La sincera e inquietante respuesta a la pregunta de por qué España llega tarde para atajar el coronavirus es que no lo sabemos. Pero el factor sorpresa no puede servir de excusa para no haber actuado antes cuando tuvimos el ejemplo de China y el reciente de Italia. En China, el bloqueo absoluto y el confinamiento de una población tan numerosa como toda Francia, nos pareció descomunal. También nos pareció una sobreactuación la construcción récord de hospitales en la zona más afectada por el brote, entonces epidémico. Con todo, el error grave de China fue la falta de reacción ante la aparición de los primeros infectados y la censura y represión sobre los que la quisieron advertir.
Pero ya se sabe. Son chinos. Y los chinos resuelven sus problemas de manera drástica, resolutiva, poco considerada y finalmente, poco democrática. Todo eso pensamos. Pero, finalmente, parece que han frenado la expansión del virus y la curva de infectados se aplana para entrar en una fase mesetaria antes de iniciar el descenso. No hay mejor noticia.
Italia, es otra cosa, es Europa y el piso de al lado en términos de contagio vírico. Y nos llevan entre 8 y 20 días --según la fuente-- de adelanto en la evolución de la ahora pandemia. ¿Y, por qué la gestión italiana ha sido un fiasco? Porque actuaron tarde y ese fue su primer error capital. Perdieron unos dias preciosos tras el primer contagio y, en esta crisis, va de días el salvar vidas.
El segundo error en España, tras no ver lo que pasaba en Italia, fue el de la comunicación a la población. Lo que el común de los ciudadanos detecta rápidamente son las contradicciones y, una vez detectadas, los argumentos que las contienen se rechazan de forma inmediata.
Si es sólo una gripe, ¿por qué tantas medidas extraordinarias? Se preguntaba la gente. Gripe leve, medidas espectaculares de película. Todo eso se ha visto contradictorio, por tanto, ni caso y yo a lo mío.
Tardaron en explicar que el peligro no estaba en la virulencia del virus, sino en el contagio de crecimiento exponencial que lleva al colapso de un sistema sanitario que es imprescindible para atender a un número desbordante de pacientes con complicaciones. Ver a Mateo Renzi en la CNN diciendo, “amigos alemanes, franceses, españoles, no cometáis los mismos errores que nosotros. Tomad medidas, todavía estáis a tiempo”, lo dice todo.
Con estos antecedentes, experiencias acumuladas y advertencias, la gestión del riesgo que ha hecho España con la expansión del coronavirus, no ha sido buena. Pese a las evidencias de lo que ocurría en Italia, cometimos los mismos dos errores que ellos: Reaccionamos tarde (y todavía vamos tarde) y comunicamos de manera contradictoria.
Vamos tarde porque debimos cerrar las fronteras a visitantes de riesgo como los italianos. Instagram iba lleno de stories de viajeros milaneses llegando a Barajas tranquilamente, después de que Lombardía hubiera siso aislada. Los “influencers” italianos no podían creer que no les tomaran ni siquiera la temperatura.
Vamos tarde porque debimos aislar primero el principal foco del virus que es Madrid, y luego a toda España, confinando a la gente como ahora en Italia. Porque, ¿cómo se permitió la manifestación del 8M? ¿Montero y Colau dónde están ahora? ¿Cuantas miles de afectadas debió haber ese domingo?
¿Y cómo pudieron viajar a Liverpool 2.500 hinchas del Atlético de Madrid? Y así muchos otros hechos que no hacen sino abundar en la falta de toma de conciencia de la magnitud del problema. ¿Qué más hace falta para convencernos? Cada hora que pasa sin decretar un cierre total, tendrá un coste de centenares de muertos en los próximos días. Los servicios médicos que ya están desbordados, en breve estarán colapsados.
Madrid y Barcelona sufrirán exactamente el mismo problema que los hospitales de Milán y Bérgamo: Falta de material, médicos agotados y enfermos en los pasillos esperando turno por orden de gravedad. Barcelona, por cierto, acaba de doblar, al parecer en unas horas, el número de contagiados. Son cosas que pasan cuando llevas cinco días de retraso en la contabilidad.
A falta de una explicación oficial que no sea la de que no hace falta, tampoco se entiende por qué no se realiza el test a todas las personas con síntomas y fiebre, cuando esta práctica generalizada ha permitido al Reino Unido diagnosticar masivante a la población. La semana próxima estaremos en 60 contagiados al día, sólo en Cataluña y así iremos creciendo exponencialmente, hasta que se decidan a “echar el cierre” al país y todo el mundo en casa, que es la única manera de ralentizar los contagios y dar un respiro a los servicios médicos para atender a quien lo necesite.
China nos advirtió y ahora entendemos --ya sin reírnos-- por qué necesitaron construir más hospitales en tiempo récord. Italia nos interpeló directamente a no cometer sus errores. Pero hay un tercer ejemplo del que se habla poco y que me parece, ese si, ejemplar desde el principio: Corea del Sur.
Su Ministerio de sanidad ha lanzado una aplicación para móvil, con la que cada persona con síntomas se registra y espera, sin llamar por teléfono, a que un sanitario le realice el test, de los cuales se realizan 15.000 al día. A las 24 horas, el paciente recibe el resultado del test en su móvil. Si es positivo, se le someterá a una cuarentena vigilada por la geolocalización de su móvil.
Los datos sumados de los test, sirven para trazar zonas donde los brotes son más numerosos y permite actuar con más o menos intensidad. Además, sólo conocer la existencia de la epidemia en China, el Gobierno coreano dispuso la compra masiva de mascarillas para toda la población, así como equipos de respiración asistida, precisamente de los que ahora carece Italia y de los que careceremos nosotros en una semana si no se actúa.
Con estas medidas y otras como la desinfección continuada de lugares públicos por parte del ejército, Corea del Sur ha conseguido un rápido descenso de los contagios y ha podido descongestionar los hospitales para atender a los pacientes críticos. Aquí tenemos un buen modelo de gestión del riesgo que podríamos imitar, mientras intentamos evitar dar tumbos, para terminar donde debimos empezar, pero tarde.
La semana que viene y de ahí para adelante todo se va a complicar mucho. Tenemos el Gobierno que tenemos y tenemos los recursos sanitarios que tenemos, es hora de hacer con todo ello, la mejor gestión posible. Tiempo habrá de analizar lo que está ocurriendo, para aprender de todo lo sucedido y para corregir errores de cara a un futuro, en el que estas pandemias pueden repetirse en un mundo globalizado e hiperconectado.