Quienes pensaban que con la renuncia de Carles Puigdemont a ser reelegido se levantaba el último obstáculo para constituir un Gobierno “efectivo” estaban muy equivocados. Puigdemont ha anunciado su paso al lado “provisional”, el Parlament le ha considerado “presidente legítimo”, como exigía, pero el bloqueo continúa y el “exiliado de Bruselas” ya manifiesta que quiere volver a presidir la Generalitat.
Al día siguiente de la doble escenificación, en el palacio del parque de la Ciutadella y en Bruselas, ERC manifestaba que no había ningún acuerdo para que el president fuera Jordi Sànchez y presentaba a Oriol Junqueras como su candidato. El pulso de ERC a Junts per Catalunya (JxCat) duró, sin embargo, 24 horas, lo que le costó al portavoz, Sergi Sabrià, ir el sábado a RAC1 y retirar la candidatura de Junqueras, pese a que, preso por preso, el líder de Esquerra tiene más legitimidad que Sànchez para la candidatura. ¿No había que restaurar el Govern legítimo, que es lo que Puigdemont y sus seguidores han defendido siempre? Pues Sànchez no estaba en el Gobierno anterior y Junqueras era el vicepresidente.
Al fin y al cabo, JxCat ganó a ERC por 10.000 votos, lo que da argumentos a Esquerra para proponer a su líder. Puigdemont solo fue el candidato de la lista que quedó en segundo lugar el 21D, una circunstancia que obvió completamente en su discurso de renuncia, tan radical y sectario como patético. Como si hubiera ganado las elecciones por mayoría absoluta, olvidó en todo momento a la mitad de los catalanes no independentistas --no mencionó, por supuesto, a la vencedora de los comicios--, confundiendo una vez más la parte con el todo. En la alocución difundida a través de las redes sociales no faltó ninguno de los tópicos que Puigdemont dedica a la actuación del Estado español. Autoritarismo, ignominia, violencia, ataques al Rey, ocupación de las instituciones catalanas, represión o colonialismo desfilaron en los 13 minutos de discurso, impregnado también del lenguaje guerrero de “no nos rendiremos, no claudicaremos”, etcétera.
Tanto en su mensaje del jueves como en las declaraciones del día siguiente en RAC1, Puigdemont destrozó de un plumazo toda la estrategia de ERC y de algunos de sus exconsellers consistente en retractarse de la vía unilateral y en apaciguar el ardor independentista concentrado en la consigna “tenim pressa”. No solo expresó su voluntad de volver a la presidencia de la Generalitat y de trabajar desde Bruselas para “internacionalizar el conflicto”, sin admitir el fracaso clamoroso sufrido ante las instituciones europeas, sino que se arrepintió de haber congelado la declaración de independencia y de no haber materializado la República. “Creo que habríamos podido defender muy bien la posición”, dijo en la radio, contradiciendo a todos quienes han reconocido que la DUI fue una mera declaración simbólica.
¿Tendrá Puigdemont poder desde este organismo fantasma sobre el Govern que se forme un día en Cataluña?
Desde Bruselas, había dicho ya que la constitución del fantasmagórico Consell de la República presidido por él y su continuidad en la capital comunitaria “nos dará la libertad para poder emprender la próxima fase del camino hacia la independencia y el despliegue de la república catalana desde espacios más libres y democráticos que el actual Estado español”. ¿Tendrá Puigdemont poder desde este organismo fantasma sobre el Govern que se forme un día en Cataluña? Todo dependerá de la resistencia de ERC, de la correlación de fuerzas en el Ejecutivo y de la influencia de los miembros más puigdemontistas del Govern porque, sobre el papel, el expresident no ha conseguido que el Consell de la República de Bruselas esté por encima del Gobierno de Barcelona, sino que actuarán “en estrecha colaboración”. En este sentido, ERC votó junto a los comunes que la representación que el Parlament ostenta de la ciudadanía catalana “no puede ser sustituida por otros organismos”, una precisión en la que JxCat se abstuvo.
En este juego táctico en que se ha convertido la impúdica pugna entre los dos grandes partidos independentistas, hasta es posible que la rectificación de ERC obedeciera a que los republicanos ya sabían que la CUP no iba a avalar la candidatura de Sànchez, como así sucedió el mismo sábado. De este modo, quedaban bien, sin vetar a nadie, pero conseguían que el candidato de JxCat no fuera elegido. La CUP anunció que se abstendrá en una investidura del expresidente de la ANC, con lo que su elección es imposible a no ser que Puigdemont y Toni Comín renuncien a sus escaños y sean sustituidos por otros dos diputados para conservar la mayoría, ya que la otra opción, la delegación del voto desde Bruselas, chocaría con la legalidad. Con la abstención de la CUP, el independentismo solo dispone de 64 escaños frente a 65 de la oposición.
Y el siguiente de la lista parece ser Jordi Turull, en libertad provisional y que previsiblemente será inhabilitado cuando se produzca su procesamiento. Pero lo más seguro es que esta sea la hoja de ruta del bloque independentista porque la estrategia sigue siendo la de acentuar las contradicciones del Estado y no admitir que el candidato a president no tenga cuentas pendientes con la justicia. Ahora, sin embargo, el rechazo de la CUP a cualquier “acuerdo autonomista” bloquea de nuevo la salida.