Hay una frase recurrente para el primer día de otoño: el otoño caliente, que lo será, sin duda. Pero en este complejo año, con independencia del tiempo que haga, más que frio es helado para todas las generaciones por igual: los viejos porque caen, los padres por el temor a caer, a los adolescentes porque están en la primavera, y los niños porque no saben. Nunca olvidaremos éste año mientras vivamos. Como en 1918 con la gripe mortal, que no era española, y fue un invento del grupo Hearst norteamericano.
No me quiero repetir ,pero no me gusta ningún político (rojos, azules, amarillos, morados o naranjas; ningún me merece confianza). Me gustaría ser alemán o sueco.
Hablando de nuestra nación, la que nos preocupa porque es nuestra casa, me gustaría que el presidente fuera mujer, no Isabel Díaz Ayuso, muy mona pero poco más. Por supuesto, quisiera tener a Angela Merkel, pero aquí tenemos la pareja Pedro y Pablo. No son los Picapiedras, cuando los de mi quinta éramos niños, porque esos personajes eran amigos, y esta pareja son enemigos íntimos.
No como Sánchez y Casado que son enemigos declarados, por eso no me importaría ser alemán, pero la Historia nacional nos ha marcado una cicatriz a mi generación y me temo que a la siguiente.
Cada día helado de este maldito año despertamos con una navaja de Bruto, como ayer el segundo fiscal Navajas, apuñalando a la Fiscal General del Estado, la ex ministra de Justicia. Es decir al presidente Sánchez.
En mala hora el presidente del gobierno nombró a Salvador Illa ministro de Sanidad, lo conozco personalmente, y me fio de él. No entiendo por qué en España hay más muertos y afectados que en EEUU, Brasil o Italia. Ni yo ni nadie se lo explica, sea cual sea los muertos que haya, hasta en eso no se pone de acuerdo la oposición.
No me gusta el gobierno de España, pero menos la Generalitat de Carles Puigdemont, la última ocurrencia de su títere en la plaza del Palau de Sant Jaume, al aconsejar a los catalanes que no viajen a Madrid y a los madrileños que vengan por avión o AVE les tomarán la temperatura para que no nos infecten, eso no se le ocurrió a Ayuso cuando Cataluña estaba hechos unos zorros.