No han abierto la boca. Mudos. Los dos. Tras las elecciones gallegas y vascas los dos máximos responsables del Gobierno han permanecido mudos. Por fin, tras unas elecciones, no han ganado todos. Esta vez no. Sólo han ganado dos. El resto ha perdido. Por fin, tras unas elecciones, algunos han perdido. Y los perdedores son Pedro y Pablo. Sobre todo Pablo Iglesias. Los electores ya lo conocen y su partido se está yendo por las cloacas. ¡Vaya noche la del pasado domingo! Siempre los políticos pasan las horas de contar las papeletas apretando el culo contra la silla. Cruzando los dedos para que las encuestas a pie de urna se equivoquen. Temblando por si los votantes de mala uva han ido y han votado al contrario. Como represalia, como venganza. Le tiemblan las piernas pues se juegan el poder, la silla que les da seguridad, poder, dinero e influencia. Todo a la vez.
En Galicia y el País Vasco no ha habido sorpresas. Por arriba, por los ganadores. Feijóo y Urkullu iban de ganadores y ganaron. Pero sí hubo sorpresas en los demás. Los socialistas, tras dos años en el poder, no han ganado un solo voto. Malo. Sólo con los fieles no se va lejos. Se necesitan los de al lado y, normalmente, con el poder se consiguen. Los de Podemos han dejado de respirar. Desastre. Han cogido la cuesta abajo y no hay quien los pare. Están pasando a ser irrelevantes. Y Pablo no se inmuta. No le importa el partido, al que tiene abandonado. Sólo le importa su silla y la de su compañera. Malo será que en Madrid no se saquen dos escaños… En Madrid hay mucho votante y dos escaños se consiguen fácilmente. A los compañeros de partido que les den. Eso debe pensar Pablo, Pablito, Pablete. Su desprecio es total. Los votantes no son como los militantes, no son fanáticos, y por ahí ha empezado Pablo Manuel Iglesias Turrión a recorrer el sendero del precipicio, el sendero del fracaso.
Ya Errejón y Carmena le habían mostrado a su antiguo compañero los escalones de bajada al inframundo electoral. La izquierda a la izquierda del PSOE se va quedando en nada en las urnas. Nada en Galicia. Casi nada en el País Vasco. Y que no sean pronto las elecciones generales que sino… se puede quedar en nada en Madrid. Ya Iglesias va tomando nota. Está vislumbrando su futuro. Aprovecha el presente que el futuro no se ve limpio. Puede haber un final mucho antes de lo previsto. Vendrán elecciones en Cataluña y ya se pueden atar los cordones par correr. Torra y Puigdemont los van a empujar por el hueco del ascensor. Y así irá sucediendo en el resto de España. El ‘sarampión político’ que afecta a los podemitas no parce tener cura. No se ve a Iglesias con la vacuna adecuada. Puede que ya no le interese. Él sí consiguió su sillón. Hasta aquí hemos llegado. Lo demás no cuenta.
¿Qué va a hacer Pablo Iglesias? ¿Va a permanecer en la poltrona con chófer y aduladores? ¿Va a salir del Gobierno a calentar la calle aprovechando la crisis económica? Difícil decisión. Muy difícil. Porque a él le gusta su narcisismo y el sillón azul. Que trabajen otros por el partido. Pero no los hay. Los echó. A sus compañeros de nacimiento del partido los echó. Y ahora le mandan mensajes de ‘apoyo’. Sólo hay que escuchar a Bescansa y a Espinar.
Si recordamos lo que nos decían hace unos años es para borrarse de la política. Iban a ser los promotores de un nuevo tiempo. Empezaba el despertar de un nuevo tiempo, el despertar de la sociedad traicionada por la Transición. Ventanas abiertas, nueva ventilación. No lo hemos visto. Sólo hemos visto purgas y divisiones. Mentiras, odio, conflictos, purgas, ruido, traiciones… En vez de sumar han eliminado a compañeros y fundadores. Se han sentado en ministerios y su mediocridad causa sonrojo. Con ver el ministerio de Igualdad y su remolque de asesoras queda todo claro. Mediocres en busca del sillón. Y del poder. Y del dinero.
No se olfatean buenos tiempos. Tampoco para Pedro Sánchez que no ha recogido ni un solo voto de los perdidos por Podemos. Y está en el poder. Peligro. El PSOE ha pasado a ser el tercer partido en Galicia y País Vasco. Puede ser un aviso. Seguro.
Quedan avisados Pedro y Pablo. Los votantes buscan otros nombres. Vayan buscando curro donde no los conozcan. Han subido tan alto que la caída será sonada. Lo advirtió Eurípides cuatro siglo antes de llegar Jesús a este mundo: “Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco”. Todo se va cumpliendo. Y, si no les importa, por favor, al salir cierren la puerta.