La firma de comida ultrabarata Nostrum, de Sant Vicenç de Castellet, comunicó esta semana al juzgado mercantil de Barcelona que se acoge al preconcurso de acreedores.
Ha iniciado este procedimiento mediante un escrito que apenas ocupa un folio. En él, notifica a la autoridad judicial mercantil que emprende negociaciones con los acreedores. Su objetivo no es otro que llegar a un acuerdo sobre la forma de liquidar los pagos pendientes.
Tan sencillo trámite acarrea un drástico freno para los acreedores. Por imperio legal, la mera presentación del preconcurso supone que --a partir de ese momento-- los damnificados no puedan ejercitar acción alguna contra la compañía deudora. Dicha traba, a su vez, significa un incentivo para impulsarlos a firmar un convenio con la empresa.
Para ello se abre ahora un periodo de tres meses. Si en ese plazo no ha recaído pacto, Nostrum aún dispondrá de un mes más para preparar sus documentos contables y solicitar el concurso. El equivalente a la vetusta suspensión de pagos.
El consejo de administración de Nostrum está presidido por Quirze Salomó González. De secretario ejerce Javier Condomines Concellón. Como vocales figuran Octavio Llamas Lázaro, Juan Martínez de Tejada Domenech, Tomás Corredor Pérez, Guillem Junyent Argimón y Juan Carlos Perlaza.
También ocupa un puesto la sociedad Verbier Ibérica. Se trata de una de las entidades accionistas de referencia de Nostrum. Encierra la particularidad de estar estrechamente vinculada al banquero andorrano Manuel Cerqueda Donadeu.
La red comercial de Nostrum se compone de 122 tiendas. Expenden comida preparada a precios muy moderados, de forma que el negocio registra unos márgenes sumamente reducidos.
La mejor prueba de ello es que durante los últimos cuatro años no ha conseguido ni un solo euro de beneficio. Bien al contrario, ha cosechado pérdidas por un importe cercano a los 10 millones antes de impuestos.
Año | Giro | Resultado | Fondos propios |
2017 | 15,2 | -4,5 | 5,8 |
2016 | 14,4 | -2 | 9,8 |
2015 | 14,1 | -2,8 | 7,3 |
2014 | 12,1 | -0,21 | 6,4 |
2013 | 9,5 | 0,017 | 1,2 |
Para cubrir los sucesivos desfases, Nostrum ha venido lanzando una ampliación de capital tras otra. Hasta cuatro desdobles ha llevado a cabo en el último cuatrienio.
Pero esa vía de financiación ya se agotó. No suelen abundar los inversores dispuestos a perder hasta la camisa. Salomó se sacó entonces de la manga una emisión de bonos convertibles en acciones por valor de 7,5 millones de euros.
Dicho papel renta más de un 5%. Es sabido que a mayor interés, mayor riesgo de impago. Hoy, la gran banca retribuye el capital de los impositores con tipos negativos. Por tanto, es fácil concluir que el papel de Nostrum ha entrado de lleno en la poco apetecible categoría de bono basura.
Mas la fantasía de Salomó parece inagotable. Dado que semejantes bonos tampoco tuvieron demasiado recorrido, alumbró una idea de lo más peregrina para captar recursos frescos: la puesta en circulación de una “criptomoneda”.
Tan insólito mecanismo no llegó a ponerse en marcha. Antes de que tal ocurrencia llegara a materializarse, la crisis de la empresa se agudizó. Y Nostrum no tuvo más remedio que pedir árnica al juzgado, instar el preconcurso y sentarse a la mesa de las conversaciones con los acreedores.
Este descalabro constituye otro serio revés para la credibilidad del MAB, o sea, el mercado alternativo bursátil donde cotizan las pymes bajo la supervisión de la CNMV.
Y es que en el dichoso MAB llueve sobre mojado. He aquí varios ejemplos próximos espigados al azar. Uno es Gowex, que ofrecía wifi gratuita en las ciudades. Un buen día se descubrió que el 99% de los ingresos que venía declarando oficialmente eran más falsos que Judas. El percance acabó en la jurisdicción penal.
Otros tienen de protagonistas a la ingeniería Carbures, que también hubo de reformular sus cuentas porque no reflejaban la situación real; y a Bodaclick, portal sobre el mundo de las bodas que acabó en quiebra.
Así mismo es de citar Zinkia, creadora de los dibujos animados Pocoyó. Sus socios se enzarzaron en una batalla campal en la plaza pública y la firma suspendió pagos.
Por último, Imaginarium, red de tiendas para niños --que navega en un océano de pérdidas-- con unos números rojos acumulados en los últimos ejercicios de más de 40 millones.
A la vista de semejantes vicisitudes, el MAB se parece cada día más a una especie de salvaje oeste de la bolsa. Deben extremarse las salvaguardas para evitar que sociedades de dudosa reputación y gestores poco escrupulosos se sirvan de tal mercado para esquilmar a los incautos inversores que les confían sus ahorros.