Líbano ha celebrado las primeras elecciones parlamentarias desde 2009, el parlamento en funciones ha extendido su mandato dos veces debido a la guerra en Siria y la implementación de importantes reformas en el sistema electoral .
La nueva ley electoral es tan compleja que muchos libaneses ha preferido quedarse en casa, la participación no alcanzo el 50%, si bien la introducción de un sistema de representación proporcional está destinada a facilitar una mayor pluralidad en el panorama político. Pero los altos límites establecidos para los candidatos ha favorecido a los grandes bloques políticos en lugar de crear una oportunidad para los nuevos partidos.
La política libanesa es actualmente un mosaico de alianzas contradictorias, aparentemente basadas en la supervivencia por encima de todo. Las promesas sobre la política o la prestación de servicios públicos no se toman en serio.
La apatía es el estado de ánimo predominante. La atención se ha centrado demasiado tiempo en asuntos que están fuera de las fronteras. Hay fatiga y desilusión entre la ciudadanía, pero también una aceptación de que su país está controlado por los grandes actores regionales que les rodean.
El nacimiento de un movimiento de la sociedad civil, presentado como un primer desafío para los partidos establecidos, es elogiable a pesar de haber sacado un asiento en el nuevo parlamento.
El Líbano, a pesar de muchos contratiempos, sigue siendo el modelo de pluralismo, tolerancia y apertura en un Oriente Medio sacudido por las crisis, heridos por las guerras. Pero el pequeño país mediterráneo no es una isla. Ha soportado toda la fuerza de las tensiones regionales, combate el terrorismo en sus fronteras. Los temores de un colapso económico están aumentando se espera que el gobierno salido de las elecciones impulse medidas urgentes para frenar esta tendencia .
A pesar de que la guerra civil terminó hace 28 años, la política todavía está dominada por excaudillos y dinastías familiares enredados en divisiones sectarias. Estas élites del poder siempre les ha permitido resolver las elecciones antes de que los votantes lleguen a las urnas.
Seguramente habrá otra vez gobierno de consenso y los libaneses tienen demandas, aspiraciones como la estabilidad, electricidad, agua, recogida de basuras, empleo juvenil, seguridad, reactivación de la economía, turismo, y un parlamento que refleje sus demandas y su diversidad.
En el corazón de Oriente Medio y en el cruce de tres continentes, donde el Este se encuentra con el Oeste, en el enlace de las rutas comerciales desde hace miles de años está Líbano, el país del cedro intenta volver como un centro regional e internacional para el comercio, las finanzas, los servicios, la cultura y el turismo. El Líbano es el único país que tiene cuatro veces su población distribuida en los cinco continentes en el mundo como emigrantes: 16 millones. La emigración es parte de su historia, presente y futuro; y define y determina su economía, cultura y la movilidad de su capital humano.
Líbano, un país pequeño, tiene un efecto que trasciende las fronteras demográficas y geográficas. Debido a sus numerosos problemas, sus líderes, partidos políticos y poderes regionales e internacionales, no han podido sacarlo del camino de las crisis .
Si el conflicto sirio explica en parte la inestabilidad del país, las raíces de la situación actual se encuentran principalmente en la naturaleza del sistema político libanés, debido a que las fuerzas políticas son confesionales. Como resultado de ello, no puede haber un consenso nacional ya sea en la política o la aplicación de la política exterior para definir el sistema. Cada vez que hay un gran conflicto en la región, las diversas corrientes políticas se colocan de acuerdo a sus alianzas externas, y se proyecta sobre la sociedad con la creación de divisiones de la comunidad. Se vivió el mismo fenómeno en 1958 (durante la época de Nasser), en la guerra civil (1975-1990) y de nuevo desde 2005 con el asesinato del ex primer ministro Hariri.
Los puntos débiles son la enorme deuda contraída por la reconstrucción después de la guerra civil y los impactos de los conflictos en la región. El país es una economía para producir graduados: exporta talento e importa mano de obra no cualificada. Con un déficit doble, tanto fiscal como comercial, importa más de lo que exporta. La financiación de estos déficits requiere una entrada continua de capital, que en gran parte está garantizada por las transferencias de los emigrantes que llegaron a 8.000 millones de dólares en 2016.
El Líbano es también un país de 4,5 millones de personas que acoge a 1,5 millones de refugiados de Siria. Esta crisis humanitaria le ha costado 20.000 millones de dólares, en un país con un PIB anual de 48.000 millones de dólares.
La vulnerabilidad del Líbano a los conflictos regionales prolonga su estancamiento, así como los problemas de seguridad en la región. Pero también desde los más remotos tiempos el Líbano sigue siendo el puente para el comercio y la prestación de servicios hacia y desde la región.
El Estado libanés moderno con menos de un siglo de vida ha sufrido experiencias únicas desconocidas para otras naciones con historias mucho más larga --una guerra civil de 15 años, invasiones extranjeras, el malestar sociopolítico y la seguridad y, más recientemente, una importante afluencia de refugiados--. Líbano ha sobrevivido todos estos choques. De hecho, no es ninguna sorpresa la reconocida capacidad de recuperación.