Yo juraría que sí. Que salió inesperadamente de la plataforma antidesahucios. Que era “podemita” y se abrazaba al antimamadas, quiero decir, manadas, y que odia todo lo privado y emprende inapropiadas, por no decir sumamente torpes, iniciativas para municipalizar servicios como una profesional gestión de la potabilización y distribución del agua en toda el área metropolitana de Barcelona o los servicios funerarios.
Yo juraría haberla visto financiando a la corrupta, errática e ilegal Generalitat de Cataluña y fastidiando a las empresas y usuarios de VTC. Juraría que teníamos alcaldesa, pero cuando veo las imágenes de Barcelona --que, al paso que va, no sólo puede perder el Mobile World Congress, sino que hasta acabará teniendo más público el salón náutico de Madrid que el de Barcelona-- llego a la conclusión de que ha dimitido sin anunciarlo, o ha enfermado seriamente y no puede ocuparse de su responsabilidad, o quizás, sólo quizás, ni ha dimitido ni ha enfermado, sino que no es la alcaldesa que una grandísima ciudad como Barcelona merece.
Y es que Barcelona no puede ni debe tener como máxima responsable de su ayuntamiento a quien pida a la Guardia Urbana que se abstenga de hacer honor a su nombre y en consecuencia permitan una vez tras otra que se corte y destroce nuestro maravilloso Passeig de Gràcia, nuestra Avinguda Diagonal, la Vía Layetana, la Plaza Urquinaona o la Gran Vía de les Corts Catalanes.
No puede ser máxima responsable de la ciudad quien se niegue a recibir a la Familia Real cuando visita la ciudad, so pretexto de que ella es republicana, porque una cosa es su legítima opinión personal y otra la educación que, junto con la dignidad, es lo último que se pierde. No puede ser que, por la comentada laxitud que exige tener a la Guardia Urbana con los manifestantes a la hora de preservar el orden público, se impida que un concejal, como el señor Josep Bou, o un empresario, como el señor Castañer, acceda pacíficamente a un evento como fue la entrega de los premios Princesa de Girona, y ambos sean objeto de insultos, escupitajos, golpes y demás vejaciones.
No puede ser que la señora Ada Colau olvide que es la alcaldesa de todos los barceloneses y lo quiera ser sólo de unos pocos, máxime cuando apuesta por el grupo que destroza, desprestigia y deteriora seriamente la buena marcha de los negocios en la Ciudad Condal. No puede anteponer su ideología política a su deber de representar la ciudad.
No puede y no debe seguir esa derrota --en términos náuticos, aunque puede derivar en la otra acepción del término-- porque al enorme daño de estar huérfanos de Gobierno estatal --no por tener un presidente en funciones, sino por su absoluta indiferencia con la violencia que se está viviendo en toda Cataluña para atar los votos de ERC y poder seguir viviendo en Moncloa y yendo a conciertos en el Falcon--, y huérfanos de Gobierno autonómico --pues tener a un impresentable, por anarquista, sumiso, alentador de violentos y cortacarreteras, y no tener a absolutamente a nadie es lo mismo--; no podemos permitirnos adicionalmente que en la capital de Cataluña nos quedemos huérfanos de Gobierno municipal.
Y es que se olvidan unos y otros que los que estamos sufriendo el perjuicio económico de esta anarquía somos quienes les pagamos sus sueldos, pero a la hora de la presión fiscal, entonces cesa la anarquía inmediatamente, y el Estado de Derecho opera como un reloj suizo. Imagínense a nuestra ausente alcaldesa que dejásemos de pagar el IBI, la plusvalía municipal, el impuesto sobre construcciones, instalaciones y obras o el IAE. Nuestro nauseabundo presidente de la Generalitat de Cataluña, que dejase de recaudar el Impuesto sobre el Patrimonio, el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales o el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones. Y nuestro presidente en funciones --que ha demostrado que tan poco le importa Barcelona, pues sólo despliega todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado cuando él la visita--, sin poder recaudar el IRPF o el Impuesto sobre Sociedades. ¿Se lo imaginan? Yo no, porque los barceloneses, catalanes y españoles en general somos gente seria, responsable y cumplidora, a diferencia de esta escoria de políticos que hacen constante dejación de su responsabilidad y no se ganan lo que les pagamos. Suerte el 10N y ulteriores elecciones, pues con dicha actitud la van a necesitar...