Estamos al final. En el sprint de la campaña. Aunque en los días que quedan todavía asistiremos a grandes batallas. A razonamientos políticos y a insultos vomitivos entre las dos facciones de la sociedad catalana, separatistas y unionistas. También asistiremos al esfuerzo unionista porque todo el mundo vaya a votar. A la participación. Hay que superar el 80%. A ser posible hay que superar el 83% para tener posibilidades de formar el próximo Govern. Eso dicen los unionistas. Y el Gobierno de Madrid. ¿Quién formará Govern?¿ Iceta, Arrimadas, Domènech, Albiol, Puigdemont, Junqueras...? Rajoy dice que Albiol, para no responder lo que piensa.
¿Ha dicho usted Puigdemont? ¿Cómo es eso? Pues sencillo, amigo lector. Si lo proponen los independentistas. ¿Tendrá que regresar a España, digo a Cataluña? Claro, señor, aunque aquí la orden de detención sigue en vigor y lo detendrían. ¿Seguro? Yo no aseguro nada. Cosas se han visto peores, así que no nos vamos a sorprender. Dicen que quiere volver. Que vendrá uno o dos días antes del 21D, día de las elecciones. Que quiere votar y ganarle a Junqueras. Que el único president es él. Que va a venir. ¿Cómo? Por tierra, mar o aire. Pero al pasar la frontera lo detienen. Claro. Pero hay otra forma. Ricemos el rizo.
¿Vendrá Puigdemont? ¿Para que lo detengan o para votar? ¿O las dos cosas? En esta obra de teatro cualquier acto es posible
Acaba de aterrizar un avión en el aeropuerto de El Prat de Barcelona. Son las diez de la mañana del día 21 de diciembre. Avisan a la Guardia Civil.
-Mi teniente, acaba de aterrizar un avión.
-Sí. ¿Y qué?
-Dentro está Puigdemont. ¿Qué hacemos?
-¿Cómo? No me jodas. Nada. Esperar a que baje. Voy a avisar al capitán.
Y el capitán se entera y avisa al coronel, y el coronel a su superior. Y aquí nadie se moja en tomar la decisión de detener a Puigdemont. Y avisan al delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo i Rocher. Y a éste le entra tal temblor de piernas que no para ni sentado ni de pie. Y llama al ministro de Interior Juan Ignacio Zoido y le cuenta lo que hay en El Prat.
Que ha llegado Puigdemont. Que trae dos televisiones con él. La TV3 y otra. Que están transmitiendo desde dentro del avión. Que dice Puigdemont, señor ministro, que viene a Barcelona a votar, como ha pedido el presidente Mariano Rajoy. A votar. “Que me detengan si quieren, pero primero quiero votar”.
El ministro palidece. Se levanta del sillón que por un día utiliza. Cigarrillo a la boca. Pasea.
-Yo no toma decisiones. Hay que llamar al presidente Mariano.
-Ring, ring, ring...
-Al habla el presidente Mariano Rajoy. ¿Qué pasa Zoido?
-Que Puigdemont está en Barcelona, en el aeropuerto, ¿qué hacemos presidente?
-Detenedlo, ¡qué se va a hacer! Detenerlo y a chirona.
-Presidente, no ha bajado del avión, tiene cámaras de televisión transmitiendo en directo desde dentro y está diciendo que él viene a votar. Ponga La Sexta.
-La madre que lo... Será hijo de...
Y Mariano se queda en silencio. Petrificado. Pensativo. Este cabrón dice que quiere votar, y viene hoy, justo el día de las elecciones y lo dice por la tele… ¡Hay que joderse! Vaya lío en que nos ha metido. Y ahora todos los separatistas saldrán como locos a votar.
-Al otro lado del teléfono el ministro Zoido pregunta: ¿Qué hacemos presidente?
-¡Yo qué sé Zoido, yo qué sé! Que cuelguen a ese hijo de...
No será así. Será más sencillo. Pero si quiere volver, y dice su entorno que sí quiere, buscará una forma muy llamativa. Como está haciendo en la actualidad desde Bruselas para estar todos los días en el candelero. Que le da más votos que si estuviera en Cataluña de mitin en mitin. Su fantasía es alta. Y no pierde ocasión para acuchillar al Estado o a los partidos que defienden al Estado. Como ha hecho con el Tesoro de Sijena y el tuit que ha lanzado: “Con nocturnidad y utilizando una policía militarizada, como siempre, aprovechando un golpe de Estado para expoliar Cataluña, con absoluta impunidad. Este es el modelo del país que defienden Ciudadanos, PSC y PP”.
¿Vendrá Puigdemont? ¿Para que lo detengan o para votar? ¿O las dos cosas? En esta obra de teatro cualquier acto es posible. El próximo jueves salimos de dudas.