2018 se fue. Cada uno ha despedido el año según como lo ha vivido pero no hay más remedio que prepararse para los desafíos que nos esperan en el 2019, que son muy complejos en política, seguridad, economía, migración y clima.
Vivimos un mundo muy complejo que presenta más incertidumbres que esperanzas. Putin busca recuperar glorias de antes de la caída del muro de Berlín. Trump desea construir muros para encerrar a los americanos con su America First. Los dragones chinos siguen insaciables aprovechando el vacío. Alemania y Francia se debilitan. Europa esta envejecida, marcada por el Brexit, los refugiados, los neo-nacionalistas nostálgicos de imperios perdidos y de guerras fratricidas y por los que usan la religión, la mitología o la anti-globalización para conseguir el distanciamiento entre culturas.
Se habla mucho de aranceles y guerras comerciales cuando el comercio debe ser una fuerza para un crecimiento inclusivo que erradique la pobreza. Mientras, el mercado de valores se estanca, la extrema volatilidad en los precios el precio del petróleo es volátil, hay tensiones geopolíticas, se juega con fuego en Oriente Medio y se esfuma la esperanzada presidencia de Macron. Son solo algunos de los asuntos que permanecerán en la memoria de este año y no parece que el 2019 vaya a mejorar el 2018. Entramos en un período marcado por la incertidumbre e inestabilidad política, social, económica y financiera y por enormes desafíos para la acción humanitaria. En 2019 nos enfrenamos a enormes desafíos para la acción humanitaria. La ONU prevé más de 93 millones de personas afectadas por crisis y conflictos que necesitarán 21.900 millones de dólares en ayudas.
Nunca ha habido una necesidad más palpable de que los países innoven y fortalezcan sus capacidades para hacer frente a las complejidades y al ritmo de cambio. Igualmente, nunca antes el poder blando había tenido tanto potencial para resolver los desafíos que enfrenta la humanidad.
Asistimos a grandes cambios. Las perspectivas económicas parecen empeorar en algunos lugares y el anterior centro de gravedad cambia de ubicación. Esto afecta a las exportaciones y obliga a repensar modelos, métodos y nuevas estrategias. Las relaciones entre las economías ricas e industriales del Norte y los países emergentes del sur se igualan. Los mercados emergentes hoy representan el 55% del PIB mundial con un potencial de crecimiento del 60% en los próximos cinco años.
La migración por sí misma no es mala. Lo que está mal es la migración insegura y no gestionada. Debemos tener una agenda clara a corto, medio y largo plazo para mitigarla. No se debe persistir el análisis de los movimientos humanos solo a través del prisma de la amenaza de identidad, la carga sobre los presupuestos públicos y nunca como fuente de la prosperidad, el motor económico o la válvula demográfica. Ni siquiera sensible a la desesperación de las personas obligadas a huir de sus casa por las guerras, el hombre o la opresión.
Somos testigos de un retroceso de la política, del auge del populismo y de cómo se aprovechan los mecanismos democráticos y las estructuras de Estado para aborregar a los ciudadanos, enfrentarlos y conseguir el distanciamiento.
En el período actual de locura política europea, las elecciones anticipadas y los referendos se utilizan repetidamente en intentos fútiles de resolver crisis políticas, como un sustituto de la visión y el liderazgo. En la mayoría de los casos, los resultados no hacen más que resaltar las profundas divisiones, principalmente porque las causas fundamentales de los problemas que nos ocupan no se han tratado adecuadamente.
El surgimiento de un discurso ultranacionalista contiene las semillas de un retorno a una Europa dividida y asolada por la guerra, una tendencia inquietante que requiere urgentemente un esfuerzo colectivo para retroceder. Es preciso un compromiso constructivo y analizar las causas profundas.
No podemos olvidar que el diálogo puede ser el recurso más valiosos en el mundo y la Política es el arte de construir consensos y puentes sin suprimir las diferencias. Es la capacidad de agregar intereses desde la perspectiva de horizonte común construido desde la deliberación en libertad. Allí donde no hay política y diálogo sólo impera la violencia; allí donde hay violencia solo triunfa la muerte. No se puede utilizar la Política de una forma irresponsable para fomentar la irritación, el odio y el conflicto. La política debe servir para resolver y dar curso a las tensiones y conflictos.
En el libro Identidades asesinas de Amin Maalouf, el autor denuncia la locura que incita a los hombres a matarse entre sí en el nombre de una etnia, lengua o religión. Una locura que recorre el mundo de hoy. Su mensaje defendía la identidad del ciudadano frente a la tribu. Y para que la diversidad sea un activo, cada persona debe ser valorada en una sociedad.
Muchas son las preguntas y escasas las respuestas ¿Es cierto que algunos no pueden soportar al otro diferente que vive en su misma escalera o barrio, ciudad o país? ¿Realmente no reconocen el derecho del otro a la diferencia étnica, religiosa o, incluso, cultural? ¿Consideran la existencia del otro una amenaza a su identidad y la pureza de su país, un enemigo con el que deben ser cautos y cuyas conspiraciones deben enfrentar? ¿Por qué algunos consideran una agresión cuando el otro reclama respeto a su patrimonio, a sus aspiraciones, su idioma o dialecto?
¿Por qué a algunos les aterroriza la diferencia? ¿Por qué no pueden imaginar que su vecino pueda tener sueños que no se corresponden con los suyos? ¿Que tenga una historia que no sea una copia exacta de la suya? ¿Que lea de un libro diferente al que leen ellos? ¿Que sus niños bailen al ritmo de melodías diferentes?
En la época de la globalización, el proceso acelerado de mezclas de culturas vuelve urgente elaborar una nueva concepción de identidad como se ha hecho con temas como el Medio Ambiente o los Derechos Humanos, sin olvidar lo que decía hace siglos Ibin Jaldún el grande historiador árabe y el padre de la ciencia social y la historia de la cultura. "La clave del bienestar material y espiritual de una sociedad es la cohesión social y la solidaridad".