Las jornadas del Círculo de Economía celebradas en Sitges entre el 25 y 27 de mayo se han caracterizado por un marcado optimismo económico, el mundo crece en torno al 4%, Europa crece pero menos, en torno al 1,7%, y España lidera la zona euro, en torno al 3%. Y parece que las cosas van a continuar así el próximo trienio. Como contrapunto a este optimismo económico se manifestaron como elementos de preocupación-ocupación las incertidumbres políticas, la sostenibilidad y la digitalización, la robotización y los avances tecnológicos en general.

Las incertidumbres políticas se centraron en la preocupación por el populismo, a pesar de su freno en Francia, Holanda y Austria, y en las incógnitas que presenta la personalidad de Donald Trump. No es el momento de analizar las causas del populismo, ni las diferencias y semejanzas entre unos u otros, pero sí que fue unánime la asimilación del secesionismo catalán al Brexit o a las propuestas electorales de Trump, por tres de sus rasgos característicos: el localismo, las soluciones mágicas y el uso y abuso de la postverdad (las mentiras de toda la vida).

En ausencia entre los ponentes de representantes de PSOE, Podemos o Ciudadanos, el debate político se centró en el posicionamiento de los representantes del Gobierno español --Mariano RajoyLuis de Guindos-- y los de la Generalitat --Carles Puigdemont y Oriol Junqueras--.

Todos ellos coincidieron en el buen momento económico, pero discreparon, lógicamente, sobre la secesión de Cataluña. Aunque no hubo ninguna novedad destacable en sus intervenciones, en esta ocasión Mariano Rajoy fue más contundente que Puigdemont y Junqueras.

Ante este panorama vislumbro en el horizonte una intervención limitada de la Generalitat. En concreto la intervención de los Mossos. No se suspende la autonomía, pueden celebrarse nuevas elecciones autonómicas, Junqueras puede alcanzar su sueño y Mariano Rajoy puede presumir de firmeza

Y permítanme que adelante mis conclusiones. Mariano Rajoy afirmó solemnemente que no va a permitir un 9N bis, pero basándome en su personalidad, declaraciones y precedentes, hay que presuponer que quiere evitar la vía de la suspensión de la autonomía. Por su parte, Puigdemont y Junqueras están decididos a convocar el referéndum caiga quien caiga, pero, al menos Junqueras, no parece querer poner en peligro ser el próximo presidente de la Generalitat. Se le nota encantado de haberse conocido y con ganas de ascender el peldaño que le falta.

Ante este panorama vislumbro en el horizonte una intervención limitada de la Generalitat. En concreto la intervención de los Mossos. No se suspende la autonomía, pueden celebrarse nuevas elecciones autonómicas, Junqueras puede alcanzar su sueño y Mariano Rajoy puede presumir de firmeza. El secesionismo no renuncia al referéndum y presiona en la calle, aunque no alcanza su objetivo. El Estado demuestra su fortaleza pero no se suspende la autonomía ni se inhabilita a Junqueras que parte como favorito en las elecciones, algunos afirman que incluso puede sustituir a Puigdemont por renuncia de éste, y, por tanto, el secesionismo conserva el vilipendiado pero nada desdeñable poder autonómico.

No parto de ninguna información confidencial. Probablemente el acuerdo no llegue a ser explícito. Pero esta es mi impresión por ser el punto de convergencia de las posturas encontradas. Evidentemente, cuando se transita al borde del precipicio, los riegos son elevados y los hechos pueden desbordar las previsiones. Habrá protestas callejeras y pueden ocurrir incidentes desgraciados que nos conduzcan a escenarios más dramáticos. Pero este es el guion más previsible a día de hoy. Desde luego, los problemas de fondo seguirán ahí. Pero eso a los políticos, sólo preocupados por el corto plazo y por la permanencia en el poder, no es lo que les quita el sueño. Y los catalanes respiraremos aliviados, como después del 9N, hasta que tengamos que volver a contener la respiración.