Querido Diario,

Finalmente puedo abrir tus páginas para expresar, a través de mi pluma Montblanc-Meisterstück Classic y con una sinceridad absoluta, cómo me siento. Ya no soporto más la situación en la que me encuentro. Estoy harto del maldito virus. Todo es virus, todo; que si el coronavirus aquí, que si coronavirus allá. Basta ya, me digo, en voz alta y fuerte.

Estoy gritando, en este magnífico Pati dels Tarongers, donde ando y escribo, embargado por los tantos siglos de historia que me envuelven.

Tú, caro diario, eres el único interlocutor a quien me puedo dirigir con total honestidad: ¡no puedo más!

Estoy harto, saturado de gestionar. Yo no fui investido Honorable para gestionar nada. Ni una autonomía ni una pandemia. Nada. Yo no estoy destinado a esto porque, como sabes, yo nací para llevar al pueblo de Cataluña a alcanzar las cotas más altas posibles de libertad y dignidad: la independencia de nuestra nación. Cuando uno es ungido con esta alta misión en la vida, ¿para qué le cae un bicho entonces?

Sin embargo, mis asesores están muy satisfechos. Dicen que vamos ganando. Que el pueblo nos sigue creyendo, que hemos logrado mantener las dos ideas-fuerza que necesitamos en este momento: la primera, que España y Cataluña son dos entes distintos, sin ningún entrelazamiento, sin ningún vínculo. Y la segunda, que el Gobierno central lo está haciendo rematadamente mal, siempre y en todo lugar, y nosotros, muy bien y con una eficacia envidiada en todo el mundo.

Nuestros medios de comunicación están respondiendo como siempre, absolutamente fieles, firmes a nuestro lado, transmitiendo estas dos ideas-fuerza con pasión y censurando también con pasión a aquellos que las cuestionan.

El otro día mis asesores se reían con fruición. Resulta que Albano Dante Fachín había hecho un tweet diciendo que yo, Quim Torra, un día gobernaría España, porque mis ideas son superiores a cualquier cosa que pueda parir un socialista español. Ja, ja, ja, ja…  ¡ …que yo gobernaré España...! Qué tontería. Pero mis asesores insistieron: con la cuestión de la salida de los niños y niñas hemos vuelto a realizar una jugada maestra. Que tantos alaben tu planificación y gestión, Quim, es exactamente lo que necesitamos.

Te preguntarás que táctica usamos con lo de la salida de los menores. Pues, la de siempre. A mediados de abril, nos dijeron que era inminente el anuncio de Sánchez de que los menores podrían finalmente salir a la calle. Entonces, nosotros lo anunciamos antes.

El anuncio de Sánchez en rueda de prensa tuvo lugar el 18 de abril. Nosotros lo anunciamos el 17. Algún periodista facha nos afeó que anunciáramos algo para lo que no teníamos competencias. Qué más da. Nosotros lo anunciamos matizando, sabiendo que no lo podíamos aplicar y que se haría efectivo cuando se pudiera, ya está. E hicimos bingo. Cuando Sánchez lo anunció al día siguiente, fue muy fácil para nuestros fieles medios transmitir una y otra vez lo obvio: Sánchez había copiado a Torra.

Unas horas más tarde, a mis asesores, siempre al acecho, se les ocurrió la idea de publicar unas franjas para las salidas de los menores. Pero pocos catalanes nos hicieron caso. Es terrible, pero soy consciente de que incluso buenos y valientes independentistas están siguiendo a rajatabla las normativas estatales, yo lo siento con todo mi corazón, pero es así.

El día que finalmente se materializó la salida de los menores nos proporcionó otro bingo. Demasiada gente junta. Lo de las franjas se acabará aplicando, me advirtió el más joven de mis asesores, ya verás. Volveremos a ganar.

Y así fue. Para la salida de los adultos, se establecieron franjas. Magnífico resultado. Fue fácil para nuestros medios, allí estaba, a la vista de todos: Sánchez copiaba a Torra, una vez más.

Aquel día llegó el embobado tweet de Dante Fachín: Torra sabe tanto que llegará a ser presidente de España… Todos nuestros medios iban a tope:  Sánchez, el traidor Illa y toda la cohorte de socialistas españolistas son unos ineptos. Cuando ellos cuentan hasta 50, los eficientes catalanes ya le han puesto 20 más, como dice la canción. 

Así que, anem bé, dicen mis asesores. Pero yo ya no puedo más. Que acabe la dichosa pandemia, y yo pueda volver ser l’Honorable de verdad, el que orgulloso y sin que le tiemble el pulso, conducirá al pueblo a materializar su ancestral anhelo.

La pandemia nos está obligando a distraernos del importante cometido al que estamos destinados. No nos interesa esta pandemia, y lo que es peor, nos obliga a gestionar, actividad que es de mindundis, de mediocres, de hombres y mujeres corrientes y molientes. Yo no soy como ellos, yo nací para cambiar la Historia. Es lo único a lo que me debo.