Podemos comprobar recientemente como la sociedad civil española anda notablemente nerviosa y alterada, y no es para menos cuando el país se halla sometido a una enorme convulsión desde el punto de vista sanitario, económico, de una nueva convivencia a la que estamos obligados y que alienta por indefensión brotes de violencia. O por poner un ejemplo la impunidad del movimiento okupa que ante el confinamiento invaden residencias de veraneantes ausentes sin que nadie ponga freno a tamaña agresión a la propiedad honradamente privada. Y mientras, aprovechando también esas debilidades sociales, los sectores populistas comunistas, grupos anti sistema y feroces independentistas, incluyendo las voces que surgen de la misma mesa del Consejo de Ministros, y Ministras (sic), se está produciendo un miserable y traidor ataque a las Instituciones del Estado, a la misma Corona, al marco jurídico y Estado de Derecho, sin olvidar a la Guardia Civil y demás cuerpos y fuerzas de seguridad.
Y en ese escenario salen a la luz nuevos actores en forma de plataformas, grupos y personas que con mayor o menor organización obtienen, más, menos o nula proyección y penetración en la ciudadanía. Y es una verdadera lástima que cada cual haga la guerra por su cuenta, guarde celosamente su entorno y señas de identidad secuestrando sus muchas y grandes capacidades que de por sí se verían multiplicadas si se actuara conjuntamente y con unidad.
Así mismo aparecen por doquier constantemente manifiestos en defensa y apoyo de esto y aquello cuando de la lectura de todos ellos se deduce sin duda que todos están/estamos defendiendo lo mismo. A España como país de todos, nuestra integridad territorial, el futuro en concordia solidaridad y progreso de las nuevas generaciones y en definitiva la paz y convivencia como ciudadanos libres e iguales.
También es curioso observar el conjunto de adhesiones que recibe cada manifiesto pues en mayor o menor medida, hay asociaciones firmantes que ya no existen, otras fusionadas en plataformas, otras repetidas que no representan a nada ni a nadie y finalmente firmas unipersonales que parece que firman todo aquello que se les pone por delante , eso sí, con toda su buena fe y disposición Parece pues a veces que asistimos a un campeonato de manifiestos que en principio no permeabilizan y vuelan en el aire perdiéndose con cualquier ligero soplo de viento.
Y a todo esto yo me pregunto. ¿No podríamos en un acto de generosidad solidaria, sin perder una brizna de nuestras propias líneas de trabajo y programas por sectores en defensa de España, establecer un marco común de relación y unidad de acción en todos aquellos temas que afectan a toda la ciudadanía sin excepción, que son comunes y nos harán ganar también a todos?
¿Tan difícil puede llegar a ser aportar nuestro esfuerzo y energía para construir la casa de todos o el arca de la libertad también para todos?
Quizás los españoles somos individualistas y no conocemos la solidaridad entre grupos sociales o la colaboración franca y desinteresada cuando deberíamos conocer que todos somos responsables por igual de lo que nos ocurra o nos depare el futuro. Andamos sobrados eso sí, de energía y creatividad que malgastamos en disparos al aire de corto alcance y representa una falsa satisfacción pensar que uno ya tiene su asociación, ha hecho su manifiesto y ha obtenido un puñado de adhesiones, mientras que los auténticos enemigos del país se frotan las manos porque ellos sí saben lo que quieren y lo que hay que hacer para que parezca que andan unidos aunque sea a bofetadas y puñaladas internas.
No es ésta una reflexión crítica ni derrotista, es simplemente un llamamiento porque la llave y el secreto de sacar adelante el país lo tiene, lo tenemos la sociedad civil que con nuestra democracia institucional ponemos y quitamos gobiernos pues somos quienes les damos el mandato con nuestros votos para gobernarnos. Por eso lo he titulado manifiesto de manifiestos y por eso lo hago público. ¿No pensamos todos que hay que cambiar las cosas y poner un rumbo estable en el país? Pues vamos a ello.