Cuando alguna vez me han preguntado sobre mi deporte favorito… mi respuesta no tiene tanto qué ver con el disfrute y el dominio del mismo (si fuera así podría hablar del baile que aún me apasiona en todas sus disciplinas), sino con la sensación vital que me ha hecho vivir el deporte en cuestión. Así el efecto de fortaleza, de salud, de juventud y de “poder” con el mundo, sin duda me los ha proporcionado el esquí. Recuerdo ese percepción de potencia, de vigor, de solidez y de firmeza bajando, con buen tiempo y buena nieve, una pista. No había nada que no pudiera hacer y contra lo que no pudiera luchar. Te figurabas eterno. Pero la realidad nos vuelve humanos y toda esa fuerza sentida era frágil. Muy frági.
Me dice Carlos que escriba un articulo optimista. Tiene razón. Este debería ser solo un articulo optimista pero, de nuevo la realidad política, incluso en un momento tan excepcional por peligroso, lo contamina todo. Hace días que como medida profiláctica casi no miro Twitter e intento ceñirme a las informaciones “oficiales”. Lo hago también procurando inculcarme otra disciplina más allá de la que se da por supuesto que tengo que asumir.
Sin necesidad de la influencia, muchas veces contaminante, de esta taberna de borrachos que, en demasiadas ocasiones, es el Twitter, las noticias son preocupantes. Esto no hay quien lo pare. Se propaga como el agua desbordada y sin diques. Los síntomas son más de los que nos pensábamos en un principio y las cifras de infectados y muertos van aumentando cada día de cada día. Nos lo venían diciendo, pero no sé hasta qué punto los profanos en la materia nos lo creíamos.
Esto también pasará.
Seguimos y seguiremos aquí y, si hacemos lo que desde el Gobierno del Estado se nos pide, sobreviviremos al virus y encararemos la próxima crisis con resignación y, ( de nuevo el condicional) si somos sensatos y justos, con solidaridad. Eso deberíamos hacer: solidarizarnos con todos y para con todos. Solidarizarnos con cada uno de los que de alguna manera sufren, sufrirán y han sufrido el coronavirus y la crisis sanitaria, social y económica que conlleva.
Y por eso mismo, por esa necesidad de solidaridad y de remar todos a una, no puedo entender (ni perdonar) que, de nuevo, los lideres independentistas con responsabilidad (sea ésta al frente del Govern de la Generalitat, en Europa o en cualquier ámbito por pequeño que éste sea) vomiten bilis nacionalista y tiñan este delicado y duro momento con soflamas patrióticas planteando dudas ante lo que el Gobierno del Estado está decidiendo.
Lo han dicho muchos, también el señor Urkullu,Presidente de Euskadi: "Tiempo habrá de reproches; no estamos de acuerdo con algunas de las decisiones tomadas, pero aquí nos tiene presidente Sánchez. A su lado”
Y con ese espíritu solidario se firma por parte de los presidentes autonómicos el decreto propuesto por el gobierno con el claro objetivo de transmitir serenidad y tranquilidad a la población. Pero, de nuevo el President de la Generalitat, no. Torra quiere seguir sembrando la incertidumbre, la inseguridad, la sospecha de mala praxis ante lo que se está decidiendo. De nuevo deja de lado la solidaridad. De nuevo mezquino y oportunista jugando con el miedo y los sentimientos de la gente.
Nadie quiere enfermar. Nadie quiere morir. Nadie quiere que los suyos sufran por no tener una sanidad con los recursos necesarios para que les salve. Nadie señor Torra; nadie. La demanda del confinamiento de Cataluña me suena de nuevo a trampa.
¿Por qué poner una frontera profiláctica en Almacellas ( Lleida) y no en Altorricón (Huesca)? ¿Para, si el virus no se expande más allá de esa población, poder decir que el mérito fue gracias a la buena gestión y decisión del Govern de la Generalitat?
¿Para marcar diferencias entre la sanidad y los profesionales de la misma de uno u otro territorio? No lo entiendo la verdad. No lo entiendo.
Estamos todos, los que nuestro trabajo nos lo permite, confinados. Todos los ciudadanos de Cataluña, de Euskadi, de Extremadura, de Andalucía, de Galicia, de Madrid…Todos y cada uno de nosotros estamos confinados y no acabo de entender qué significa la exigencia de confinar Cataluña como un territorio distinto al resto.
Y la verdad, no sé otros, pero yo sí quiero (y me fío del buen criterio de los responsables estatales) que se confisquen y se distribuyan mascarillas e instrumentos sanitarios en función de las necesidades de todo el territorio del Estado Español.
Yo sí quiero (y agradezco su esfuerzo, su profesionalidad y disciplina) que el ejercito patrulle por las calles desinfectando espacios públicos, trasladando camas y habilitando hoteles, pabellones o auditorios para que sirvan de refuerzo de hospitales y clínicas. Y ¡ja n´hi ha prou!
Ja n'hi ha prou de mezquindades paranoicas de si la palabra Virus está escrita en amarillo para que así se asocie algo malo con el independentismo. Ya está bien de normalizar la bajeza moral y twitear (Clara Ponsatí) y retwitear (Carles Puigdemont) "de Madrid al cielo” diciendo que lo que se quería era poner en valor a la ciudadanía de Madrid.
¡Ya está bien, hombre¡ ¡Ya está bien!
Cuando todo esto acabe (que acabará) saldremos de nuevo a la calle, nos sentaremos en las terrazas, reiremos, nos abrazaremos y nos besaremos. También algunos iremos a tertulias y, muy probablemente criticaremos al gobierno de Sánchez por todo aquello que haya hecho mal exigiéndole responsabilidades por todos los errores que haya podido cometer. Pero, no ahora. No ahora. Ahora, de nuevo, no toca.
Mire, señor Torra (y todos los infames que colocan a su bandera por delante de la solidaridad entre iguales): yo no sé otros, pero algunos no le perdonaremos ni su falta de talla como político responsable (ya no digo la posibilidad que se asemeje usted a un Hombre de Estado) ni, sobretodo, su deslealtad y búsqueda oportunista de rédito político en esta grave crisis sanitaria que nos afecta a todos (repitámoslo) a todos por igual.