Josep Maria Martí Font (Mataró, Barcelona, 1950), coautor junto con Christophe Barbier, de La fortaleza asediada, los populismos contra Europa (Península), considera que España ha dado un salto tan grande en los últimos decenios que no tiene nada que ver con la imagen que tiene el independentismo. A su juicio, como expone en una entrevista con Crónica Global, “La España contra la que lucha el independentismo no existe”. Pero Martí Font tiene una debilidad: las ciudades. Y está preocupado por Barcelona, por la pérdida de peso, consciente de que Madrid, por muchas razones, ha logrado talento, dinero, capacidad, artistas, y exhibe una mayor ambición por ser una capital global. Por ello, considera que las elecciones municipales serán trascendentales, y que Manuel Valls ya ha revolucionado el cotarro. “Los independentistas sólo quieren Barcelona como un trofeo de caza”, asegura, con la advertencia de que la capital catalana debe ponerse las pilas para superar sus propios problemas. También habla de Francia, de Italia, de cómo se puede volver a una cierta “normalidad”, y a los problemas de la democracia representativa.
--Usted ha analizado los populismos en Europa, con la aparición de nuevos líderes y partidos. ¿Se puede caminar hacia una nueva ‘normalidad’ en países como Italia o Francia, o ya es cosa del pasado?
--Lo de Italia es muy preocupante, por la forma en la que se ha formado la coalición que ahora gobierna. El Movimiento 5 Estrellas, ganó las elecciones. Es un partido populista pero no de extrema derecha. Sin embargo, su socio minoritario, la Lega de Mateo Salvini, les ha robado el poder y el Gobierno por la vía de los hechos consumados, a base de bronca racista y falsas verdades. La deriva es muy peligrosa. En el caso de Francia, la transformación de los partidos no sorprende tanto, porque forma parte del funcionamiento de la V República. Los partidos se han ido redibujando, en la izquierda y en la derecha, con esa lenta pero progresiva decantación de electores excomunistas hacia Le Pen.
--Hay una cuestión y es que, populistas o no, se basan en problemas que sí existen, que sí forman parte de la realidad. ¿Quién los aborda?
--Hay problemas que sí existen y otros que son sólo falsas percepciones. Que en Alemania surja un partido antiinmigración precisamente en lugares como Sajonia, donde no hay ni un extranjero, es sospechoso. En Italia, sin embargo, la Unión Europea no supo darse cuenta de la desestabilización que creaba la llegada masiva de inmigrantes, Creo que, tras la caída del muro de Berlín y la posterior globalización se ha abierto un nuevo paradigma. En términos históricos es algo muy reciente y eso dificulta extraer conclusiones sobre lo sucedido. Una cosa que sí debemos decir es que los partidos de derecha en Alemania o en los países nórdicos no pueden ser considerados como nazis. Son de derechas, pero no traspasarán algunas líneas, que todos tienen claras.
--¿Y en España, con la posibilidad de que entre Vox en el Congreso?
--En España, con la crisis económica, tuvimos la aparición de Podemos, que representaba un cierto peronismo. Creo que ahora Podemos se ha convertido en un partido de izquierdas mas o menos tradicional, con algunos rasgos insurreccionales, Pero no podemos ser deterministas pensando que todo va en una dirección concreta. Dábamos al PSOE por acabado, y hemos visto, pese a los problemas, un Gobierno nuevo, que es también el reflejo de una España alternativa. A la derecha todo es posible. La salida del PP con el rabo entre las piernas embadurnado de corrupción, el despiste de Ciudadanos cuando ya se veía en el poder, y Vox, a la que todos quieren adelantar por la derecha, es una combinación que no parece que vaya a dar fruto de momento.
--¿Ve realmente esa España que emerge, una nueva España con buenos profesionales, con gente que no teme el cambio en todos los ámbitos?
--Sí, la he visto. Es un resurgimiento, con clases medias, con profesionales, con jóvenes politólogos que son muy buenos. Es un cambio generacional. Se genera pensamiento, se buscan alternativas, algo que no pasaba. El propio PSOE hace años, que no generaba ninguna idea, sólo propaganda. En el campo de la derecha quien lo entendió en su momento fue Aznar, creando la Faes, un think tank apreciable, al que ahora parece que se le ha acabado la inspiración. Creo que es posible que este cambio generacional se imponga y este país dé un salto adelante.
--Al margen de todo lo que ocurre en Europa, o precisamente por eso, ¿entiende que buena parte de la responsabilidad la tiene Alemania al mirar únicamente por su superávit fiscal?
--Creo, sí, que el superávit de Alemania es el gran problema en Europa. No acaba de entender que debe liderar la Unión Europea, que debe asumir el liderazgo. Hay que decir que hasta hace pocos años, en Alemania no había think tanks de política internacional. La herencia de la guerra fría sigue presente. Era muy cómoda, no exigía tomar partido, sólo había que estar agachados en la trinchera de primera línea y dedicados a la economía. Ahora bien, estoy convencido de que ese cambio va a llegar, y que también será generacional, en el momento en el que se sustituya a la canciller Angela Merkel. Estarán obligados a colaborar con Francia de Macron. Con el nuevo aislacionismo norteamericano en Europa y el Brexit, sólo Francia pesa militarmente, con antenas diplomáticas y de inteligencia en todo el mundo.
--¿Y qué pasa con el Brexit?
--Hasta cierto punto me parece lógico. Cuando llevas cuarenta años diciendo que todo es culpa de Europa, cuando preguntas en un referéndum la posibilidad de que digan que quieren irse es muy alta. Además, es el único país con una prensa amarilla descarada, desde hace décadas. Son tabloides que llevan años hablando mal de la Unión Europea. Es puro populismo, pura mentira deseada.
--¿Qué cree que pasará en Barcelona?
--Me da miedo lo que pueda pasar en Barcelona en las próximas elecciones municipales. Al independentismo no le interesa la ciudad por ella misma, la quiere como un trofeo de caza para colgar su cabeza en la pared. Barcelona tiene un problema de dimensiones; es demasiado pequeña respecto a su área metropolitana, mientras que Madrid, desde 1953, con la ampliación que hace Franco de su término municipal, logra una masa crítica de 3,8 millones de personas. Barcelona no lo tiene, y cuando se dota de la Corporación Metropolitana, Jordi Pujol decide cargársela. No puede soportar que otro poder se le enfrente. Desde 2010 vuelve a existir una autoridad metropolitana, pero Ada Colau no ha sabido tomar el mando de este instrumento político que es el que corresponde a la Barcelona real. Además, se equivocó tremendamente rompiendo con los socialistas, que era con los únicos con quien podía pactar y que le permitía investirse del neomaragallismo que ahora todos reclaman.
--¿Qué le parece los primeros pasos de Manuel Valls? ¿Puede ganar? ¿Generaría ese despertar de la ciudad, como capital en el mundo?
--De momento Manuel Valls, con sólo anunciar su candidatura, ha conseguido cambiar completamente el paisaje y ha provocado el pánico en todas las fuerzas políticas. Han saltado candidatos como fusibles. Todavía es pronto para saber lo que dará de sí. Pasan muchas cosas en seis meses. Pero lo cierto es que ya está en la carrera y quien da primero da dos veces.