La incompetencia gestionando la fase actual de la epidemia es tal que ya comienzo a apuntarme a la teoría de la conspiración. A una simple conjura de necios le costaría mucho sumirnos en el caos actual.
La dejación de funciones del Gobierno de España hace que cada comunidad autónoma gestione la epidemia como quiera, evidenciando que tener competencias no es sinónimo de ser competente. Es inaudito que a estas alturas no dispongamos de una aplicación nacional que facilite el rastreo de casos. Algunos puristas dicen que un Estado de derecho no puede violar así como así la intimidad de los ciudadanos. No lo niego, pero por no hacerlo luego los que nos malgobiernan nos roban la libertad de movimientos, de reunión y hasta el derecho al trabajo. Me consta que muchas empresas se han ofrecido al Gobierno para implantar soluciones que ya están probadas y no hay que olvidar que la primera multinacional tecnológica española, Indra, provee de soluciones de rastreo a muchas empresas y es parcialmente propiedad del Estado a través de la Sepi. El problema no es ni técnico ni económico, es de decisión. Pero si no se quiere usar tecnología que se ponga un ejército de rastreadores. De nuevo se han ofrecido empresas, ONG, ayuntamientos y ahora hasta el Ejército… y nada, seguimos como en la Edad Media, ciegos y sordos, aunque felizmente todavía no mudos.
Siendo el rastreo la mejor arma para la contención, que no usamos, para tomar decisiones hay que tener un conteo eficiente de los casos y éste es un tremendo disparate. Cada autonomía hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere. En Cataluña se mezclan PCR con test rápidos, con evidencias epidemiológicas y con test de seroprevalencia lo que da un número abultadísimo de contagios, especialmente cuando se reconoce que casi no se realizan rastreos, siendo Cataluña la comunidad autónoma que menos test rápidos realiza y la novena por PCR. Los hospitalizados no se informan en el sistema de vigilancia epidemiológica (SiViEs) y el seguimiento epidemiológico tampoco se completa en el sistema Renave. Y el Ministerio de Sanidad ante esta dejación de funciones mira para otro lado, no sea que le tachen de recentralizador.
La inacción ya tiene sus primeros resultados, Francia recomienda no pisar España y Reino Unido impone cuarentena a quien regrese desde nuestro país. A la porra la temporada turística en toda España, no solo en Cataluña que bien pareciera es lo que pretende el Govern. Los hosteleros canarios ya tienen otro motivo más para agradecer al Govern de la Generalitat sus desvelos por el bien de España. La pregunta es qué porras hace el Ministerio de Exteriores además de sentarse de igual a igual con el ministro principal de Gibraltar, algo así como el alcalde de una localidad de 30.000 habitantes, monos no incluidos. La siguiente será que los presidentes de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla se sienten con el Ministro de Exteriores de Marruecos. ¿De qué sirve la marca España?
Tenemos que convivir con este virus al menos durante un año más, si no es toda la vida. Y convivir significa gestionar. Si las juergas de los jóvenes son un vector de contagio, ¿qué se hace por concienciarles? Nada. Nadie se ha gastado ni un euro en campañas que las vean los jóvenes, o sea en redes sociales. Todas las empresas que venden productos a jóvenes usan influencers para mandar mensajes en las redes sociales a su público target. Los anuncios en la televisión o en prensa no los ven los jóvenes, por eso en 2019 la inversión publicitaria en redes sociales ya superó a la inversión en televisión. Eso lo sabe hasta el último becario del departamento de marketing de la empresa más carca, pero parece que no lo saben ni en los ministerios ni en las consejerías.
Los datos son imprescindibles para seguir una epidemia, pero tienen que ser justos, comparables y homologables. Es hora de replantear todo el sistema de captación y transmisión de información, así como la cesión de competencias y, sobre todo, no es hora de tomarse vacaciones. Lo dijo el representante del Ejército en una de las ruedas de prensa durante el estado de alarma, en la guerra todos los días son lunes. Veremos cuántos políticos siguen esta consigna y cuántos se van a la playa, uniendo a la actual negligencia la dejación de funciones.