Queridos Reyes Magos, esta noche vais a recorrer de nuevo y al mismo tiempo todas las ciudades de este pequeño país mediterráneo al que ya conocéis de anteriores viajes. Ya veréis que todo sigue igual que hace un año. A lo mejor, en la etapa de Vic, os reciben con más esteladas de las habituales, incluso decorando los fanalets de los niños; la cosa no va con vosotros, no os preocupéis, es porque será retransmitida en directo por TV3. Vosotros sois meramente instrumentales. Es cosa de los papás y las mamás, están participando en una revolución guay; no se lo tengáis en cuenta a sus hijos. En fin, qué os voy a contar, vosotros lo sabéis todo, incluso cómo y cuándo acabará lo nuestro, detalles que aquí no sabe nadie.
Aquí seguimos poniendo fechas concretas para nuevos días históricos de improbable cumplimiento y convirtiendo cualquier anécdota en una cuestión de Estado. Ya conocéis cómo funcionan, amigos Magos, las cosas de la política en una sociedad dividida casi por partes iguales: la idea más inocua o peregrina de unos suele desatar en los otros un arrebato de indignación que no hace sino aumentar la relevancia de la propuesta inicial. Es la retroalimentación de los opuestos, un juego nacional del que participan desde los presidentes de Gobierno al mismísimo Rey. Así vivimos, entretenidos en polémicas sobredimensionadas, como estas de los farolillos indepes, agotados de tanta fantasía y tanta prohibición y admirados del aguante de los ciudadanos ante la banalidad de la mayoría de los políticos y de la terrible inconsistencia de sus discursos de fin de año.
La idea más inocua o peregrina de unos suele desatar en los otros un arrebato de indignación que no hace sino aumentar la relevancia de la propuesta inicial
Sois una anomalía, bien que lo sabéis. En esta tierra, desde hace unos años, los reyes no son bien recibidos, aunque tal vez no sea por ser monarcas sino por ser españoles. La verdad es que los oficiales vienen poco, por si acaso. Ahora la república es tendencia de moda y llegará si finalmente se cumple alguna de las predicciones del Gobierno catalán. De ser vosotros, no me precipitaría en demasía en pensar en transmutaciones alternativas o en comprar gorros frigios; de momento, no han acertado una y eso que no paran de hacerlas.
No es fácil llevar un registro completo de sus promesas, pero hay una que ya se ha convertido en mantra: pase lo que pase, Cataluña seguirá formando parte de Europa. La última en proclamarlo como si compartiera una verdad revelada ha sido la vicepresidenta Munté, muy dada a estas obviedades. Incluso para vosotros sería imposible trasladar en volandas nuestro país a Asia o a la Antártida. La geografía es tozuda. Lo que nadie puede garantizar, ni vosotros, queridos, es que nuestro hipotético Estado independiente fuera a nacer como integrante nato de la Unión Europea. La UE es tan tozuda como la geografía. De todas maneras, no temáis, no creo que la vicepresidenta aspire a quitaros el trabajo. Tampoco un servidor pretende amargaros la noche con un memorándum de peticiones fuera de vuestro alcance. No sería prudente. Os he mandado una carta muy detallada y tengo gran confianza en vuestros poderes.