Confieso que estoy absolutamente encantado al comprobar que este quinto año de proceso kafkiano catalán inaugura una fase sumamente tórrida y erótica, porque lo cierto es que hasta ahora la cosa no ha pasado de mucha cadenita, mucho kumbayà déu meu, mucho akelarre chiruquero y mucho onanismo impúdico; pero alegrías pal body, lo que se dice alegrías, muy pocas o ninguna. Ya lo dijo Sigmund Freud y lo ratificó su discípulo Woody Allen: "Todo es un trauma sexual no resuelto". Olvídense, por tanto, de dilemas clásicos y de máximas tipo "ser o no ser" o "pienso, luego existo". ¡Menuda tontería! El asunto se resume en un simple y contundente "follar o no follar, that’s the question" --y perdonen, queridos amigos, la vulgaridad--, porque así de claro lo ha visto y manifestado Puigdemont, president espurio de casi la mitad de los catalanes, que con motivo de su primer aniversario de ascenso al poder ha soltado en las redes sociales un mensaje de alto voltaje sexual: "Iremos a fondo y hasta el final", lo que equivale a decir "consumaremos la independencia". Y la consumaremos con preservativo o a pelo; con o sin aprobación de presupuestos; con Colau o sin ella; con o sin el beneplácito del Estado; con muchos votantes o con cuatro gatos...
Consumaremos. Hasta el fondo y hasta el final. Hasta el orgasmo colectivo. Aquella peliculilla clásica del catalán Francesc Bellmunt, L’Orgia (1978), no va a ser nada comparado con el despelote de tot un poble, alegre, festiu i ben compenetrat. Ya no se trata de llegar a Ítaca, se trata de penetrar en Ítaca hasta el fondo, con tanga de leopardo estelado vendido por la ANC a veinte eurillos. Y si es necesario utilizar ariete o viagra, pues con ariete o con viagra, que tras cuatro años de priapismo multitudinario a muchos indepes ya no se les levanta ni con polea. Lo de la indapandansia a fondo y hasta el final será, por tanto, como batir un récord Guinness de proeza sexual, y luego, tras el orgasmo, ir todos en masa a fumarse el cigarrillo post coitum a la Meridiana, cantando Els Segadors a grito pelado, para facilitar el destrempe del personal.
Lo de la indapandansia a fondo y hasta el final será, por tanto, como batir un récord Guinness de proeza sexual, y luego, tras el orgasmo, ir todos en masa a fumarse el cigarrillo post coitum a la Meridiana, cantando Els Segadors
Hasta ahora uno podía pensar que Puigdemont --ese gerundense tranquilo que mayor bien hubiera hecho al mundo dedicándose a amasar carquinyolis o ensaimadas, pringado de harina hasta la peluca-- no pasaría de introducir la puntita nada más; que sólo amagaría con "perpetrar" la independencia sin "penetrarla" del todo, convocando un referéndum que sería tumbado de inmediato por el Gobierno español (porque aquí follamos todos o no folla nadie), y que sabría retirarse oportunamente, cuando las cosas se pusieran feas. Pero no. Hasta el fondo y hasta el final, ha dicho ufano. Ahora mismo, mientras escribo estas líneas, Oriol Junqueras se lo estará comunicando, entre bocata y bocata, a una aterrada Soraya Sáez de Santamaría: "Això és imparable, nena, anirem en pilota picada fins al final i fins al fons...".
Si Puigdemont se pusiera al frente de una performance masiva de todo el independentismo catalán el próximo 11 de septiembre, el universo entero detendría su curso y miraría a Cataluña. Imagínense el espectáculo. Un millón y medio de indepes en cueros, llegando hasta el final, bien a fondo, consumando en plan Woodstock, hacinados en un tótum revolútum de cuerpos jadeantes y sudorosos. Una pierna de Anna Gabriel por aquí, el culo de Joan Tardà por allá, y Eulàlia Reguant buscando sus gafas tope fashion. Épico, inenarrable. TVen3 lograría una audiencia planetaria de varios miles de millones de espectadores.
De todos modos hay algo en todo esto que no cuadra, se mire por donde se mire, o al menos a mí se me escapa. A ver... ¿Cómo llegará Puigdemont hasta el fondo y hasta el final si el cacareado referéndum es prohibido y termina, por culpa de ese pasmarote asexuado de Rajoy, en un gatillazo colectivo, cuando él ya ha anunciado a los cuatro vientos que no piensa volver a presentarse como candidato del PDECat en las enésimas e inevitables elecciones plebiscitarias que tocará convocar?
Lo malo del caso es que tal vez Mas no esté para mucho sexo si acaba inhabilitado en su inminente juicio
¿Si Cocomocho no asume el papel de macho alfa del proceso, a lo Nacho Vidal, quién nos resuelve toda esta maldita tensión sexual? Neus Munté ya ha dicho que no cuenten con ella, que a su edad no está para despelotes, y ha señalado claramente al pornostar catalán ideal, el único con suficiente e-n-v-e-r-g-a-d-u-r-a, el único capaz de liderar y llevar a más de un millón y medio de catalanes al paroxismo sexual ¿Adivinan a quién se refiere la consejera de la Presidencia de la Generalidad? Obviamente a Artur Mas, que regresaría envuelto en un deslumbrante halo de magnetismo animal, triunfal y transmutado en Apolo, el hijo de Zeus. Porque si hubo una divinidad que se las beneficiaba a todas, y siempre hasta el final y hasta el fondo, ese era Apolo. Lo malo del caso es que tal vez Mas no esté para mucho sexo si acaba inhabilitado en su inminente juicio.
Ya veremos. A día de hoy lo único que está claro es que a esto no se le intuye el final ni el fondo, quizá debido a que siendo como son los políticos catalanes españoles hasta las trancas, todo en ellos es alharaca, impostura y fanfarronería típica de macho ibérico.
Venga, digámoslo sin ambages, la tienen corta, como todos. Y lo saben.