Cuando uno toma decisiones que tienen que ver exclusivamente con su persona sabe que va a tener que apechugar con las consecuencias positivas o negativas que esa decisión le va a comportar a él de modo individual o en aquella pequeña o grande parcela que le pertenece. Cuando estas resoluciones tomadas se deciden en nombre de una Institución que pretende representarnos a todos, los costes reputacionales de dicha decisión trascienden a las causas de la decisión misma. Eso vale para todos y para todo. Para el Rey, para el presidente del Gobierno o para el President de la Generalitat. La que tomó el Gobierno de no permitir que el Rey presidiera el acto formal de la entrega de despachos de los futuros jueces en la Escuela Judicial en Barcelona la semana pasada ha llenado, como no podía ser de otro modo, páginas de periódicos y debates de diverso calado.
Según mi manera de ver la teoría está muy clara: si resulta que la Constitución exige que todas ( y cuando digo todas quiero decir todas) las resoluciones judiciales sean éstas penales, civiles o administrativas vienen encabezadas por la frase “En nombre de su Majestad el Rey Felipe VI, y por lo tanto los jueces sentencian bajo esa tutela formal, no cabe ninguna excusa para no estar presidiendo el acto que legitima a los nuevos responsables de ejercer una función de tan trascendente fondo.
Por mucho que el Gobierno del estado español quiera convencernos que ha sido una cuestión de seguridad o de convivencia las causas que han recomendado la no presencia del Rey en tierras catalanas en un momento como el que estamos viviendo: pandemia, inhabilitación del presidente Torra, proximidad del aniversario del 1-O…. todos sabemos que afrontar la incomodidad de los desórdenes, los insultos, o los vilipendios y manifestaciones que pueda generar la presencia del monarca aunque pueda no gustar, va intrínsecamente ligado a la responsabilidad de ejercer dicho cargo. La excusa dada por el gobierno de Pedro Sánchez de la seguridad y la convivencia es pueril y poco creíble.
Mal que nos pese a muchos que no tenemos nada de monárquicos y que no nos encontraran defendiendo la realeza como institución necesaria en una democracia, mientras vivamos en un país con una Monarquía Parlamentaria democrática, el Rey tiene que ejercer todas sus funciones con responsabilidad y asumir lo bueno y lo malo que esas funciones conllevan. Y quien es el Jefe del Estado de todos los españoles, y de todas las autonomías de este país, se debe a esta representación. Y el Gobierno que mande debe tener en cuenta esa necesidad representativa para con todas las administraciones autonómicas que conforman el Estado Español.
Otra cosa es, y quiero pensar que ahí está la clave de la cuestión de la ausencia Real de la semana pasada en el acto de la Escuela Judicial que, como el Gobierno de Pedro Sánchez necesita pactar los presupuestos y a la vez bajar la tensión con los partidos y reivindicaciones independentistas ante unas próximas elecciones en Cataluña, ha cedido a tener ese gesto ante las demandas pueriles de la política infantil que ejercen esos mismos lideres independentistas. Si esa teoría es la correcta y sirve finalmente para alguna cosa… bienvenida sea. Aunque quizás si la gestión de la política no mejora no sé si sabremos luego reconducir tantos ademanes fútiles y tanta falta de categoría institucional.
Solo cabe volver a pararnos en el que por ahora es el último capítulo de esta política aniñada que también nos ha llevado en Cataluña a que se haya inhabilitado al Presidente de la Generalitat por desobedecer a la Junta electoral corrompiendo el valor neutral de una Institución como la Generalitat en período electoral.
No sé yo , no sé yo…Que no nos sea a todos demasiado tarde…