Cuando los representantes del Gobierno vasco, de la Diputación Foral de Guipúzcoa y del Ayuntamiento de San Sebastián salieron a la palestra para reprochar a Sortu y a su líder, Arnaldo Otegi, la campaña antiturística provocaron una enorme envidia en el resto de España. Y una vez más demostraron una singularidad reconocible.
No solo tienen los arrestos de dar la cara frente a los violentos, sino que defienden la labor hecha en el ámbito de la industria turística, cuyo modelo defienden frente a quienes, más que criticarlo, lo apedrean.
Es insólito. Tienen coraje, van de frente y responden de su gestión ante quien haga falta.
Cuando observas ese comportamiento en tres instituciones gobernadas en coalición por los nacionalistas del PNV y los socialistas del PSE, no puedes por menos que preguntarte, ¿qué ocurre en Barcelona? ¿Por qué no pasa algo semejante?
PDeCAT, que tardó una semana en condenar los hechos, acusa a Colau de reaccionar tarde
Los cachorros de la CUP han organizado una campaña contra el turismo masivo y las respuestas han sido de todo menos serias. PDeCAT, socio de gobierno de la CUP, tardó una semana en manifestarle una tímida reacción de repudio. ERC se ha puesto de perfil, como suele hacer.
El partido de Xavier Trias, que siendo aún alcalde decía hace apenas dos años que no había turismo malo, fustiga todo lo que puede a Ada Colau, tratando de hacerla culpable a ojos de los ciudadanos porque no reaccionó con rapidez al asalto del bus turístico.
La propia Colau tiene dicho con toda la razón que hay que gestionar el turismo, pero no ha contado qué quiere hacer, incluso parece que no lo sabe. Y no se le puede culpar, dado que este asunto no depende de un ayuntamiento, ni de una autonomía; a duras penas de un país. Se le puede reprochar, sin embargo, que no reconozca su incapacidad y que encima genere falsas esperanzas con sus promesas.
Pero el despiste del consistorio y su entorno --¿dónde estará Turisme Barcelona?-- no es algo excepcional en este país. ¿Es posible que a estas alturas la Generalitat aún se empeñe en destinar la recaudación de la tasa turística a promocionar el turismo en Cataluña? ¿Alguien ha oído a sus consellers emitir una idea que merezca ese calificativo sobre algo relacionado con el sector? En lugar de hacer un frente común para embridar un fenómeno de esa potencia, tanto los partidos como las instituciones que gobiernan optan por la inacción.
Aparecen los violentos y todo ese mundo se pone a mirar el dedo que señala la Luna. Pero no es que sean necios, no; es que prefieren no ver el problema. Con él tratarán de desgastar a quien gobierne, y si un día ellos alcanzan el poder, sencillamente, negarán su existencia. Con la burbuja inmobiliaria sucedió tres cuartos de lo mismo.