El independentismo más recalcitrante se subió al carro del coronavirus. El sábado por la noche vimos en las redes sociales llamadas a la movilización contra “la intervención del Gobierno”, contra “la aplicación encubierta del 155”. La teoría de que el Estado, malvado Estado of course, iba a aprovechar la situación para cercenar competencias se convirtió en la bandera de aquellos que tienen la catadura moral a la altura de la suela de los zapatos.
Las movilizaciones convocadas por Segona Onada, Lliris de Foc, y otros grupos se quedó en agua de borrajas. Ni en la Meridiana esos valerosos patriotas se atrevieron a salir a dar por saco a los barceloneses, ante el peligroso coronavirus. Las movilizaciones, impulsadas por los encendidos discursos de Torra y amplificados por su bien regado aparato mediático, fueron una ensoñación que fracasó porque, con seguridad, muchos pensaron que eso de los “sacrificios” que pidió el líder de no dar un palo al agua en su vida, alias Toni Comín, era mucho pedir.
Hay que ser valientes, pero sin arriesgar. Ir a las manifestaciones, pero luego ir a comer el tortell a casa de los padres o de la suegra. La pretendida movilización independentista para llevar adelante la DUI, como planteaban de forma surrealista las redes sociales, acabaron en nada. La sinrazón solo está en la mente de algunos que desde púlpitos y tribunas jalean de forma irresponsable la agitación. Y también miserable.
ERC miraba con estupor lo que hacían el president y los palmeros de Junts per Catalunya, tanto los de dentro como los de fuera del Govern. De hecho, los republicanos se han cuidado muy mucho de aparecer al lado de ese presidente que con baja estofa moral ha tratado de convertir una emergencia sanitaria en una crisis política.
No suscribir un comunicado conjunto de los presidentes autonómicos y el Gobierno para lanzar un mensaje de tranquilidad, es un error mayúsculo. El lendakari Urkullu recriminó a Sánchez las formas, pero no perdió más allá de 10 segundos. Torra, por el contrario, lo ha convertido en el motivo de su política amparado por ese mensaje xenófobo, racista, de odio, que pinta a España como la culpable de la propagación del virus, que tiene una única solución: cerrar Cataluña al resto de España. Por otro lado, deseamos el pronto restablecimiento de Torra tras conocer que ha dado positivo por el coronavirus.
Algunos analistas dijeron este lunes que Torra no ha encontrado el tono. En su línea diría yo. Hace unos días insinuaba que el Gobierno no quería convocar la Mesa de Diálogo utilizando como excusa el coronavirus. Este fin de semana ha hecho simplemente el ridículo. Cataluña no puede esperar más. Torra debe irse a casa y convocar elecciones. Los catalanes, independentistas y no independentistas, no nos merecemos un presidente que está a la altura del betún.