Primero fue el compromiso solemne de que estaba dispuesto a gobernar con los presupuestos del PP aprobados días antes con los votos de los cinco diputados del PNV, asumiendo así esas cuentas como propias. Pocos días más tarde y ya instalado en La Moncloa empezó a acariciar la idea de que si con 84 diputados había ocupado la presidencia del Gobierno, también podría sacar unos presupuestos propios. Hace escasos días y tras el órdago de Torra, el Gobierno anunciaba que esta semana daría a conocer las grandes líneas de "sus" presupuestos, aunque su entorno filtraba que tenía un "plan b" para no ir a las urnas y que estaba dispuesto a mantener los Presupuestos del PP si perdía el apoyo independentista. ¡Todo menos convocar elecciones anticipadas!
Por definición, los Presupuestos Generales del Estado son considerados como la ley más importante que un gobierno promulga en un año, ya que con ellos determina su política en la mayor parte de los sectores sociales y económicos, además de ser la base sobre la que se desenvuelve la economía del Estado en ese año.
Vamos, que no son una ley cualquiera ya que supone dejar por escrito la que va a ser la política fiscal del ejecutivo para un periodo determinado, ya sea en su vertiente de ingresos como en la de gastos. Lo que posibilita que los gobiernos los utilicen como herramientas para estimular o complementar la demanda, o bien para restringirla. Cuando no la emplean para influir en los resultados electorales. Lo del déficit y la deuda pública es otro cantar. ¿Será por dinero? “Pedro no me digas que no hay dinero para hacer política”. Zapatero dixit a Solbes.
Pronto tendremos la respuesta si no hay marcha atrás, como es habitual en Sánchez, ya que en su última aparición electoral en la carrera de Malasmadres, anunciaba que esta semana los enviaría a Bruselas para que lo examinara el comisario europeo de Asuntos Económicos, Moscovici, quien supuestamente no se casa con nadie a la hora de hablar de presupuestos.
No lo va a tener fácil, sin embargo, el correligionario socialista de nuestro presidente cuando se enfrente a unas cuentas --hasta ahora desconocidas-- que al parecer pueden valer para el PP, para el PSOE, para Torra o para Podemos. Incluso para el maestro armero: “Estos son mis principios. Si no le gustan… tengo otros”. Es lo que se desprende del deambular errático de Sánchez y de su acólito Iglesias, quienes son conscientes (?) de que además esas cuentas deben hacerse con escrupuloso respeto al artículo 134 de nuestra Constitución que en su punto séptimo dice que “la Ley de Presupuestos no puede crear tributos. Podrá modificarlos cuando una ley tributaria sustantiva así lo prevea”.