El proceso separatista fue promovido por muchas razones: tratar de ocultar las corruptelas de la familia Pujol y CiU, los recortes de gasto público que tenía que impulsar el partido gobernante en la Generalitat allá por el año 2012 y para ocultar su nefasta gestión social. A esta última cuestión me referiré en este breve artículo recordando cinco indicadores de los que nunca se habla en esta Cataluña nuestra podrida por la milonga lazi.
En primer lugar, quiero recordar que, según la Asociación Estatal de Directores y Gerentes en Servicios Sociales, Cataluña no cumple la ratio de tener cinco plazas de residencias por cada cien personas mayores. Según esta entidad, esta comunidad autónoma gobernada por el sectarismo tiene un déficit de 8.038 plazas de residencia de ancianos.
En segundo lugar, Cataluña lidera el podio a nivel nacional en mala gestión sanitaria. El tiempo medio de espera para ser operado es de 146 días (la media en el resto de España está en los 115 días) con una tasa media de 23,32 pacientes en lista de espera por cada mil habitantes. Hay 168.000 catalanes esperando una operación mientras su gobierno autonómico se gasta 240 millones anuales en mantener una mastodóntica TV3 obsesionada en adoctrinarnos políticamente.
El tercer dato que me gustaría recordar es que Cataluña también lidera el número de barracones escolares de España. Hasta 20.000 niños van al colegio en esas condiciones de media cada año, con el silencio cómplice de los untados sindicatos.
La cuarta referencia es recordar que un dependiente catalán, reconocido como tal, espera de media un año y medio en ser atendido (según la ley ese plazo no debería superar los tres meses).
Cataluña es la cuarta comunidad de España con más retraso en la tramitación de los expedientes (se necesitan 576 días de media, el doble que Madrid). Hay ahora más de 100.000 catalanes en espera de valoración de grado de dependencia y en espera de atención mediante servicios o prestaciones. Somos, tristemente, la CCAA con un mayor porcentaje de personas con prestación reconocida sin recibir atención (un 32%). Cada día mueren en Cataluña entre ocho y diez personas a la espera de recibir las ayudas solicitadas recogidas en la Ley de Dependencia, según la Federació d'Associacions de Gent Gran de Catalunya. Una cifra escalofriante que refleja una profunda injusticia social.
Por último, me gustaría recordar darles una pincelada a las carencias de nuestra justicia. 101 jueces han abandonado Cataluña desde el intento de golpe de estado condenado por el Tribunal Supremo del 1-O de 2017. Cataluña está a la cola en la ratio de jueces en España y Europa. Es obvio que esta situación está íntimamente relacionada con el continuo ataque y la falta de respeto de las instituciones catalanas con la Justicia. No es casualidad que la Asociación Profesional de la Magistratura suplique al Ministerio de Justicia el pago de incentivos económicos a quienes cubran plazas en Cataluña. La situación será dantesca en materia judicial cuando se empiecen a colapsar (un poco más) los juzgados con el aluvión de quiebras y concursos de acreedores de empresas como consecuencia de la coronacrisis.
Creo que estos cinco ejemplos representan algunas de las principales preocupaciones de la gente normal. Los debates impostados sobre si queremos u odiamos a España son perniciosos, estériles y sólo sirven para darle de comer a unos cuantos fabricantes de bilis con coche oficial. Urge un radical cambio político en Cataluña para hablar de lo importante.