La síntesis de la sulfamida salvó vidas derrotando pandemias, como la sífilis o la tisis, en la primera mitad de la pasada centuria; y ahora, la batalla contra el Covid avanza con experiencias, como el receptor sigma-1. La salud pública cuenta en su haber con estos dos ejemplos, junto a una larga lista de medicamentos eficaces elaborados por Laboratorios Esteve, la actual Esteve Pharmaceuticals SA, fundada en 1929 por Antoni Esteve Subirana, y presidida hoy por su nieto, Albert Esteve.

Transcurridas tres generaciones --la cuarta ya está en marcha a la espera del relevo-- Esteve va al encuentro de un tiempo de cambios tecnológicos profundos, en el mundo de la investigación y afronta un nuevo posicionamiento de marca en el mercado global. El Idescat sitúa a los laboratorios farmacéuticos en el primer renglón del crecimiento industrial catalán en estos momentos. La enfermedad es el negocio de los laboratorios y el empuje mundial del sector revela que, entre las 500 primeras compañías del planeta, las “10 mayores farmacéuticas superan en beneficios acumulados a las otras 490” (Forbes). La prestigiosa publicación norteamericana lo tiene así de claro: “por cada dólar invertido en fabricar un medicamento se obtienen mil de ganancias”.

 

 

Laboratorios farmacéuticos / YOUTUBE

Esteve se mantiene en el Top Ten español del sector, junto a Novartis, Roche,  Isdin, Alk Abelló, Ferrer Internacional, Boehringer Ingelheim, Cinfa, Merk y Braun, según el ranking de Informa D&B. Esteve mantiene buenas expectativas de la mano de su consejero delegado, Staffan Schüberg, con una velocidad de crucero de más de mil millones de euros en ingresos brutos, con un gran peso de la exportación (el 75% de la facturación). Schüberg que, desde 2018, gestiona profesionalmente la firma con la ayuda de un comité directivo ajeno por completo a la familia propietaria.

El mítico Josep (Pep) Esteve, referente en las empresas catalanas de laboratorios, hijo del pionero Esteve Subirana, relanzó en los años 40 la empresa familiar fundada en su propia farmacia, situada en la Plana de l’Om, de la ciudad de Manresa. La Guerra civil había partido por la mitad aquel proyecto asombroso de su padre Esteve Subirana y su pareja, Francisca (Paquita) Soler, perteneciente a una pequeña estirpe textil de blanqueadores de tejidos; el manejo boticario de los Esteve, inicialmente sin apenas medios, contribuyó a la cura de enfermedades como la tisis, que mostraban entonces una gran letalidad. En la inmediata posguerra, con Esteve Subirana temporalmente exilado en Francia, su esposa hizo fortuna con los Polvos Vichy Esteve, los Polvos para el Dolor de Cabeza  y en las pastillas Pectorales Esteve. Paquita Soler estudió farmacia, elaboró su tesis académica sobre el uso farmacológico de los líquenes de la comarca del Bages y convirtió la botánica en el corazón de sus remedios; lanzó al mercado el Esterosol y convirtió en medicamento las sulfamidas del doctor Domagken, bajo la influencia del gran botánico, Pius Font i Quer y con la ayuda del doctor Josep Laporte, el ex consejero de la Generalitat, que ya de muy joven se había revelado como un mago de la farmacopea. “Fue el laboratorio de los Esteve el que logró la síntesis para el antisifilítico buscado entonces por medio mundo”, en palabras de Laporte, en una entrevista publicada por la Revista del Colegio de Médicos.

El presidente de la farmacéutica Esteve, Albert Esteve / ESTEVE

La ciencia ha sido el gran motor de los laboratorios catalanes, y ahora, cuando algunos cumplen casi un siglo de vida, conviene recordar que estas sociedades de sello privadísimo --Uriach, Ferrer, la cotizada Almirall de los Gallardo o empresas del pasado, como la Andrómaco de Fernando Rubió, la Cuatrecasas, el germen profesional del ex president Pujol, o el grupo Doctor Andreu, entre otras-- han ocupado siempre nichos de mercado competitivos frente a las multinacionales suizas y alemanas. Pero los comienzos no fueron fáciles. En el medio siglo XX , ante la precariedad hospitalaria de entonces, Esteve Subirana y Oriol Anguera, emérito de la Universidad de México, llegaron a extraer penicilina de la orina de los enfermos, en el Hospital de Sant Pau, para reutilizarla con otros pacientes es estado grave. Demostraron que la escasez agudiza el ingenio, aunque el mismo Alexander Fleming, en una de sus visitas a Barcelona, no podía creer que fuera verdad aquella aventura.

El esplendor de los laboratorios catalanes tuvo su propio dream team: Josep Maria Massons, Francesc Donada, Jordi Maragall Noble (padre de Pasqual), Jordi Pujol i Soley, Pep Esteve y Joan Uriach, promotores de la revista Industria Farmacéutica, bajo el influjo permanente del profesor Puig Muset, que presidió la Sociedad Catalana de Farmacología, desveló la importancia de la vitamina E y fundó su propio laboratorio, Pevya.

Amistades y alianzas empresariales

La industria de los laboratorios fue durante muchos años un lugar de encuentro entre bandos políticos marcados por la posguerra; un buen ejemplo de ello fue la amistad entre Puig Muset y el catedrático de farmacología, Francisco García-Valdecasas, un aliadófilo del bando franquista, que fue Rector de la UB y que acabaría convirtiéndose en Gobernador Civil de Barcelona. En los años sesenta, Puig Muset fue el amparo científico del doctor Josep Trueta, tras su regreso del exilio, después de haber desempeñado una cátedra de medicina en Oxfort. Los farmacólogos vivieron con emoción la candidatura de Trueta al Nobel de Medicina, que finalmente no llegó a causa de las presiones del antiguo régimen. Fueron años de ascenso de las pocas empresas del sector volcadas hacia el bando ganador, como el caso de los Laboratorios Andreu, gestionados por Juan Antonio Andreu Bufill, hijo de Salvador Andreu, el inventor de las pastillas contra la tos. Andreu asumió la presidencia de Farmaindustria, la patronal homologada en Europa gracias a Romay Beccaría, ex consejero de Sanidad en la Xunta de Galicia, con Manuel Fraga, y ex ministro de Sanidad en el Gobierno de José María Aznar.

Los Andreu y los Esteve protagonizaron grandes debates sobre la necesidad de poner al día las patentes españolas, una tesis que defendieron lo farmacéuticos de Manresa frente a la indiferencia del establishment. La gran cabecera española, Laboratorios Doctor Andreu, mantuvo la carta negacionista derivada de la autarquía económica, lo que, en la práctica, acabó aislando a la empresa. Poco después, la espectacular caída de resultados de emporio Andreu acabó con su práctica liquidación.

Investigación y manufactura

La industria del medicamento vislumbra ahora un futuro prometedor gracias a la apuesta financiera de Bruselas por el valor añadido. Al entrar de lleno en el mundo de las probetas, los fondos de la UE pueden fortalecer una reindustrialización similar a la que se ha producido en ejemplos, como la metalurgia norteamericana, según la versión del célebre documental The American factory, en el que Steven Bognar expone la reapertura de una antigua fábrica de General Motors, en Dayton (Ohio), alimentada por la inversión de un millonario chino.

En el cruce de caminos de la nueva etapa, la elección de Esteve está tomada: la empresa familiar aporta su fórmula público-privada basada en la colaboración con institutos de prestigio, como el Parc Científic de Barcelona (PCB), el Centro Nacional de Análisis Genómico (CNAG), el Instituto de Bioingeniería (IBEC) y el Institut de Recerca Biomédica (IRB). En el centro de esta constelación de expertos, que unen investigación y manufactura, se encuentran los avances para el uso del receptor sigma-1, destinado a la cura del Covid.