Los libros de viajes son buenos compañeros en el verano. En la estación de las vacaciones se lee y se viaja mucho más que de costumbre. Y tanto si se viaja, como si no, la lectura de estos libros, cuando son de calidad, es evocadora y sugerente. Me fijo en el último título del escritor y periodista Pablo-Ignacio de Dalmases: No es peligroso asomarse al exterior (Carena). En estas páginas, el afable, modesto y astuto viajero que es Pablo despliega su álbum personal y nos ofrece pistas de sus mil rutas.
No procedamos a su reseña literaria. No es este lugar, pero sí una oportunidad de subrayar lo que tiende a ocultarse. El Sáhara, ciertamente, no es un área ideal para los estíos, sin embargo, Dalmases, gran conocedor de su geografía y de su historia, afirma que “el Sáhara, que a ojos del intruso parece un territorio infinito y yermo sin nada de interés, es, en realidad, un verdadero universo que guarda numerosos secretos del pasado de nuestro planeta e incluso de la misma existencia humana”. Destacaré también que diga que entre todas las personas que ha llegado a conocer, nadie amaba más el desierto que el empresario Pedro Duran Farell.
En mi viaje por este libro me encontré con el nombre de Filandia. No, no era una errata, como creí al comienzo, no se trata de Finlandia sino de un municipio colombiano habitado por indios quimbaya. Pude leer recetas de la asombrosa sopa paraguaya. O releer la existencia de Pedro Páez, jesuita español del siglo XVII que fue el primer europeo en llegar a las fuentes del Nilo Azul. Escribió una Historia de Etiopía en 1620 que, asombrosamente, no fue traducida al español hasta hace tan solo tres años.
Ian Fleming distrajo sus días escribiendo las que serían célebres novelas de James Bond; un nombre que se inspiró en el de un importante ornitólogo norteamericano de aquellos años. Y parece que el modelo del personaje era un espía 'a tres bandas' serbio llamado Dusan Popov
En estas crónicas de viajes inolvidables para su autor, se asoma el célebre Ian Fleming, ubicado en la localidad portuguesa de Estoril. Era periodista y fue reclutado por la Inteligencia Naval de la Royal Navy. En el Portugal del Estado Novo, cuyo lema era “Dios, Patria y Familia”, el dictador António de Oliveira Salazar ocupaba, a la vez, tres carteras ministeriales: Economía, Asuntos Exteriores y Guerra. En los años del entorno de la Segunda Guerra Mundial, el premier británico Chamberlain llegó a ofrecer Angola a los alemanes. El doctor Salazar se revolvió contra aquella injerencia, pero cedió a los Estados Unidos nueve islas Azores, como bases aéreas, a cambio de recibir un trato especial con respecto a los países receptores de oro nazi y salir favorecido en aquel blanqueo de oro. Ian Fleming distrajo sus días escribiendo las que serían célebres novelas de James Bond; un nombre que se inspiró en el de un importante ornitólogo norteamericano de aquellos años. Y parece que el modelo del personaje era un espía a tres bandas serbio llamado Dusan Popov y conocido como El Triciclo. La primera novela bondiana fue Casino Royale, publicada en 1953 y, como todas las demás de la serie, pasada al cine.
Por último, merece destacarse que el título de este libro de Dalmases está inspirado en unos letreros de Renfe. Si bien los tranvías barceloneses exhibían carteles como “Salida, no entrar” y “Entrada, no salir”, o el tren de Sarrià advertía: “Exhiba su billete, abono, pase o documento análogo antes de que se lo exijan”, nuestra compañía ferroviaria avisaba a los pasajeros: “Es peligroso asomarse al exterior”; una metáfora de la era de Franco que el autor contraviene. Aparecía en italiano: “È pericoloso sporgersi”, en francés: “Ne pas se pencher au dehors”, y en portugués: “E perigoso debruçar-se”. Pero no en la lengua de la pérfida Albión.