Los misiles que Corea del Norte está lanzando, con supuesta operatividad atómica, y el intercambio de bravuconadas entre Kim Jong-un y Donald Trump, el primario presidente de Estados Unidos, hacen la situación más volátil que nunca en la región y constituyen una invitación a las elucubraciones especulativas sobre la posibilidad de una nueva guerra de Corea, que dada la entidad de los agentes involucrados derivaría rápidamente hacia la Tercera Guerra Mundial.
The Independent ha hecho ese ejercicio de historia ficción y sugiere un modelo de escalada: en primer lugar ,el tirano norcoreano, "sintiéndose abandonado y expuesto" --en especial por el creciente desafecto de su protector, China, a cuenta de su programa nuclear-- deja caer algún que otro misil, por ejemplo hacia Japón, un blanco muy popular en Corea del Norte, donde no se olvida la cruel ocupación del país por sus tropas desde 1910 hasta 1945.
Como ya ha hecho en Siria y Afganistán, Trump se venga con un golpe "quirúrgico" y "proporcionado" contra algún objetivo de Corea del Norte. ¿Y luego? La acostumbrada espiral de golpes y contragolpes. El ejército norcoreano hunde un barco del Sur. Escaramuzas en tierra firme. Algunos norcoreanos muertos. Misiles hacia Corea del Sur que matan a algunos soldados americanos. Trump bombardea el Norte. Sintiéndose letalmente amenazado y sin nada que perder, Kim lanza sus tropas al ataque, apoyado por la diplomacia rusa y por China, pues, aunque el gobierno de Pekín esté harto, le prefiere a él en el poder antes que una reunificación de Corea con capital en Seúl y bases americanas en la frontera... Etc, etc…
Kim Jong-un se formó en Europa, ha visto perecer a enemigos de Estados Unidos como Sadam y Gadafi, y bajo ningún concepto quiere correr la suerte que ellos corrieron, ni facilitarlo desarmándose
Siempre puede uno ponerse en lo peor y es notorio e indiscutible que la tostada tiende a caer por el lado de la mantequilla, pero cabe señalar que Kim Jong-un no es sólo el dictador grotesco e implacable de un Estado militar donde, según la OMS, uno de cada cuatro niños menores de cinco años sufren desnutrición crónica. Tiene sus razones para jugar con los misiles nucleares. Se formó en Europa, ha visto perecer a enemigos de Estados Unidos (actor decisivo en la Guerra de Corea, 1950-53, con cinco millones de muertos y el país arrasado) como Sadam y Gadafi, y bajo ningún concepto quiere correr la suerte que ellos corrieron, ni facilitarlo desarmándose.
Sin embargo su poder no está tan sólidamente afianzado como el de su abuelo y el de su padre. De ahí la ejecución de su tío y tutor Jang Song-thaek, so pretexto de corrupción, pero en realidad porque mantenía relaciones demasiado cordiales con Pekín, y el asesinato de su hermanastro Kim Jong-nam, que algunos veían como alternativa de transición una vez derribado el tirano. Estos asesinatos y estas fanfarronadas armamentísticas, sostienen algunos especialistas, en realidad confirman la angustiada debilidad del régimen de Pyongyang.
Así, el ruso Andrei Lankov, que es uno de los escasísimos conocedores de la vida cotidiana y política en Corea del Norte, a la que ha dedicado varios libros, ha detectado allí "tendencias semejantes" a las que se manifestaban en la URSS antes de colapsar. Los norcoreanos, afirma, tienen menos miedo y están menos interesados en lo poco que el régimen puede ofrecerles. Thae Yong-ho, antiguo diplomático de la embajada norcoreana en Londres que ahora vive bajo protección especial en Seúl, ha declarado que las estructuras sociales del Norte se están desmoronando y pronostica que Kim Jong-un tiene los días contados y antes de cinco años asistiremos a la reunificación de Corea. Puede que tenga razón, pero también es posible que asistamos a otras cosas.