muy mal que se siga gestionando haya cambios de trinchera, ojalá, al menos, voten al Pacma los desencantados. Por lo menos los chimpancés estarían felices.