Lambán, entre Madrid y Cataluña
Javier Lambán. Desde 2012 es secretario general del PSOE en Aragón y desde 2015 presidente del Gobierno de Aragón. No parece tener mucho peso en la ejecutiva federal del partido, incluso algunos lo han calificado como un barón de segunda división. Nada se puede pronosticar hasta que no conozcamos los resultados del 26J, a nivel nacional y, atención, en la comunidad andaluza. Sin embargo, pase lo que pase, posiblemente Lambán esté llamado a protagonizar un giro en el partido y en la política nacional. De momento, gobierna con la Chunta y el apoyo puntual de Podemos, de cuyo líder se ha distanciado con unas declaraciones para enmarcar: "Echenique ha nacido para ser César o nada". No es un comentario ocurrente sin más.
Lambán, como aquellos anarquistas españoles de finales del siglo XIX y comienzos del XX, ha acabado reivindicando el federalismo como la forma menos mala de articular el Estado
Lambán tiene una sólida formación como historiador. Se licenció en la Universidad de Barcelona en tiempos de intensa militancia. Fue anarquista, en el buen sentido de la palabra, es decir, un firme defensor del apoyo mutuo y de la comunidad como forma de organización básica de la sociedad. Su larga trayectoria como concejal y, por último, como alcalde en su villa natal, Ejea de los Caballeros, le han convertido en un municipalista convencido. Sin haber trabajado antes en los pueblos es imposible saber gestionar y ayudar a construir un espacio amplio de convivencia y tolerancia, de abajo a arriba. No ha de extrañar que haya propuesto simplificar la administración local aragonesa para que sea más eficiente.
Y como aquellos anarquistas españoles de finales del siglo XIX y comienzos del XX, ha acabado reivindicando el federalismo como la forma menos mala de articular el Estado. Aún más, es doctor en historia contemporánea por la Universidad de Zaragoza con una tesis sobre la reforma agraria en Aragón en tiempos de la Segunda República. Sus lecciones debe haber sacado.
Entre la mediocridad intelectual que domina en el espacio político, Lambán sobresale por "improvisar" discursos coherentes, gramaticalmente bien construidos, ilustrados con referencias a momentos históricos con los que matiza y comparte guiños con cualquiera que sea leído y crítico, incluso con su partido. Es preciso y correcto, no utiliza palabras hueras como las que usan la mayoría de los políticos.
Aragón con Lambán al frente puede ser decisivo para aproximar posturas entre el centro intransigente y la periferia enloquecida
Por ejemplo, con ocasión de la conmemoración del quinto centenario de la muerte de Fernando el Católico, nadie le puede haber oído en sus distintas intervenciones que se haya referido a este rey como Fernando V, numeración regnal castellana. Siempre lo nombra como Fernando II, numeración aragonesa. Aunque no duda en calificarlo como "el estadista más importante de España". Mientras que en Castilla a Fernando se le ha condenado a ser el rey consorte de la gran Isabel, y mientras en Cataluña se le ignora por pertenecer a una dinastía de origen castellano, en Aragón se le reivindica sin complejos, con celebraciones y congresos poco costosos o con exposiciones muy bien organizadas. Aún más, Lambán se permite decir que Fernando II no trabajó por la unidad de España ni siquiera la tuvo en mente, no le falta razón. Para el presidente fue un gran estratega político que insertó a las Españas en el tablero de la política internacional. Maquiavelo dixit.
Atención a su peculiar aragonesismo, reivindica el protagonismo de esta comunidad autónoma como bisagra política y económica, y no solo como el líneal corredor del Ebro. Cierto, Aragón con Lambán al frente puede ser decisivo para aproximar posturas entre el centro intransigente y la periferia enloquecida. Y todo con la firme propuesta de una urgente pero serena reforma constitucional. Claro, eso si en su partido lo escuchan.