Esta Semana Santa he pasado unos días en un apartamento de la Costa Daurada. Los vecinos que tenemos son de Vitoria. Vienen a Cataluña huyendo del frío vasco. Como compraron el apartamento a principios de los 90, nos tenemos mucha confianza, y también políticamente nos entendemos.
El sábado por la mañana me decían que estaban preocupados por el futuro de Cataluña, porque detectaban los primeros síntomas del conflicto vasco. Ellos combatieron a ETA de la única forma que podía combatirse decentemente: manifestarse pacíficamente ante su violencia.
Unos amigos míos de Vitoria me decían que estaban preocupados por el futuro de Cataluña, porque detectaban los primeros síntomas del conflicto vasco
Yo, como tiendo a ver la botella medio llena, les respondí que no creía que aquí iba a suceder la violencia vasca, no por no tener el RH negativo vasco, porque los catalanes somos de mil leches. El apellido más común en Girona es como el de Sevilla o San Sebastián: García. En catalán, sin acento, pero del mismo origen.
No creía que en Cataluña hubiera un estallido de la violencia porque precisamente el bucle melancólico del que nos habló hace veinte años Jon Jauristi nos había vacunado para no iniciar ese camino. Aunque no descarto conatos violentos de descerebrados ahora que la Fiscalía de la dictadura fascista alemana ha pedido al juez que extradite al reo para que tenga que hacer frente a su jaque a España.
La respuesta del Estado español será un jaque mate al fugado errante que se jubilará en Estremera; a no ser que el PSOE y Podemos lleguen al poder (lo tienen complicado) y lo indulten como pasó en febrero de 1936 cuando Lluís Companys pudo salir de la prisión de Cádiz tras haber pedido el perdón del nuevo Gobierno del Frente Popular por el golpe de Estado cometido contra la legalidad republicana el 6 de octubre de 1934.
Aunque no descarto conatos violentos de descerebrados, no creo que en Cataluña haya un estallido de la violencia porque precisamente el bucle melancólico del que nos habló hace veinte años Jon Jauristi nos había vacunado para no iniciar ese camino
Estaremos viendo un tiempo de peregrinaciones políticas a la prisión sureña de Madrid hasta que ya nos olvidamos del hijo del pastelero de Amer sin oficio. El hijo el exalcalde de Girona no tendrá estrecheces económicas porque su mujer cobra un momio de la Generalitat: seis mil euros mensuales sin necesidad de tener falsificar un máster como, supuestamente, hizo la Cristina Sin Fuentes...
La única tentación de la violencia son de estos Comités de Defensa de la República (CDR) que se han convertido en los salteadores contemporáneos de los caminos, hoy autopistas. Como antaño hiciera Joan de Serrallonga y su cuadrilla, el bandolero más popular de la sierra de las Guillerías... Y que no acabarán como el bandido, colgado de un árbol, porque ese tiempo ya pasó.
La leyenda popular fantaseó con la vida de este asilvestrado hijo de Viladrau. Igual que fantasean hoy los seguidores del fugado y preso en el imperio de la káiser.
El gato preso no tiene uñas ni lima...