Siempre he creído que en la vida las cosas acaban produciéndose y resolviéndose de forma natural. En la actualidad todo el sufrimiento, la división de la población, el hundimiento de la economía, el prestigio social y la histórica referencia para España de Cataluña, que ha provocado el procés en todas sus vertientes y dolorosas aristas, también irá sucumbiendo y destruyéndose consecuentemente de forma natural. Y al margen del agotamiento, el hastío, la decepción y la división de la población de Cataluña, la justicia, el Estado de Derecho y los tribunales se van encargando de, de forma natural y contundente, ir poniendo las cosas en su sitio en un equilibrio que nadie jamás debió alterar.

Quiero sin titubeos manifestar mi satisfacción ante el golpe judicial asestado al equipo ideológico de la desestabilización social producida por el engendro violento denominado Tsunami democràtic a raíz de la sentencia inapelable hacia los políticos golpistas, que además ramifican en otros delitos de malversación de caudales públicos, corrupción, ilegalidades económicas hacia el prófugo de Waterloo, hasta alcanzar indudables conexiones con las mafias organizadas de países que solo esperan encontrar grietas de cohesión para barrenar nuestras estructuras más sólidas.

Es una lástima que nuestro sistema judicial sea tan lento y muchas veces impotente por los propios procedimientos y falta de medios humanos y materiales, pero cuando menos nos queda la satisfacción de que al final todo acaba llegando,  tarde pero llegando. Y en éste caso si cabe, la acción de la Ley debería ser incluso más potente y ejemplarizante que la del procés con su juicio y condena de los políticos golpistas pues ellos materializaron un golpe de estado institucional pero los ahora acusados e imputados han perpetrado una verdadera provocación violenta y agresiva, es decir han sido los ideólogos y directores de una declaración de guerra empujando a la juventud a actos de una violencia inédita y desconocida en la ciudad de Barcelona y en toda Cataluña.

Alentar y enfurecer a los jóvenes y enfermos infectados de maliciosos sueños de libertad para encender la mecha de una guerra callejera pseudo terrorista es un acto auténticamente criminal y quienes han creado el ideario, definida la estrategia y financiado la organización logística y material son unos  criminales a los que la justicia debe detener, juzgar y condenar a pagar por ello hasta el último daño moral y material causado. Cuántas lágrimas, cuánto estupor en los ciudadanos de Barcelona que como yo vieron arder sus calles, su ciudad, alterada su paz y convivencia. Cuánta responsabilidad social hay en ello.

Como no me cabe en la cabeza que alguien sea capaz de asesinar, descuartizar o enterrar en vida a cualquier ser vivo, mi mente no concibe que gente con formación y tras su traje y corbata sean capaces de generar una tal crueldad para enviar a una horda de fanáticos a machacar todo lo que a su paso encuentren, policía incluida, quemar las calles de la ciudad, atemorizar a los ciudadanos o colapsar las arterias de circulación de un país que necesita la normal actividad para que esos mismos fanáticos enfermos puedan seguir comiendo, usando las redes sociales que les brinda la tecnología y el progreso, eso sí también con capuchas de marca y ropa de diseño.

No debería ser pero es así de triste que aunque la Fiscalia General a sueldo del Sr. Sánchez intente minimizar los hechos y la prensa catalana subvencionada los silencie o proclame que todo es un montaje de la extrema derecha, los jueces y los tribunales han estudiado los hechos a fondo y cuando han tenido todas las pruebas e información han imputado a toda la cúpula responsable.

La tristeza e indignación que nos produce a todos los catalanes en particular y españoles en general cuando tenemos que asistir al incendio de nuestra ciudad Barcelona con imágenes insólitas de guerra, nubes de humo y llamas que todo el cielo invadían, requiere una satisfacción y sin duda debe ser la condena de la banda de criminales, de toda la banda, además con la condena a indemnizar económicamente los destrozos ocasionados y condenar al ostracismo, el desprecio y el olvido a todos ellos.

A veces se hace difícil entender que haya siquiera un ciudadano en Cataluña que pueda llegar a votar a partidos que se enorgullecen de trabajar para la destrucción de España, eso sí, cobrando sus buenos sueldos del erario de los españoles, pero hay que reconocer que tienen su público y sus votos, lo que me induce a pensar que si hay gente así en la sociedad, qué no habrá en la calle con las bandas organizadas de encapuchados violentos, sin formación y escrúpulos cuyo único objetivo es el incendio y el saqueo.

Por eso es por lo que ratifico la indudable condición de 'criminales' a los ideólogos y responsables hoy día imputados y si con el cúmulo de pruebas aportadas por los tribunales de su delictiva actuación, la justicia no los aparta de la circulación social, creo que la confianza en mi tierra Cataluña y en mi país España recibirá una herida de la que jamás sanaré.

Y en todo caso se ha descabezado la banda golpista primero y criminal ahora pero siempre hay alguien que está por encima de todos ellos, que todo lo sabía y bendecía, y lo sigue haciendo con total desparpajo e impunidad. El gran maestro de ceremonias.

¿Estaríamos de acuerdo en cuál es la persona en la que estamos todos pensando ahora?

Destacadas en Crónica Política