Jordi Cuixart puede estar de enhorabuena. Si bien Benet Salellas no es ningún fuera de serie como abogado penalista, pues son numerosas las ocasiones en las que Manuel Marchena le ha reprendido por hacer perder el tiempo al tribunal con preguntas sin relevancia jurídica, su causa podría estar en peores manos. Sí, lo han acertado, con Jaume Asens en su lugar, que reveló ayer en RAC1 que el presidente de Òmnium Cultural le había ofrecido ese honor, que como jurista le excitaba mucho, pero que finalmente rechazó porque le exigía una dedicación absoluta. Menos mal que se le ocurrió desquitarse haciendo que el Ayuntamiento de Barcelona se personase como acusación popular en todas las causas contra aquellos agentes de la Policía Nacional que presuntamente cometieron excesos el 1-O en la capital catalana. Lo más probable es que acaben finalmente sobreseídas, pero Asens duerme más tranquilo.
Ahora el todavía teniente de alcalde encabeza la candidatura al Congreso de En Comú Podem, y ha definido en diversas entrevistas que su propósito para el 28 de abril es convertirse en “el voto útil del independentismo”. Se trata de una declaración sorprendente porque lo que queda del conglomerado de los comunes no es secesionista, menos aún el grueso de sus electores. Los sectores más soberanistas se han ido yendo hacia ERC, como Elisenda Alamany o Joan Josep Nuet, mayormente por oportunismo personal ante un espacio que huele a fracaso. Lo paradójico es que Asens, un independentista declarado que se enorgullece de haber asesorado a Carles Puigdemont en su huida a Bélgica y que le sigue reconociendo legitimidad como president, encabece una lista que en las últimas elecciones generales ganó en Cataluña comiéndose al PSC. Ahora, sin embargo, En Comú Podem ha renunciado al voto genuinamente de izquierdas para centrarse en atraer a votantes independentistas frustrados con la vía unilateral.
La oferta que les hace Asens es, por un lado, reformar el código penal para circunscribir el delito de rebelión a un alzamiento violento con armas, lo que con “efectos retroactivos” permitiría, según su opinión, excarcelar inmediatamente a los presos independentistas y el retorno de los “exiliados”. Y, por otro, elaborar una “ley de claridad” para determinar las condiciones de celebración de un referéndum sobre la independencia. ¿Con qué apoyos piensa llevar a cabo ambas iniciativas? Asens no lo sabe. Ayer en RAC1 reconoció sin el menor rubor que no se había leído el programa electoral de Unidas Podemos en el que no hay ni una sola línea dedicada a esas cuestiones. El único referéndum ahora que defienden los “compañeros fraternales” de Pablo Iglesias es “un nuevo encaje de Cataluña en España” tras “un proceso de reconciliación que permita el diálogo”. Nada de autodeterminación ni derecho a decidir, y mucho menos de indultos a los encausados por el procés. Así pues, ¿qué incentivos reales podría tener un independentista para votar a En Comú Podem? Ninguno. ¿Por qué alguien de izquierdas que en 2015 y 2016 les dio su apoyo tendría que volverlo a hacer cuando puede votar por Pedro Sánchez si de lo que se trata es de evitar un Gobierno de derechas? Tampoco se sabe. Si Asens defiende tan mal sus intereses electorales, imagínense lo que estaría haciendo como abogado en el Tribunal Supremo. Definitivamente, Cuixart está de suerte.