Había preocupación. Entre los ciudadanos españoles. Se preguntaban: ¿dónde está Pedro Sánchez? Semanas sin saber de él. Y, como es lógico, los españoles estaban preocupados por el presidente del Gobierno. Porque sigue siendo presidente del Gobierno de España. Parece increíble, pero es cierto. Había desaparecido, pero no se había ido. Sencillamente no se dejaba ver. Dicen que por consejo de su Rasputín Redondo, que prefiere que den la cara los demás cuando hay problemas gordos en el país. En estos días de ausencia ha perdido miles de seguidores. Porque los españoles quieren ver a sus mandatarios dirigir los grandes problemas. Y Pedro ha estado ausente. Debería preguntarle a José Antonio Monago cómo le fue por hacer caso del consejero Redondo. Si el monte se quema hay que estar el primero para apagar el fuego. No presumir de ello cuando el problema ha sido resuelto sin haber participado.
Apareció el proyecto, digo la chapuza, de ley de la libertad sexual y Pedro desapareció. Que Carmen Calvo arregle el desaguisado. Apareció el Coronavirus y Pedro se metió en los sótanos de Moncloa. No se fuera a contagiar. Seguro que queda vino del bueno, del que almacenó Felipe González. No. Ese lo bebió Aznar. Si queda alguna botella de cuando Zapatero… suficiente. Pues no ha dado la cara con el Coronavirus. Que la dé el ministro de Sanidad Salvador Illa Roca. Para eso está. Y la ha dado, sí señor. Pero como esta súper gripe, o lo que sea, se ha desbordado ha tenido que aparecer el presidente Pedro Sánchez. Por fin. Que tomará medidas. A buenas horas.
Menos mal que algunas ya se han tomado. El sector sanitario es de sobresaliente. Pero ha aparecido el Presidente para mostrarnos que sigue vivo. Y nada más. Porque su discurso desde Moncloa, para chupar cámara, fue un sermón infumable donde se comprobó que el Presidente no tiene ni idea de lo que es el Coronavirus ni de lo que está pasando en España. Ni idea del problema.
“Vamos a tener semanas difíciles” nos comunicó el Presidente. Anda, como si la pasada hubiese sido fácil. A tope los hospitales de Madrid. Y por el mismo camino van los demás hospitales de las Comunidades Autónomas. Al límite. Hospitales y profesionales sanitarios. Están desbordados. No parece que haya acertado el Gobierno en la respuesta a la epidemia del Coronavirus. Tarde y mal. Las aglomeraciones contagian. Suprimidas todas. Como se debió suprimir la manifestación del pasado domingo, el mitin de Vox, del que salió contagiado su secretario general Ortega Smith, o las Fallas que acaban de suspenderse. Hace días debió hacerse, pero Pedro Sánchez, el todavía Presidente, estaba fuera de juego, estaba ausente. No ha visto ni el riesgo sanitario, ni sus consecuencias económicas y sociales. No se ha enterado.
Puede ser el principio de la caída. Pregúntale, Pedro Sánchez, a tu ‘amigo’ Zapatero cómo se derrumbó por no enterarse a principios del año 2008 lo que se le venía encima. Ni a finales del 2007. Y lo tumbó. Cuidado, Pedro Sánchez, vas por el mismo sendero.
El problema nos ha desbordado. El objetivo ahora es evitar la masificación de urgencias para que todos los afectados puedan recibir atención sanitaria. Dejar sitio unos a otros. Hay que ganar tiempo para que los ingresados actuales se vayan a casa y dejen sitio a los siguientes. Hay que mirar a Italia porque seguimos su camino.
Y también los ciudadanos ser responsables. Higiene, y más higiene. Nada de saludos y de besos. Será responsabilidad cívica. El beso en la mejilla de nuestra amiga puede convertirse, de rebote, en el beso de la muerte para su anciana madre. Civismo responsable. Todo será poco. La declaración del ‘Estado de sitio’ del Gobierno va a cambiar la vida de los ciudadanos. La de las familias y la laboral. Y el miedo empieza a hacer mella en los ciudadanos. Miedo a que el personal sanitario se infecte y miedo a quedarse sin alimentos. Ya hay pánico. Avalanchas y estanterías vacías.
Pánico también en el Congreso de los Diputados pues nada más tener un infectado, Ortega Smith, se ha cerrado temporalmente. Pésima decisión. El Congreso nunca se debe cerrar. Tiene que ser el ejemplo nacional de resistencia al mal que sea. En las circunstancias actuales debería ser un ejemplo de resistencia, no de claudicación. Parece que a Pedro y Pablo los problemas les desborda. Demasiados para su estatura política. Se avecinan cambios en todos los sentidos. Siempre fue así. En momentos de fuertes crisis los cambios se han acelerado. Y este es un momento de fuerte crisis. Vendrán grandes cambios. Sociales, laborales y políticos.
Se nos avecina un primavera dura. Fuerte y calurosa en todos los sentidos. Galicia y País Vasco tienen elecciones. La chapuza de Ley de la libertad sexual empezará su recorrido. Bueno, si Calvo --que debería estar para otras funciones, como coordinar la lucha contra el Coronavirus-- y Montero se entienden. El turismo se desploma. Cataluña atacará más fuerte a Sánchez para aprovechar su debilidad.
¿Los Presupuestos? ¡Ay los Presupuestos! Ya le han insinuado a Sánchez que mejor se hacen los de 2021. Un país sin Presupuestos no funciona. Se sabe desde siempre. Pero ERC, --suave, muy suavecito-- llevará a Sánchez por su sendero. Cuidado Sánchez, te juegas el futuro.
¡Vaya primavera nos espera! Y el Congreso cerrado. Todos al monte. Han llegado los ‘idus de marzo’. Se lo advirtieron a Julio César antes de ser apuñalado. Toma nota Pedro Sánchez. ‘¡Cuídate de los idus de marzo!’