Fue la frasecita con la que el admirado José María García se refería, noche tras noche, al entonces presidente de la Federación Española de Fútbol, Pablo Porta. Lo recordamos. Pues hoy se la dedicamos al vicepresidente del Gobierno de España Pablo Manuel Iglesias, con todo el respeto que él no ejerce. ¡Quién lo diría! Pablo Iglesias, Vicepresidente del Gobierno. Lo consiguió. Un sillón junto a Sánchez. Y a vivir. Destruyó a sus compañeros-fundadores del partido Podemos. No queda ninguno. Sólo él. Él. Y sus damas. No todas. Y, ahora, en Moncloa, quiere triturar a los periodistas que le sacan los colores, que le critican por alguna de sus andanzas. Quiere someterlos. Que nadie ose criticar su vida, su forma de gobierno, su poder. Stalin en La Moncloa. Y Sánchez se lo permite. Ambos viven para el poder. Ambos desprecian a los medios. Pero utilizar la sala de prensa de Moncloa, Presidencia del Gobierno, para hacer defensa de su partido nunca se había visto. Mezcla gobierno y partido. Intolerable. Y se vendía como un político demócrata. No conoce la palabra demócrata. Su significado, menos. Ya lo advirtió Hannah Arendt: “El revolucionario más radical se convertirá en un conservador el día después de la revolución”. El día después de sentarse en La Moncloa.
Pues Pablo, Pablito, Pablete ha llevado su arrogancia al límite y desde Presidencia ha lanzado un aviso a toda persona discrepante. Mando yo, los demás obedecéis. Lo que yo haga siempre está bien hecho. Los demás, silencio. Ya gobierna Stalin desde La Moncloa. Tú, Pedro Sánchez, guarda también silencio. Puede que salgas de Moncloa antes que Pablito. Eso pretende. Tú, Pedro Sánchez, súmate al escrache contra los medio incómodos. Tus tres ministros del PSOE presentes ya lo hicieron. Consintieron, luego comulgan con las palabras del Vicepresidente Pablo, Pablito, Pablete. Se abrió la veda contra los periodistas con la firma de Presidencia del Gobierno. Al que moleste lo fulmino, vino a sentenciar el Vicepresidente. Y Pedro, traga. Necesita a los 35 diputados de Pablo, Pablito, Pablete para seguir en Moncloa. Lo que ambos pretenden.
Algunos comentan que el ‘caso Dina’ ha debilitado a Pablo. Dudoso. Pablo entierra sus ‘casos’ bajo mármol. Seguimos. Hasta el próximo ‘caso’. Y Pedro Sánchez, como lo necesita, no se da por enterado. Es necesario para seguir en el gobierno. Para que el barco avance. Se necesitan. Nosotros mandamos, nosotros gobernamos, si no os gusta os podéis ir. Juntos quieren agotar la legislatura. Juntos quieren perpetuarse en el poder. Juntos quieren seguir tres años más para cambiar el país y que no lo conozca ni la madre que lo parió, como bien adelantó Alfonso Guerra. Ahora sí se puede cumplir.
Se están viendo cosas que nunca hubiésemos imaginado. Hace unos días se suspendió la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Estaba en auge el ‘caso Dina’ Así se evitaron preguntas sobre el tema. Error. Las ruedas de prensa en Moncloa tras el Consejo son obligatorias para explicar a los ciudadanos las medidas del Gobierno. A todos los ciudadanos. Porque a todos representa el Gobierno. No debe haber partidos. No lo entienden todavía. No entienden que son el Gobierno. Les gusta la bronca. Les gusta el personalismo. Les gusta el ruido. Pero parece el prólogo ya escrito de gobiernos autoritarios. Crean el delito de opinión. Denuncias. Y los periodistas pasan a ser el blanco de las iras del gobierno y sus satélites creados con antelación. O sea, sus soba-espaldas o lame-culos, que siempre hay.
Esto empieza a preocupar. Porque denunciar las mentiras y las negligencias de este Gobierno con el Covid-19 empieza a tener consecuencias. Se le señala, se le persigue. Autoritarismo. Eso se llama autoritarismo. Lo que está ya haciendo este Gobierno de Pedro y Pablo. Ya lo hace con profesionales de la comunicación, sobre todo con los de la televisión, que es el medio que más cuenta. El ejemplo es Vicente Vallés. Les acosan, les humillan, les persiguen. Al que critica hay que destruirlo. Eso se llama autoritarismo. Desde el Gobierno se critica el pluralismo. Se hace un llamamiento a seguir a ciegas al Gobierno. Todos unidos tras el Gobierno, aunque haya sido un desastre en sus medidas contra el Covid-19. A seguir en el poder. Mantener el sillón y el que discrepe, eliminado. Esa parece ser la ideología de Pablo, Pablito, Pablete. Y Pedro Sánchez, en la sombra, lo consiente.
Todos escuchamos a la portavoz del Gobierno Montero decir que “nuestro respeto a los medios de comunicación está fuera de toda duda”. Ya. Mantener una pequeña distancia. Insípida. Pero Pedro no ha dicho nada. Se ríe en su interior. En el fondo, le gusta. Que Pablo someta a los medios. Pero que no se distancie porque sino vamos a la ruptura. Y adiós al Gobierno de Pedro y Pablo. Lo veremos en otoño cuando el hambre llame a la puerta de los más de cinco millones de parados. Porque la democracia está al servicio del ciudadano, no del poder. No decide el Gobierno lo que hay que criticar, ni lo que hay que aplaudir. La prensa no va a obedecer.
Ya les gustaría. Sobre todo a Pablo, Pablito, Pablete.