Este miércoles quería seguir la estela de mi escrito del sábado (Rafael Vera, ‘El padre de Caín’ y la banda de los seis), en el que mostraba mi extrañeza porque el canal de las marujas (Telecinco) adaptara en una miniserie titulada El padre de Caín la novela de Rafael Vera, ex secretario de Seguridad del Estado de Felipe González, que explicaba esa página negra de ETA que desató la ira de todos los antisistema metamorfoseados de la doliente España de nuestras entretelas.
Tenía en la cabeza hablar del otro canal de televisión que por distintos motivos tanta grima me da, que es TV3. Nada tiene que ver con Telecinco. Del canal de Berlusconi me inoportuna su zafiedad, pero del canal al servicio de la Ítaca de la República Independiente del Nunca Jamás me molesta que con mis impuestos se aliente una ficción política con tantas probabilidades de proclamarse como que me toque el Gordo de Navidad el año que no juego.
Lo dejo para el próximo sábado, lo tengo escrito en la cabeza, porque en tres días --ni en tres años-- no cambiará la política informativa de ese canal tan bien cebado por la Generalitat. Es más actual el combate dialéctico del domingo por la noche entre el presidente del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, versus Jordi Évole, el ex follonero de Andreu Buenafuente convertido en el fustigador oficial del canal de Jaume Roures.
Juan Luis Cebrián es de la escuela de Felipe González. Es florentino, de Florencia y de Pérez, el presidente del Real Madrid
Évole me recordó un calamar disfrazado de tiburón pequeño que voluntariamente ha entrado en la piscifactoría del presidente del poderoso Grupo Prisa, que ha abierto la reja porque está interesado en promocionar su libro de regalo de Reyes: Primera página: vida de un periodista 1944-1988; y el entrevistado se transforma en el viejo león marino como reacción refleja dispuesto a zamparse, inopinadamente, tenía el buche lleno, porque el enviado estrella de La Sexta no deja de echarle sus pullas, tinta negra, para confundir al viejo mamífero pinnípedo, y el león marino cabreado porque uno de la competencia no deja de tocarle lo que no suena.
Todas sus preguntas tenían el purgante de San Benito: que si fue nombrado por el gobierno de Franco como jefe de Informativos de TVE; qué fue de la ideología de izquierdas cuando nació el diario en 1976; por la defensa de la abstención del PSOE para que Rajoy pudiera salir elegido presidente del Gobierno; puso de chupa de dómine a Pedro Sánchez porque sangró por su herida; carcomió el tratamiento informativo de las loas de El País cuando la muerte del banquero Emilio Botín y, en cambio, señaló el laconismo informativo del diario cuando el Gobierno le perdonó una millonaria evasión fiscal.
La amabilidad y la sonrisa del viejo león marino mudó en cinismo cuando el follonero le tocó las partes íntimas sobre las inversiones de su ex esposa en un banco de Luxemburgo, antes de que fuera su ex; la donación de una participación millonaria de un magnate árabe... Juan Luis Cebrián es de la escuela de Felipe González. Es florentino, de Florencia y de Pérez, el presidente del Real Madrid.
Es un maestro de esgrima. Si le tocas lo que no suena te da una dentellada que te deja seco, por continuar con la metáfora del león marino.
La amabilidad y la sonrisa del viejo león marino mudó en cinismo cuando el follonero le tocó las partes íntimas sobre las inversiones de su ex esposa en un banco de Luxemburgo
Jordi Évole cumplió con su papel de entrevistador agresivo que no se arredra ante el poderoso. Le pagan para eso. Por eso está en el candelero. Es un profesional con jeta. Consciente, sin embargo, de que las dentelladas del león marino no iban con él, sino contra el que le paga: Jaume Roures, un personaje nada recomendable, y por eso destila en su canal televisivo ese efluvio podemita de ex militante trotskista de la LCR (Liga Comunista Revolucionaria), detenido en los años de plomo de ETA que refleja tan bien El padre de Caín.
No tomo partido por ninguno de los dos empresarios porque cada uno está al servicio de su negocio. En el fondo no se diferencian.
El león marino tenía razón cuando le dijo al calamar disfrazado de tiburón que también formaba parte del establishment mediático. Yo, si hubiera estado en la piel del calamar, habría usado la misma estrategia periodística: echarle tinta negra para obnubilarlo.
Es el arma de David contra Goliat. Sea cual sea tu ideología. Es el arma de un periodista. Te podrá gustar más o menos, pero Évole hace genial su papel. Por eso es una estrella televisiva.