La desquiciada situación política de Cataluña está ocasionando un daño irreparable al tejido industrial y comercial de esta comunidad. Millares de empresas han huido a otras partes de España en los dos últimos años. En su mayoría, jamás regresarán. Además, las que subsisten todavía por estos meridianos están sometidas a unas presiones insoportables.
Es el caso de la red de joyerías Tous, con sede central en el municipio barcelonés de Manresa. Esta semana echó de la junta rectora de su fundación, con cajas destempladas, a Helena Rakosnik, esposa de Artur Mas, y a Pilar Rahola, periodista y propagandista del procés.
La draconiana medida de los Tous encierra una potente carga de profundidad. Ni siquiera ha consentido que ambas damas presentaran una honrosa dimisión “por motivos personales”, a fin de edulcorarla. Les ha propinado directamente un expeditivo puntapié en el antifonario. A la vez, por si hubiera dudas, ha aireado el despido mediante la difusión de un comunicado público. Y hasta nunca.
Tous ni siquiera ha consentido que Rakosnik y Rahola presentaran una honrosa dimisión “por motivos personales”, a fin de edulcorar la decisión
Los prolegómenos de estos penosos hechos se remontan al verano de 2016. En pleno mes de agosto, Rahola organizó una comida para un grupo de amigos en su mansión ampurdanesa de Cadaqués. Entre los asistentes figuraban el hoy fugitivo Carles Puigdemont, el ya ex jefe de los Mossos José Luis Trapero, el expresidente del Barça Joan Laporta y la líder suprema de la firma del osito, Alba Tous.
Rahola difundió la fotografía del ágape por internet. Así, la noticia dio la vuelta al ruedo ibérico. Pero el asunto no pasó a mayores. Es ahora, con motivo del proceso separatista, cuando alguien exhuma la instantánea. La hace circular por las redes sociales y por mensajes de WhatsApp. En un santiamén estalla una escandalera. Y como secuela inesperada, el boicot a los productos de Tous por toda la península.
La casa sufre perjuicios tan desastrosos que su presidenta se ve impelida a enviar una nota a los responsables de todas las tiendas. En ella subraya en términos encendidos la españolidad de la marca.
Pero ocurre que a las redes sociales las carga el diablo. Otro ciudadano denuncia, también por WhatsApp, que el arrebato de españolismo de los Tous es impostado, ya que mantienen en la Fundación Tous a Rakosnik de vicepresidenta y a Rahola, de vocal.
Este último mensaje viaja a la velocidad supersónica por el país entero. A los pocos días, la familia manresana anuncia la destitución fulminante de las dos señoras.
Rahola, con su habitual templanza, achaca su cese a los “fascistas” de siempre. De paso, aprovecha para arremeter contra Tous por haberla “sacrificado”.
Tous posee 550 tiendas desparramadas por medio centenar de países, pero casi el 70% las ventas se sigue generando en España. De ahí que el movimiento de rechazo de sus productos le provoque quebrantos enormes
La pela es la pela, como decimos en Cataluña. Rahola, que no tiene un pelo de tonta, debería saberlo más que nadie, pues ha hecho del procés, el independentismo y la defensa a ultranza del sionismo un confortable modus vivendi.
Tous posee 550 tiendas desparramadas por medio centenar de países. Pero hay un dato significativo. Pese a tan ramificada expansión internacional, casi el 70% las ventas se sigue generando en España. De ahí que el movimiento de rechazo de sus productos le provoque quebrantos enormes.
El año pasado, Tous facturó en el mercado nacional 224 millones, con alza de un 8%. Este y no otro es el motivo cardinal que ha llevado a los Tous a expulsar sin contemplaciones a las señoras Rakosnik y Rahola.
Hay otra razón, también determinante. Hace tres años, el fondo de inversión suizo Partners Group pagó a los Tous 150 millones por el 25% de su empresa. Los helvéticos desembolsaron esa fortuna con la pretensión de ganar dinero, no de perderlo. Por tanto, no aceptarán de buen grado que la marca se enfangue en las arenas movedizas del procés, si ello perturba la rentabilidad de su inversión.
Este episodio lamentable evidencia el enorme error de mezclar las empresas con la política. También pone de manifiesto las consecuencias funestas de que hombres y mujeres de negocios se relacionen con personajes inconvenientes, se hagan fotos con ellos y las leguen a la posteridad, per in secula seculorum, mediante su divulgación por internet.