Gibraltar fue siempre un componente fundamental de la propaganda franquista y la reivindicación de la soberanía sobre el Peñón se utilizó para agitar el fervor patriótico y la tirria contra "la pérfida Albión". Es conocida la anécdota que narra el escritor franquista Fernando Vizcaíno Casas en su libro La España de la posguerra (1939-1953) sobre la respuesta del embajador británico en Madrid, Samuel Hoare, al ministro de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Suñer, cuando llamó a la embajada para preguntar al diplomático si quería que le mandase más policías para contener a jóvenes manifestantes falangistas que reclamaban en 1942 la soberanía de Gibraltar a gritos y pedradas. “No, prefiero que me mande menos manifestantes”, contestó el embajador.
Ahora, el Brexit ha vuelto a poner de actualidad la cuestión de Gibraltar. El borrador del Consejo Europeo sobre las directrices de la negociación entre la Unión Europea (UE) y el Reino Unido ha desatado en Londres una tormenta, nada diplomática, con manifestaciones belicistas e insultos en los tabloides, porque la cláusula 22 concede a España el derecho de veto sobre la aplicación del futuro pacto al Peñón, al señalar que “ningún acuerdo entre la UE y el Reino Unido podrá ser aplicado en el territorio de Gibraltar sin un acuerdo entre España y el Reino Unido”.
Los independentistas catalanes votaron junto a Nigel Farage, el racista y xenófobo fundador del UKIP, máximo agitador del Brexit, que acababa de calificar a la UE de “mafia” en la sesión parlamentaria
Este borrador debe ser ratificado el día 29 y de ahí las presiones para evitar la mención a Gibraltar tal como está redactada, pero antes la batalla ha tenido otro episodio en el Parlamento Europeo. El pasado miércoles, la Eurocámara aprobó por amplia mayoría (516 votos a favor, 133 en contra y 50 abstenciones) una resolución en la que no se menciona a Gibraltar para dejar claro que se trata de un problema bilateral que debe ser resuelto por España y el Reino Unido. Sin embargo, los eurodiputados independentistas catalanes del PDECat (Ramon Tremosa) y de ERC (Josep Maria Terricabras y Jordi Solé) apoyaron una enmienda de medio centenar de parlamentarios, en su mayoría británicos, que querían incluir que Gibraltar votó en un 95,6% por quedarse en la UE. La enmienda fue derrotada por 440 votos contra 209 y 48 abstenciones.
Los independentistas catalanes votaron junto a Nigel Farage, el racista y xenófobo fundador del UKIP, máximo agitador del Brexit, que acababa de calificar a la UE de “mafia” en la sesión parlamentaria. Tremosa, Solé y Terricabras niegan que su voto pretendiera socavar la posición de España y afirman que solo perseguían que se tuviera en cuenta la voluntad de los gibraltareños y la protección de los trabajadores del Peñón. Pero lo cierto es que si Gibraltar quiere seguir siendo una colonia del Reino Unido tendrá que salir de la UE. No se puede estar dentro y fuera al mismo tiempo. La enmienda respaldada por los independentistas catalanes equiparaba además Gibraltar a Escocia e Irlanda del Norte --donde también ganó la permanencia en la UE-- olvidando que el Peñón es un territorio en disputa entre dos Estados y no una parte reconocida del Reino Unido, como lo son Escocia y el Ulster.
¿Qué tiene que ver Gibraltar con Cataluña? Nada, salvo para los que, en su delirio, creen que Cataluña es una colonia de España
¿Qué tiene que ver Gibraltar con Cataluña? Aparte de que La Roca fue una de las prendas que tuvieron que entregar los Borbones en el Tratado de Utrecht (1713) para que Inglaterra se retirara de la Guerra de Sucesión, nada, salvo para los que, en su delirio, creen que Cataluña es una colonia de España. Pero el nacionalismo catalán no es la primera vez que mueve el peón de Gibraltar. Lo hicieron ya Jordi Pujol y Artur Mas entrometiéndose en las negociaciones entre Madrid y Londres sobre el Peñón en el 2002 o con motivo del tricentenario del Tratado de Utrecht. La clave la da Tremosa en unas declaraciones al corresponsal de El Español en Bruselas: "Para mí, no se puede ignorar la voluntad de los gibraltareños. Porque si toleramos esto, tenemos situaciones como lo que pasa en Cataluña, donde hay una mayoría social creciente a favor del referéndum y esta voluntad es olímpicamente ignorada por el Gobierno de Madrid".
La UE, sin embargo, respalda totalmente la postura española y oponerse a ella junto a extraños compañeros de cama como los euroescépticos y antieuropeos británicos solo conduce al ridículo y a enseñar el plumero.