La foto de la Plaza Colón de Madrid tras la manifestación del domingo 10 de febrero en la que coincidieron Casado, Rivera y Abascal la hemos visto repetidamente en todos los medios de comunicación tanto en Cataluña como en el resto de España. La foto, esta siendo el motivo central de la campaña electoral de la izquierda alertando del peligro de la derecha trifálica en expresión de la lenguaraz ministra de Justicia. Es la lógica política. Se trata de movilizar al electorado de izquierdas, de atraer el voto de centro y de engordar a Vox para debilitar a PP y Cs. Ningún reproche moral puede hacerse a este uso de la famosa fotografía, aunque sí a expresiones como la de la ministra, demostrativas de una profunda misandria que debería inhabilitarla para ejercer unas funciones tan delicadas y trascendentes. Los que subieron al escenario sabían lo que ganaban y perdían estando o no en la foto.
Otra fotografía ha pasado mucho más desapercibida. La de Carles Sastre, exmilitante de Terra Lliure y condenado por el asesinato de Bultó, junto al candidato de ERC a la alcaldía de Barcelona, Ernest Maragall, en la manifestación independentista del pasado sábado. El silencio en los medios catalanes más importantes ha sido atronador. Una auténtica vergüenza. No es una novedad. Es una constante en Cataluña, y muy especialmente en los medios de comunicación públicos, el blanqueo del terrorismo de Terra Lliure o de ETA, del supremacismo de Torra y otros líderes nacionalistas, de su profundo populismo autoritario que desprecia la leyes escudándose en una supuesta voluntad popular que ellos representan e interpretan. Un populismo que permitiría a sus representantes saltarse cualquier límite al poder, cualquier norma que asegure que los principios básicos de convivencia de los que se ha dotado una sociedad sólo pueden modificarse ateniéndose a las normas y con las mayorías que estas exigen cambiarlas. ¿Qué dirán los ‘ democráticos líderes independentistas cuando otros con sus mismos argumentos y votos quieran eliminar las autonomías o aplicar su personal visión sobre cuál es la lengua materna que se debe respetar y cuál no?. El populismo es igual en todas partes, ya se autocalifique de derechas o de izquierdas. Lo llamativo en Cataluña es el silencio cómplice, cuando no la connivencia más absoluta de quiénes, teóricamente, no comulgan con estas ideas.
Como dice Orwell en su opúsculo Anotaciones sobre el nacionalismo, muy poco conocido en Cataluña al revés que otras de sus obras: "Todos los nacionalistas tienen la capacidad de obviar las analogías entre hechos similares. Las acciones son tenidas como buenas o malas, no en atención a sus propios méritos, sino de acuerdo a quién las realiza, y prácticamente no hay clase alguna de barbarie cuya calificación moral no cambie cuando es cometida por 'nuestro' bando". Así estamos en Cataluña. Y, como reacción, podemos estarlo en toda España en el futuro.
Por último otra foto destacada de la semana. La del saludo de Torra a los políticos juzgados en el TS. Mientras la mayoría se gira para devolver el saludo, Junqueras, Santi Vila y Mundó permanecen impasibles mirando al frente. Una imagen expresa mejor que 1.000 palabras la división del secesionismo.