Esta es la continuación de mi artículo de la Semana Santa titulado Sobre Cataluña, Marx tenía razón, que no pude acabar por falta de espacio. Acababa diciendo que los separatas no iban a despanzurrar España. La palabra exacta sería implosionar, porque no tienen dinamita suficientemente potente. Y no me refiero sólo al ninguneo internacional que mal disimulan como pueden los medios paniaguados afectos al Govern, ni tampoco en el supuesto que llegaran a la mitad más uno del electorado, sino porque España no iba a aceptarlo.

¿Por qué digo que no lo iba a aceptar? Esta vieja nación tiene la herida muy reciente del terrorismo etarra que buscaba lo mismo a lo bruto. Mataron a casi novecientas personas (si se contara el extraño incendio del Hotel Corona de Aragón de Zaragoza, a finales de los 70, pasarían de los mil). ETA tenía ese único objetivo: romper a España en el flanco norte, pero el Estado tuvo muy claro que había que resistir a la barbarie etarra. No rendirse. Es la fuerza de España.

Aznar, que me gusta poco porque a veces confunde al agua y echa gasolina al fuego, tenía razón cuando dijo que, antes que romper España, los separatistas iban a romper Cataluña, como ya está pasando...

Afortunadamente esa barbarie ya no existe, pero sí la voluntad nacional de resistir el envite separatista que sólo podría minarse con un imposible: que tres cuartas partes de los catalanes decidieran romper... Pero eso no va a suceder porque ya no se puede tensionar más a Cataluña.

José María Aznar, que me gusta poco porque a veces confunde al agua y echa gasolina al fuego, tenía razón cuando dijo que, antes que romper España, los separatistas iban a romper Cataluña, como ya está pasando... 

Aznar no dijo nada nuevo. Hace setenta y cinco años, el pensador José Ortega y Gasset, que los franquistas consideraban que era un republicano, desde el atril de las Cortes defendió la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña; pero advirtió a la ERC de Lluís Companys de que, si usaban ese poder como un ariete contra la unidad de España, no sólo se iban a cargar la autonomía sino la propia República. El golpe militar, y la consiguiente guerra, no hubiera estallado sin esa amenaza que sintió la mal llamada España nacional. Fue la excusa perfecta.

Vale la pena aprender de la historia para no caer en los mismos errores. Lo de la guerra ya no es una posibilidad, porque no existe el odio de las clases sociales de entonces, existe una clase media que amortigua las tensiones, pero sí hay que aprender de las lecciones de los pensadores tan atinados como Ortega.

Ortega dijo en su discurso en las Cortes republicanas que tenemos que aprender a conllevarnos, y esa conllevancia es bidireccional: tanto daño hacen a España los separatistas como los separadores

El filósofo dijo en su discurso en las Cortes republicanas que tenemos que aprender a conllevarnos, y esa conllevancia es bidireccional: tanto daño hacen a España los separatistas como los separadores. Los segundos tanto como los primeros porque ambos se reafirman y necesitan para este aquelarre en el que nos han metido a los españoles de buena fe.

Y somos una inmensa mayoría los españoles que no estamos dispuestos a que no nos rompan el corazón porque, como decía Antonio Gala, Cataluña es el nordeste de mi corazón.

PD: Esta Semana Santa la he pasado en una Lleida llena de carteles de Arran, una banda de la CUP, reclamando el fin del Estado franquista para conseguir la independencia... ¡Miedo me dan!